La activista en derechos de género Sonia Sánchez, argentina víctima de explotación sexual en su país en los años ochenta, visitó Venezuela como parte de las y los voceros de movimientos sociales presentes en el Congreso Internacional Inventar la Democracia del Siglo XXI: Derechos Humanos, Cultura y Vivir Bien. Sánchez compartió la experiencia que vivió cuando tenía diecisiete años, al ser convertida por la fuerza y la necesidad en prostituta de la Plaza 11 de Buenos Aires. Durante seis años fue usada y maltratada por hombres prostituyentes ante el silencio de la sociedad y el sistema que, en vez de ofrecerles ayuda, las reprimía y perseguía por lo que hacían.
Texto: Prensa FEPR / Fotos: Milángela Galea
La sexualidad es un tema que siempre nos ha sido dosificado desde que el mundo es mundo. Pero lo cierto es que ella nos define desde el nacimiento. Cuando se habla del sexo como género se nos discrimina por débil o fuerte, y es justo allí cuando los peores mecanismos del sistema hacen mella de la dignidad humana. El tema no escapó de la discusión en el Congreso Internacional Inventar la Democracia del Siglo XXI: Derechos Humanos, Cultura y Vivir Bien.
Para debatir sobre el asunto estuvo de visita en el país la activista en derechos de género Sonia Sánchez, argentina víctima de explotación sexual en su país en los años ochenta. Durante el conversatorio “Ninguna mujer nació para puta”, realizado el pasado viernes 29 de mayo en la plaza Luis Villafaña de la Biblioteca Nacional de Venezuela, Sánchez compartió la experiencia que vivió cuando tenía diecisiete años al ser convertida por la fuerza y la necesidad en prostituta de la Plaza 11 de Buenos Aires. Durante seis años fue usada y maltratada por hombres prostituyentes ante el silencio de la sociedad y el sistema que, en vez de ofrecerles ayuda, las reprimía y perseguía por lo que hacían.
“Cuando finalmente llegué a casa golpeada y dolida, me miré por primera vez en el espejo. Las putas nunca nos miramos en el espejo. Cuando eres puta tu cuerpo no te pertenece. Tenía vergüenza de mirarme, de verme desnuda. Me pregunté: ‘¿Quién soy?’, y allí me dije: ‘Soy la puta’. Y lo repetí tantas veces hasta que pude aceptarme”, expresó Sonia durante la conversa.
De esa experiencia nació el libro que lleva el mismo nombre del conversatorio: Ninguna mujer nace para puta. El texto analiza desde la perspectiva de la puta toda la maquinaria política, ideológica y filosófica que la ignoró. A través de este libro reconoce una forma muy concreta de tener voz propia. “La prostitución acaba con todo, pierdes tu identidad, tus sueños, tus deseos. En la prostitución no existen las caricias ni los abrazos. Yo apuesto al amor, empezar a quererme, aceptarme y tener voz propia”.
Hizo una llamado a la reflexión y toma de conciencia a la sociedad: “No discutimos sobre esto porque no hay tiempo para hablar de la prostitución. Con el silencio nos hacemos cómplices de una sociedad hipócrita”. Refirió que no es posible hacer una nueva democracia mientras sigan callando la voz de aquéllas que siguen siendo violadas y maltratadas, se hace necesaria una discusión real porque la prostitución no es tema sólo de las putas.
Sonia Sánchez nació en la Provincia del Chaco, al norte de Argentina. Siendo la cuarta de siete hermanas, viajó a Buenos Aires con diecisiete años buscando mejores condiciones de vida, y comenzó a trabajar como empleada doméstica. Después de esto, y por las necesidades que pasaba, fue explotada como prostituta durante seis años.
En el 2013 recibió un reconocimiento del Gobierno y de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Cruz por la lucha contra la trata de personas y prostitución sexual. Además, recibió el Premio Alfredo Palacios del Senado de la Nación en el aniversario de 110 años de la Ley Palacios. Hoy, con cincuenta años “mal y bien vividos”, Sonia Sánchez es la voz la voz rebelde y desobediente de las silenciadas.