Celebrarán en Carabobo 146 años del Baile de La Hamaca

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“¡Hay que enterrarla, ya se murió!” es lo que se escucha de manera unísona, al ritmo del tambor, desde el comienzo de la marcha, que se inicia, exactamente, a las doce del mediodía de cada Martes de Carnaval, en medio del entusiasmo generalizado de la multitud que se concentra en el sector de San Millán, asentado a la entrada de la ciudad de Puerto Cabello, donde se celebrarán, en esta oportunidad, 146 años del tradicional Baile de la Hamaca.


Texto: Prensa MPPC

Unos guías sostienen los garrotes de vera y son los responsables de dirigir el paso de las personas, que aumenta en número en la medida que se intensifica el recorrido por la tradicional, que se hace cada año, como son las principales vías y sectores; calles El Juncal y Sucre, plaza La Concordia, danzan hasta El Malecón y llegan a la Plaza Bolívar, siguen hacia Juan José Flores, regresan por la avenida Bolívar y retornan al lugar de partida donde se cumple el entierro.

En San Millán de La Macolla, como le dicen sus habitantes más arraigados, la festividad comienza a las doce de la noche del Lunes de Carnaval y culmina al filo de la noche del Martes de Carnaval cuando se procede a “enterrar” la hamaca.

Los hombres que participan en el desfile visten camisas de distintos colores, otros están con parte del dorso descubierto y las mujeres con vestidos diseñados con amplios coloridos, dibujos de flores y los rostros de los presentes aparecen pintados de negro, azul, rojo y verde.

Existe dentro de la actividad un enlace, sin discriminación alguna, de personas de los diversos estratos sociales, obreros, estudiantes, cultores, cultoras, gente de muchos recursos y otros de bajos ingresos, comerciantes, políticos e intelectuales, niños, niñas, adolescentes entre otros, que con el mayor entusiasmo y alegría disfrutan del festivo ambiente.

A la par, la mayoría de los adultos, jóvenes, tanto hombres y mujeres comparten diversas bebidas que estimulan las horas de la prolongada caminata, que se hace en medio del radiante sol caribeño.

La celebración de la noche del lunes se da inicio con la llegada de visitantes, amigos y habitantes de San Millán. Dan comienzo a los preparativos para el velorio en la casa de Viviano Pitre, ya fallecido, descendiente de familiares nativos de la isla de Curazao.
La Hamaca está confeccionada con retazos de tela, los cuales son recubiertos con una sábana blanca, que es adornada con flores de varios colores y se cuelga sobre un largo palo de madera que es cargado por dos mujeres residentes de la zona.

Las hamaqueras elaboran los vestidos y las camisas que utiliza el grupo durante su presentación. Trabajan en la confección de La Hamaca entre el domingo y la mañana del lunes de carnaval. Luego que es velada y enterrada adorna la fachada de la Casa del Tambor, ubicada en el mismo San Millán, hasta que llega el venidero carnaval

Al paso de los caminantes vibran los sonidos de los cachos y el golpe de las veras que se unen al son de los tambores cada vez que llegan a diversos espacios del recorrido y donde se intensifican las palabras que exhortan al entierro.

Nathaly Bustamante directora del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el estado Carabobo, destacó que se trata de una tradición centenaria, que se ha fortalecido cada año y que suma a millares de personas que asisten al final delos carnavales al Baile de La Hamaca.

Las primeras familias

Hernán Villanueva, director e integrante del Grupo de Tambores de San Millán y miembro de la Fundación Baile de La Hamaca, recuerda, que tras las tradiciones, las primeras familias que dieron inicio a la manifestación cultural fueron los Pitre, Dwuentd, Escorihuela, Quinindongo, Foronieis, entre otras, originarias de Curazao y se establecieron en el sector.

Manifestó que fundaron el primer barrio en Puerto Cabello y tenían como lengua el papiamento. Se establecieron en vista del comercio, sin dejar a un lado el contrabando, que existía con la vecina isla y los productos llegaban por Playa Blanca, a unas cuadras del lugar donde residían.

Dijo que el Baile de la Hamaca es Patrimonio Histórico de Carabobo y el Caribe y señaló, que “apenas existen en el continente dos manifestaciones mortuorias, como son Joselito Carnaval, en Barranquilla, Colombia y El Baile de La Hamaca en Puerto Cabello”.

Sobre la tradición, comentó que se une una amplia representación cultural, como son la danza, el baile, teatro y la música para resaltar a una persona muy querida de la comunidad y donde las mujeres lloran desconsoladamente y los hombres entran en celos.

De acuerdo a la tradición y lo señalado por Villanueva, en el desfile los hombres utilizan camisas desbotonadas, la gente pierde su jerarquía y se mantiene el uso del denominado negro humo, que es una mezcla de carbón con aceite y manteca, que se utiliza en los rostros de los asistentes.

Sobre el velorio explicó que se utilizan sábanas blancas, porque son las que indican que una persona está muerta, porque cuando son de colores diversos, representan a una persona herida o enferma.

“Todos los participantes en la festividad se integran”, agregó, tras informar que la referida manifestación cultural se ha llevado representativamente a países como Vietnam y Alemania.

Origen holandés

Para el escritor e historiador porteño, Asdrúbal González, el origen del Baile de La Hamaca no es de Curazao, por cuanto, las investigaciones realizadas determinan que no es una manifestación originaria del Africa sino de Holanda y de la Península Ibérica “y tiene que ver con el Entierro de la Sardina, con la que se anuncia el fin de los carnavales en España”.

A través de Curazao llega a Puerto Cabello, donde se arraiga, afirmó González, quien, cada año asiste a la celebración del baile.

Representa la fertilidad

Según Antonio Saraullo, porteño y promotor cultural, la manifestación representa la presencia de una persona masculina, la fertilidad y quien fue conquistador de varias mujeres “·orgullo de nuestro sincretismo religioso, porque está el enlace negroide y europeo”.

Edgar Castillo, habitante de San Millán dijo que se trata de una tradición ancestral “que nunca va a morir, porque cada año se suman niños, niñas y jóvenes”. Refirió que el barrio lleva el nombre de un santo, como es San Millán de La Macolla.

Este año, como es tradicional, habrá la festividad que reúne a centenares de personas, muchas de ellas procedentes de otras regiones del país y del extranjero.

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