Defensora de la cultura tradicional del pueblo de Campoma, en el estado Sucre, donde nació hace 72 años, pero no sólo de su música y sus bailes típicos, sino también de su gastronomía y su medicina ancestral. Ella es Alberta Cova Lara, patrimonio cultural viviente del mencionado estado y maestra honoraria de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte).
Entrevista y fotos por Lisdhe Ramos
Texto: Luigino Bracci Roa
Berta Cova nació en Campoma el 20 de octubre de 1950. “Desde niña fui muy atraída por lo viejo, lo ancestral”, comentó entrevistada por Lisdhe Ramos para Alba Ciudad. “Ando en la lucha constante para resaltar la belleza de la mujer afrodescendiente, las comidas tradicionales y las bebidas en los barrios, para que eso no se pierda a través del tiempo y las nuevas generaciones sepan lo que es el legado tradicional”.
Escuche la entrevista:
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Parte 2:
Parte 3:
Berta Cova se mantiene dando talleres dentro y fuera del país sobre comida y bebidas tradicional, remedios, cremas y similares. Tuvo ocho hijos: cinco varones y tres hembras. Su grupo de danza en Campoma realiza el baile del Mare Mare, un baile de los indígenas, al cual “hay que pedirme permiso a los ancestros indígenas” antes de ejecutarlo. “He estado muy preocupada en poner a la juventud a trabajar, para que no se pierdan en el vicio de la drogadicción”, explicó.
Relató el origen del baile del Chiriguare, que se enseña en las escuelas y dice así:
Cerca de la laguna sale un chiriguare
con cola de burro y boca de bagre
Dicen los vecinos del pueblo’e Campoma
que tiene pesuñas, que tiene corona
¡Chigiruare, chiriguare! ¡Zamurito te va a comer!
Te va a comer, te va a comer, ¡y te comió!
Recetas ancestrales
Su defensa de lo tradicional no se limita a los bailes y canciones típicas; incluye también la cocina ancestral. Nos contó sobre platos típicos como el “machucao”, que viene de Congo, traído por los africanos que fueron llevados a la fuerza como esclavos a Venezuela, y se preservó de generación en generación. Se hace con auyama, batata (en Sucre lo llaman chaco), coco y frijoles, que se cocen, se mezclan, se hace un puré y con el agua del coco se les da la consistencia debida, usando siempre implementos de madera. Se usa sirviéndola con pescado.
“Yo participé en el primer festival gastronómico de los sabores del mundo”, recordó. “Preparé comidas muy tranquila cuando participé en ese festival”, en el año 2007.
También habló de un dulce tradicional llamado “mala rabia”; que se hace principalmente en Semana Santa, usando batata (chaco), papelón y jengibre rayado. Se unta al pan, casabe o galletas.
Medicina tradicional
Cova también invita a las personas a su casa para conocer sus tratamientos tradicionales. “Si usted ha ido a los médicos y no ha podido curarse, pueden ir a mi casa. Después de tratar con la ciencia médica aquí estoy yo, con mis saberes tradicionales. Quizás puedo hacer un milagro por medio del maestro ancestral, el espíritu santo”. Señala que no se ve como curandera, sino como una ayudante al público, que muchas veces ayuda a personas que no tienen como pagarle, regalándole o fiándole un depurativo.
“Cuando a un estudiante les dicen: ‘búscate un cultor que les dé esta materia de cultura’, me buscan a mí. Dicen los estudiantes en Cariaco y Rivero que yo soy una de las pocas que quedan vivas ya”. Dice que siempre está dando clases y que se considera una maestra.
Aceptarse tal cual como es
“Soy negra, tengo mi pelo rebelde, tengo mi nariz ancha, tengo que aceptarme tal cual como soy”, dice berta Cova muy orgullosa. “¿Tú te imaginas que yo sea negra y tenga un pelo liso a juro? Porque hay negros que son mestizos, que tienen el pelo liso. Ya eso viene con la generación. Uno tiene que aceptarse. Yo dicto talleres adonde me manden, para que la gente se acepte tal cual como son. Que se hagan pequeños arreglos normales, pero que se alisen el pelo yo no estoy de acuerdo, ni con esos trasplantes de tetas ni de glúteos… no estoy de acuerdo con eso”, enfatizó.
Hablando de sí misma, nos dice: “Berta Cova Lara defiende la cultura nuestra, su legado, sus ancestros, sus comidas, sus bailes, sus bebidas, sus peinados. Eso es lo típico, lo nuestro. Tenemos que seguir muy orgullosos, tal cual como uno es, para seguir ese legado y que no se pierda a través del tiempo. Así uno siga aprendiendo de otras culturas, pero uno tiene que mantener las nuestras”.
Su padre era cultor
“Mi papá era un poeta. Él, a estas alturas (si estuviera vivo) sería un cultor”, cuenta Berta Cova. “Él cantaba jotas y malagueñas, dominaba el cuatro y sus problemas de vida los reflejaba en el canto. En el año 1940, diez años antes de yo nacer, sufrió una desgracia en su vida: le quemaron sus haciendas, su trabajo y lo dejaron con lo que tenía puesto. En ese momento la gente no lo valoraban, no ayudaban a salir de esa situación. Él sacó estas canticas para consolarse, y yo me las aprendí”.
En la entrevista, Cova nos las cantó:
Todo aquel que me está viendo
todo sucio y arrastrado
dirá que no he trabajado
que no he tenido tropel
Aquí doy a comprender
que he tenido impedimentos
por culpa de este mal tiempo
que me tiene trastornao’
Yo siempre soy buen amigo
Muy bondadoso y atento
En silencio he llorado
pensando en tanta tristeza
Se me ha puesto la cabeza
de un tamaño agigantado
Jehová me ha llamado
Y me dice que despierte
A la vez también me advierte
Que debo de “trabajal”
Que él merece “ayudar”
porque tengo mala suerte
Mis parientes y mis hermanos
Me ven con indiferencia
Porque estoy en la indigencia
Y no tengo que echar mano
Con esfuerzo sobrehumano
Tendré que hacer en verdad
A ver si puedo alcanzar
De mi Dios algún alivio
Porque pasando martirio
Yo no espero vivir más
En silencio yo he llorado
Pensando tanta simpleza
y se me ha puesto la cabeza
de un tamaño agigantado
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