La ciudad crepuscular, capital del centro-occidental estado de Lara, fue la cuna que vio el nacimiento de dos grandes escritores venezolanos universales que marcaron hito en la narrativa latinoamericana del siglo XX como fueron Julio y Salvador Garmendia, dijo este miércoles el escritor Julián Márquez.
Texto: Prensa MPPC
“Estos dos narradores se hicieron universales a través del manejo de la palabra, a través de una obra narrativa sorprendente que marcó un hito en la literatura contemporánea”, sostuvo el escritor Márquez, estudioso de las obras de estos dos autores que compartieron la misma ciudad natal y el mismo apellido, aunque no tuvieron lazos de consanguinidad.
Durante el conversatorio realizado en la biblioteca de la Casa de las Letras Andrés Bello, Márquez relató de manera resumida las trayectorias de los dos escritores larenses desde la etapa de la adolescencia hasta el reconocimiento de la literatura que nos dejaron como legado al orgullo de ser venezolanos.
Julio Garmendia, nacido el 9 de enero de 1898 en una hacienda cercana a El Tocuyo, es uno de los escritores venezolanos más emblemáticos de la narrativa breve y fantástica, que se convirtió en el precursor el género en América Latina con su obra La Tuna de Oro, una recopilación de cuentos de prosa impecable.
“Se mostró desde muy temprano como un escritor adelantado a su época, él fue más allá de lo que se estaba escribiendo en su momento. Impera en él una forma de escritura que rompe con la manera como se narraba entre los años 1919-1921, porque él fue el iniciador de la literatura fantástica”, señaló Márquez al destacar la presencia del realismo mágico en la obra de Garmendia, en su obra Tienda de Muñecos.
Refirió la obra de Julio Garmendia como una narrativa “llena de sarcasmo cargado de humor fino que penetra en las venas del lector”, con abundantes elementos técnicos que lo convierte en un vanguardista de la literatura latinoamericana.
La Tienda de Muñecos, que salió a la luz pública en 1927 cuando su autor tenía apenas 29 años, se convirtió en la primera obra literaria de Garmendia y en un clásico de la literatura fantástica que comprende ocho cuentos: “La Tienda de Muñecos”, “El cuento ficticio”, “El alma”, “El cuarteto de los duendes”, “Narración de las nubes”, “El Librero”, “La realidad circundante”, y “El difunto yo”.
“La obra de Garmendia fue corta pero muy rica, él antecedió al boom de la narrativa latinoamericana. Es el primer gran narrador de América Latina, aunque haya mezquindad en reconocerle a los venezolanos sus aportes a la literatura”, consideró Márquez al tiempo que reconoció que la obra del escritor larense trascendió las fronteras y se instaló en la literatura universal.
Sobre el otro (Salvador) Garmendia, el relator Márquez destacó el aporte del escritor oriundo de Barquisimeto en la narrativa urbana latinoamericana, cuyas obras son un legado al género “por la finura en su descripción y su perspicacia para narrar”.
Salvador, nacido 30 años después de Julio, el 11 de junio de 1928, fue también docente universitario, periodista y escritor de guiones de radio y televisión; y se convirtió en otro referente de la literatura venezolana y continental que integró en su obra el recurso del realismo mágico maravilloso.
“Él llegó a Caracas en pleno auge de la ciudad, en plena transformación y así la describió convirtiéndose en un narrador de literatura urbana. Hizo el retrato de la ciudad con expresionismo y surrealismo, con perspicacia para describir la vida de la capital venezolana como nunca lo había hecho ningún otro escritor”, apuntó el experto.
Destacó entre las obras de Salvador Garmendia “Los pequeños seres” (1959), en la que plasma de manera “delirante, con una imagen despiadada” la trasformación de la ciudad de Caracas en los años 40. Así como “Los habitantes” (1961), “Días de cenizas” (1963), y “La mala vida” (1968).