Armando Reverón fue un artista de ruptura, por su obra y su vida. Murió pobre en 1954, en Macuto, cerca del mar y de esa luz que tanto persiguió en sus cuadros. Tenía 65 años, y dejaba tras de sí a su compañera Juanita Mota, sus muñecas de trapo, un mono y su casa: El Castillete —derrumbado con las lluvias del año 1999—. Muchas de sus obras ya se encontraban en el extranjero, en manos de privados, en galerías alejadas de su pueblo. Sesenta años después, el 10 de mayo de 2014, Día del Artista Plástico y de su cumpleaños, un paso fue dado para revertir esa situación: Nicolás Maduro declaró su obra como Patrimonio Nacional. Un reconocimiento esperado por muchos y muchas, artistas plásticos, pintores, amantes de la cultura y del arte, y los habitantes de Macuto, el barrio donde vivió y compartió muchos años, los más importantes como artista.
Texto: Prensa MPPC (Marco Teruggi)
“Eso resultó muy importante para resguardar su obra y que no siga siendo expoliada como en la IV República y durante su propia vida, que no se pierda en los grandes museos en el extranjero”, explicó Morella Jurado, presidenta del Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio (Iartes), ente que forma parte del Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
El pasado martes 07 de abril una nueva decisión fue tomada por votación de la Asamblea Nacional: la de trasladar sus restos desde el Cementerio del Sur hasta el Panteón Nacional. “Hoy estamos en esta Asamblea para darle respuesta a este mandato y reivindicar al mejor artista plástico del país y gran inspirador para quienes siguen el camino de las artes plásticas”, afirmó ese día el diputado Oswaldo Vera.
Morella Jurado subrayó la importancia de esa aprobación que “convocó a todas las fuerzas políticas del país, y permite seguir con el objetivo de que Armando Reverón sea el emblema cultural de la nación, así como Frida Kahlo lo es para México”.
“Reverón es una inspiración para la Revolución, por su trabajo ecológico, su arte, su trabajo con la comunidad”, remarcó Morella, al tiempo que recordó el canto de la gente de Macuto al enterarse de la decisión del pasado 10 de mayo: “Justicia, justicia, justicia cultural”. Porque desde 1999 los habitantes de Macuto, quienes compartieron con el artista, vivieron sus días de cerca y se denominan a sí mismos como “reveronianos”, han venido luchando por recuperar El Castillete, reconstruirlo por la memoria y el amor al pintor, y por el arte que sigue naciendo.
Ya las obras en El Castillete han comenzado, informó Jurado, y se espera que estén listas para finales de este año junto al museo que estará a su lado. Así se dará otro paso estratégico para poner a Armando Reverón en el lugar que siempre le ha correspondido en la historia del arte venezolano y latinoamericano.
No será el único: desde el Iartes también han desarrollado como plan para el mes de mayo el lanzamiento de “Arte en valija”, que reúne quince obras del artista, junto a videos y catálogos que enviarán a cincuenta países, los cuales serán expuestos en simultáneo. Esto con la intención de proyectar a Reverón en el mundo, no desde la lógica privada del mercado para especular con las obras, sino desde una búsqueda colectiva y nacional.
En cuanto al plano nacional, Jurado destacó los nueve trenes del Metro de Caracas que hace meses han venido circulando con obras del artista, la accesibilidad a sus obras que se encuentran en la Galería de Arte Nacional, y diferentes planes a ser llevados adelante de manera interinstitucional.
“Que todos se sumen a esta fiesta de la luz”, concluyó. Para que así Reverón sea Reverón para el pueblo y para el mundo, como artista, creador, hombre y vecino de una comunidad que lo recuerda y lucha por su memoria, su legado de búsqueda, su originalidad que lo llevó a perseguir la luz para atraparla en sus telas, sus manos y su mirada.