La representante de la embajada de Palestina en el conversatorio sobre historias de dicho país, realizado en la sala Cesar Rengifo del museo de Bellas Artes como parte del programa de actividades de la FILVEN, contó que, en la resistencia a la invasión por parte de Israel, el palestino tiene que verse con situaciones desagradables como puntos de control entre sectores –que pueden estar tan cerca como lo están Capitolio y La Hoyada, por ejemplo-, en los que deben hacer grandes colas para poder pasar de uno a otro, o sufrir la calamidad de ser devuelto porque simplemente al militar Israelí de turno no le dio la gana de dejar pasar.
Prensa MPPC (Roxana Parra)
Cuando se habla de Estado, no se hace referencia a un territorio, una tierra o un lugar; se hace referencia a un conjunto de personas que en unión conforman una sociedad y que, en sociedad, son Estado. Querer, por lo tanto, adueñarse de un Estado, es pretender desconocer la existencia de otros humanos. Palestina representa un Estado, un grupo de personas que sobreviven a más de 60 años de ataque constante y de desconocimiento. Pero, al mismo tiempo, esos seres humanos que representan ese Estado son mucho más que gente que sobrevive: es gente que estudia y trabaja, que sale por la noche y que se reúne con amistades. La diferencia no radica entonces en lo que realiza el Palestino, si a fin de cuentas es otro ser humano haciendo vida, está más bien en cómo lo realiza.
La representante de la embajada de Palestina en el conversatorio Historias de Palestina, realizado en la sala Cesar Rengifo del museo de Bellas Artes como parte del programa de actividades de la FILVEN, contó que, en la resistencia a la invasión por parte de Israel, el palestino tiene que verse con situaciones desagradables como puntos de control entre sectores –que pueden estar tan cerca como lo están Capitolio y La Hoyada, por ejemplo-, en los que deben hacer grandes colas para poder pasar de uno a otro, o sufrir la calamidad de ser devuelto porque simplemente al militar Israelí de turno no le dio la gana de dejar pasar.
“Ellos deciden si la comida entra o no al campamento, si pasa la ropa y si la gente puede o no salir un día… hay veces en los que los que llegas al punto de control entre tu sector y el sector al que te diriges y está cerrado, así que debes ir hasta otro sector para ver si corres con la suerte que el punto de control del sector a donde te diriges y este otro sí está abierto. Y cuando regresas a casa es peor, uno puede durar mucho tiempo mientras van pasando los demás el punto, pero hay horas en las que cierran, así que si, por ejemplo, estás a más de un sector del tuyo, puede que llegues y esté cerrado así que no puedas llegar a tu casa… ese es el día a día del palestino” explicó.
¿Cuál es la solución?
Varios de los participantes del conversatorio estuvieron de acuerdo en que los demás Estados deben apoyar a Palestina, alzar su voz en favor.
Sin embargo, se hizo una discusión puesto que otros debatían en que la palabra sola no vale, pues se vuelve mera diplomacia, “hay que actuar, hay que pararse ante Israel y decirle ya basta. Lo que realizan es una violación, es como si viéramos que están violando a alguien –violando, que puede significar cualquier tipo de abuso/agresión- y desde unos metros dijéramos: ¡Deja! Pero nos quedáramos allí, en la distancia, sin apartar al agresor. Eso no es apoyo, eso es diplomacia, es alzar la voz para que me crean bueno, si no me acerco y quito a quien agrede, entonces no le sirve de nada al agredido, lo van a seguir violando, porque en estos casos la palabra no significa nada.” Declaró con énfasis Munna Ballout, participante en el público de la conferencia.
Señalaron además que ya antes se ha intentado enviar ayuda, pero que Israel ha atacado los barcos enviados y cualquier ayuda.
Israel es un Estado grande en expansión, es un imperio que pretende adueñarse de todo Oriente. “Uno lo ve lejano, uno piensa que es algo que pasa bien separado de nosotros, pero no es así, estamos lejos pero vivimos en una aldea global, lo que le pasa al palestino debe afectarme a mí, y yo también debo encargarme de lo que sucede, aunque no se escuche mi voz, aunque sea solo uno y no pueda hacerme ver…” fue otra de las ideas debatidas en Historias de Israel, a lo que se agregó que “tocar embajadas también es opción, la palabra parece que no hace nada, sin embargo ella es lenta pero trasciende”.
Palestina, es más que un pedazo de la tierra, es más que una gente atacada, “el Estado Palestino no se rinde, mientras exista un palestino, Palestina seguirá existiendo, y eso es lo que los perturba.”