Existen varias formas de definir a un artista. Pero Salvador Dalí creía que había una sola manera de concebirlo: Un verdadero artista, decía, no es aquel que más logra inspirarse, “sino quien inspira a otros”. Y es justamente lo que consiguió el venezolano Tirone José González Oramas, mejor conocido en el mundo del rap como Canserbero: inspirar a miles de jóvenes. Fue capaz de colarse en medio de las tribus urbanas que habitan este país y volverse referente de rockeros, punketos, otakus, adultos, jóvenes, mujeres y hombres.
Texto: Ernesto J. Navarro para Últimas Noticias
Dueño de la sensibilidad genética, Canserbero supo construir un vocabulario que le permitió traducir el dolor de sus experiencias personales (la muerte de su madre y de su hermano), en letras que dieron voz a toda una generación, agrupada en huestes, contra el sistema capitalista.
Tímido, incluso retraído cuando hablaba, era explosivo cuando subía al escenario. Las letras de sus canciones son capaces de confrontarnos en público, pero mucho más en privado.
De su garganta emergía la lava de una “voz cavernosa y profunda”, como la describe el rockero y productor musical David Meire. Una voz “que se distingue, entre todas las coloraturas, como un signo para las generaciones futuras”.
¿Premonición?
Podría decirse de Tyrone que logró transformarse en un rapero anticipado a su tiempo. Puede resultar desconcertante, para algunos, revisar las letras de sus canciones y toparse con frases que pueden adquirir un matiz premonitorio. Para otros, él plasmó en canciones la visión de un poeta de su tiempo: “Y no se muere quien se va, sólo se muere el que se olvida…” (El primer trago, Muerte, 2012).
El sorprendente desenlace que tuvieron las investigaciones alrededor de su asesinato, reavivió la presencia de Can (como le siguen llamando quienes se sienten cercanos a él) y lo trajo de vuelta —con más fuerza— a la escena musical de Venezuela y América Latina.
Hoy, su rostro de 26 inmortales años, se asoma en camisetas regadas por toda la ciudad de Caracas y su voz tomó por asalto a las estaciones de radio y plataformas digitales.
En octubre pasado, la revista Rolling Stone publicó un listado con los 50 grandes en la historia del rap en español, un “reconocimiento a las figuras más importantes del género” en idioma español.
El venezolano Canserbero figura como el número uno de esa lista, delante de artistas como Nash, Kase.O, Vico C, Ana Tijoux, Control Machete, Mala Rodríguez, Tego Calderón y Residente.
“La trágica muerte de Canserbero”, dice la revista en su versión en español, “podría verse erróneamente como una justificación para la gloria de su leyenda, pero él tuvo un espíritu enorme, responsable de (un) legado tan grande como el vacío que la escena ha sentido desde su partida”.
El real malandreo
Pero no fue su muerte, ni la aparición en listado de la revista, lo que catapultó al rapero venezolano. Desde sus primeras incipientes apariciones públicas fue captando la atención de quien se permitió escucharlo. Su primer disco, titulado Can + Zoo Índigo(2007) que se distribuyó gratuitamente en un sitio web, llegó a tener más 150 mil descargas, según contó el propio Canserbero en su última entrevista televisada por el canal CMTV de Argentina.
Entonces, ¿qué hizo de Canserbero uno de los raperos más emblemáticos de este lado del mundo en tan corto tiempo? Luis Alejandro Indriago, poeta caraqueño conocido como el Tuki Ilustrado, cree tener una respuesta.
Canserbero, dice el Tuki, “trasciende las fronteras del país por el poder de sus letras y porque hizo un rap que no era el mismo malandreo de siempre. Canserbero habla desde la posición de un sujeto oprimido, pero no oprimido por su mente sino por las condiciones socioeconómicas y políticas que nos atan a cierto estilo de vida. Con sus canciones, Canserbero nos libera de la estupidez alienante del sistema capitalista, y nos hace un llamado a la conciencia haciéndonos ver que el real malandreo está en el estudio”.
Despojarse de la piel para escribir
La generación de Canserbero hace un click inmediato “con su discurso insurgente y literario”, explica el rapero venezolano Ibikino, que también es impulsor del movimiento Rap Nacional. Para él, Tyrone aparece en la escena musical cuando nuestra “sociedad estaba buscando respuestas y necesitaba un contexto sensato”.
Y dice más Ibikino. “Canserbero tenía una manera genial de construir su discurso a través de la reflexión y de sus criterios. Él se sacrificó por la idea de muchas personas que están en contra del sistema. ¡Pero ojo! Can no tenía ínfulas de artista comercial, él solo tenía ganas de escribir y transformar su criterio en buena escritura”.
El propio Canserbero dio algunas pistas al respecto. En su tema “Es épico”, por ejemplo, escribe que no está para dar lecciones, y lo dice de esta forma: “entiendan que yo no soy un tutor, soy solo un chamo con valor que quisiera un mundo mejor / Soy alguien que se molesta cuando ve personas cuya meta es un carro lujoso en vez de una mejora / Y es que yo también quiero mi casa con piscina, pero más quisiera no ver más niños en la esquina…”
Supo de la fuerza demoledora de las palabras, por eso sus canciones contienen ideas que se tornaron en escudo y lanza de toda una generación.
Lo primero que David Meire evoca de su amigo Can es un “poderoso verbo” que lo llegó a definir como “un artista con una sensibilidad profunda, que navegaba entre el símil y la metáfora apenas conteniendo la respiración. Yo tenía la sensación de reconocer en él a un Gustavo Cerati enojado y triste (…) Las letras de sus canciones avanzan como un ariete, destruyendo las barreras que nadie podía anticipar, pero inexorablemente se abalanzaron sobre nosotros. Tal parece que solo nos guarda la lírica dialéctica del Canserbero”.
El dolor hecho letra
Las canciones de Canserbero pueden llegar a ser tan abismales como su voz y en ellas navegan historias oscuras, muchas veces hirientes que abordan las injusticias, su experiencia vital o la dualidad de muerte y vida. Su gancho con quienes lo admiran fue su capacidad de poner la mirada por encima de lo evidente.
Para El Meire (como se le conoce en el ambiente musical), el ascenso de Canserbero al olimpo del rap “es simbólico, y obedece a una conjunción metafísica: gustaba del jazz y del rock, de la música electrónica y tropical. Era de esos seres místicos que conjugan sencillez y talento descarnado. Un tipo de artista que no puede negar su extraordinaria contundencia, ni siquiera solapada tras su inmensa humanidad”.
En el tema “Maquiavélico”, el Canserbero nos advierte: “Estoy en esos tiempos / En que gota a gota, la mente se agota / Pasan los días y apenas lo notas / La rutina es implacable, el mal humor te arropa / Y luces como un don nadie con cualquier ropa”.
Luego en “Ley del hielo”, es capaz de desnudarse como el escritor frente a los lectores cuando confiesa: “Si es así, prometo no pelear de nuevo y hacer mis deberes / Por favor, dime que me quieres / O no pararé de hacer berrinches tirado en el suelo / Perdón por desearte la muerte / Aquella vez que en un regaño me pellizcaste muy fuerte”.
“Mi brazo me dice / Que el amor me llevará lejos / Pero el odio me enseñó a ser un lince / Nunca un pendejo”, canta en “Jeremías 17-5”, donde además apunta que “Ni siquiera creo en mi viejo / Si algún día te digo que te creo / No me creas que te creo / Porque ya no creo ni en mi reflejo”.
La producción musical de Canserbero, dice el Tuki Ilustrado, está concebida “desde la conciencia y hacia la conciencia de abrir mentes. Va más allá del hecho de generar un ritmo bailable. Sus letras nos llevan a la consciencia de cómo está el mundo y hacia dónde lo vamos llevando. Pero más que un cantante, se le podría considerar un poeta, un artesano de la palabra”.
Para Ibikino, Canserbero era exponente de una perspectiva antisistema. “Él marca un presente para su generación, marca las alternativas que buscamos. Fue una vitrina para visibilizar nuestros criterios. Fue un hombre, poeta y escritor de su generación, portador de una canción necesaria. El Can, contextualiza su época y a su generación”.
Como muestra del impacto de su producción musical puede tomarse el tema “Pensando en ti” que, a la fecha, cuenta con poco más de 21 millones de visualizaciones en YouTube.
“Tyrone es un artista inmortal”, es lo que siente El Meire, quien además se dice incapaz de “ser objetivo acerca de él, porque me mueven nostalgias amorosas y admiraciones exaltadas”.
Canserbero dejó tras de sí, los discos Vida y Muerte, pero sus seguidores, sus amigos, sus colegas creen que aún falta la Resurrección.
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(*) Ernesto J. Navarro es periodista y escritor, autor de tres poemarios y la novela Puerto Nuevo. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2015. RRSS: @ernestojnavarro