Armonías ancestrales, la música de los pueblos indígenas Kariña

Anzoátegui inaugura el Festival Viva Venezuela con los sonidos ancentrales del Verecuchi

Pablo Carreño, maestro artesano indígena kariña kashaama del municipio Freites del estado Anzoátegui, es un patrimonio viviente de la cultura venezolana, digno defensor de la elaboración de instrumentos musicales indígenas y muy especialmente del Verecuchi, instrumento de viento elaborado a partir de cañas de bambú.

Texto: Corazón Artesano/ Foto: Red de Arte

Es una flauta con la que realizan ceremonias sagradas como el Akaatompo (día de los muertos), donde se le rinde culto a los difuntos, y lo podemos escuchar en el baile colectivo del Mare-Mare. Desde Taskabaña, Bajo Hondo, Cachama, Caicama, Cumanacoa, hasta San José de Guaribe, el Verecuchi va sonando, para celebrar la existencia de los que ya no están y para despedir a los que parten a otro plano.

Cabe destacar que el maestro Pablo Carreño es un connotado heredero y protector de los conocimientos sagrados de su pueblo, así como transmisor a las nuevas generaciones de los saberes ancestrales relacionados con la cerámica y la construcción de sonidos.

Durante su participación en la demostración de oficio artesanal titulada “armonías ancestrales, la música de los pueblos indígenas”, realizada en el primer día del Festival Mundial Viva Venezuela, mi Patria Querida, que se desarrolla en el Oriente venezolano, ofreció a los presentes una clase magistral sin desperdicio.

Carreño fue acompañado durante su disertación por el también artesano Marcelino Candelario Aray, quien fungió de traductor mientras tejía un sombrero de la fibra de moriche, lo que ejemplifica que, en las comunidades indígenas, la artesanía no es una acción fragmentada de la vida; muy por el contrario, es vida compartida.

Aray se encargó de traducir para el público presente la alegría y las declaraciones del maestro Carrero durante su intervención en el Festival Mundial Viva Venezuela, Mi Patria Querida.

Fue escenario del inicio del Festival en Anzoátegui, el histórico pueblo de Cantaura, recordado por la masacre contra jóvenes revolucionarios cometida por el gobierno de la IV República. Hoy escenario de la paz y de la vibrante cultura de los anzoatiguenses.

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