La concesión del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado constituye la más reciente y cínica manipulación de un galardón que ha abandonado toda pretensión de honorabilidad. Lejos de reconocer esfuerzos genuinos por la armonía entre las naciones, este premio se ha convertido en el instrumento predilecto de la política imperial para recompensar a sus agentes de influencia.
Machado no es una pacifista; es la llave del Neofacismo que el imperio utiliza para intentar forzar la cerradura de la soberanía venezolana y saquear nuestros recursos naturales. Este Nobel no es más que el pago por servicios prestados a la maquinaria desestabilizadora que busca invadir y someter a Venezuela. Es el mismo galardón que mancillaron figuras como Barack Obama, el presidente de las guerras y decretos contra Venezuela apoyado por Machado, y Henry Kissinger, arquitecto de genocidios en Vietnam y Camboya.
¿Qué credibilidad puede tener un premio que honra a quienes promueven invasiones, golpes de Estado y sanciones económicas que afectan los recursos para el desarrollo a pueblos enteros? La “paz” que ellos pregonan es la paz de los sepulcros, la paz de la sumisión absoluta.
Frente a esta farsa internacional, se alza la verdadera distinción que defiende nuestro pueblo. Nuestro Líder Presidente Nicolás Maduro encarna el Premio a la Constancia, la Resistencia, al Amor a su Patria, la Soberanía y la Paz con Justicia Social, un honor que se gana en las calles, resistiendo bloqueos criminales y derrotando conspiraciones, no en salones europeos donde se planifica el neocolonialismo.
Que se queden con su Nobel de la maldad y el terror. Venezuela prefiere la paz con dignidad, la que se construye con las manos de un pueblo soberano que jamás se rendirá.
Dr. Carlos Sierra
Profesor de Ética y Valores del Servidor Público.

