Saboteo y robo a la comunidad, dulces con pelos de gato, café hecho con agua estancada en una olla con sarro, harina acaparada, chiripas caminando sobre alimentos expuestos, trabajadores explotados, productos vencidos, fue parte de lo que se encontró en la panadería privada Maison Bakery, de la avenida Baralt, en el centro de Caracas. Los vecinos pidieron varias veces al encargado que se adecuara a los precios justos, pero en cambio recibían por respuesta menos cantidad diaria de panes y cada vez más pequeños, de 140 gr en lugar de 180 gr.
Texto: La Cultura Nuestra (Katherine Castrillo / Fotos: Milángela Galea)
A Lenis Coromoto Murillo la conocen como “La flaca” y hace el mejor café de la zona, trabajó durante cinco años en el local como cafetera, charcutera y en el despacho al público: “Cuando el presidente Chávez a través de la Ley del trabajo puso en funcionamiento los dos días libres para los trabajadores a nosotros nos mantuvieron librando un solo día, yo trabajé el día extra por necesidad, porque estoy levantando mi casita. Me pagaban veintidós mil bolívares semanales, entraba a las 7am hasta mediodía, salía un momento a ver a mis hijos y debía volver a las 4pm hasta las 8:30pm”, es decir, Lenis trabajó más de nueve horas diarias durante cinco años sin que fueran respetado sus derechos laborales.
Esta panadería recibía harina subsidiada para que destinaran el 90% a la elaboración de pan salado y el 10% para dulce, pero hacían todo lo contario. Incluso se sobrefacturaba con la harina, tenían varios códigos de distintas empresas para recibir mayor cantidad, pero solo utilizaban cinco sacos diarios, de los cuales destinaban únicamente dos al pan salado.
Ante la “guerra del pan” llega la Toma
Días antes de la toma de esta panadería ya el presidente Nicolás Maduro había informado la activación de más de cien panaderías populares bajo la responsabilidad de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) como parte del Plan Pan para el Pueblo. La advertencia fue definitiva: panadería descubierta especulando con la harina de trigo sería tomada por el Estado y pasada al control de los CLAP. Y para los promotores de la “guerra del pan” todo el peso de la ley.
No fueron palabras al viento. Menos de una semana después los CLAP y consejos comunales “Arturo Michelena”, “Misia Jacinta”, “Cuartel de Miraflores”, “Jardín Miraflores” y “Victoria de Altagracia” del sector, junto a la Casa de Movimientos Culturales “La Minka”, Comunidades al Mando, la plataforma nacional proyecto Nuestramérica, y el Gobierno del Distrito Capital con el apoyo del presidente Nicolás Maduro tomaron la panadería.
“Esta es una acción directa de pueblo salva a pueblo. Estamos viviendo los embates de la guerra económica y solo la podemos atravesar como pueblo organizado junto al proceso revolucionario. Estamos recuperando esta área productiva y devolviéndola al pueblo”, dice José Enrique Solórzano Morales, “Yoda”, quien es miembro fundador de La Minka. Este espacio cultural generó en el año 2015 un Encuentro de Productores Libres y Asociados al Pan e iniciaron redes de panaderías comunitarias desde donde han impulsado a pequeños productores artesanales.
“Nosotros que somos una organización comunitaria, junto a las formas organizadas del poder popular, ocupamos este espacio para que el pan no sea más una mercancía sino un alimento accesible y sano para nuestras comunidades. Aquí vamos a cambiar las lógicas de las panaderías comerciales y pasaremos a una dinámica de panadería comunitaria donde no hay explotado ni explotador, donde no hay división del trabajo, sino donde todas y todos somos productores libres y asociados y donde el excedente económico que genere este servicio no vaya a los bolsillos de una persona, sino que será utilizado en la inversión social para el desarrollo de las organizaciones del poder popular: vamos a arreglar canchas, aceras, vamos a montar las actividades culturales, el Centro de Diagnóstico Integral y a fortalecer los CLAP del sector”.
La chispa para nuevas panaderías comunitarias
Esta es la primera panadería en Caracas tomada por organizaciones culturales y pueblo organizado, y para sus protagonistas no será la única: “Aquí vamos a despertar la chispa. Los panaderos privados se deben poner a capítulo, deben saber que ellos tienen que ofrecer un servicio al pueblo y no una mercancía para su lucro. Si ellos creyeron que hicieron panaderías para explotar a los empleados y para lucrarse, pues en Revolución se pelaron”, cuenta Yoda, mientras afuera con spray se coloca el nuevo nombre: Panadería comunitaria La Minka.
No se limitarán al pan tradicional de trigo, trabajarán con harinas alternativas, también van a involucrar a más productores, y sobre la división del trabajo ya tienen una propuesta: todos atenderán en el despacho, harán pan, café, limpieza, articularán con la comunidad para transformar las lógicas de relaciones sociales. No se quieren asumir como panaderos o “hacedores de pan”, sino como hacedores de Revolución para ponerse a la tarea que toque: si hay que hacer cultura, arte, filosofía, pan o textil, lo harán bajo la premisa de ser hombres y mujeres integrales.
Para esta nueva etapa cuentan con varios empleados que estuvieron hace años laborando en la panadería y que habían manifestado antes las injusticias laborales y la insalubridad, y con el resto se reunirán próximamente para llegar a acuerdos: “Vamos a respetar sus derechos laborales, hay que recordar siempre que nuestro enemigo no es ni será el trabajador, nuestro problema es con el patrón”.
La cocina está activa, adentro están haciendo panes los compañeros de Núcleo de Desarrollo Endógeno “Maestro Pueblo”. Con un micrófono salen los voceros de la panadería y explican que ahora este es un nuevo espacio para garantizar el acceso regular a los alimentos. Se abre la puerta principal, entran ávidos los vecinos a comprar los panes recién salidos del horno, y en pocos minutos anotan en el cuaderno: 376 panes vendidos a precio justo. A partir de ahora estas organizaciones comunitarias usarán diez sacos para el pan salado, y cuentan con capacidad para elaborar diez mil panes diarios.
Su certeza: “Si la derecha pretende apabullarnos con su guerra económica están equivocados, nos están dando fuerza y vigor para seguir avanzando a pasos gigantes”.