Este domingo 22, a la 1:00pm, en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, entre las actividades de cierre de la Filven 2015, el Taller de Teatro Manatí hará la lectura dramatizada de “Los hombres de los cantos amargos”, escrita en 1957 por César Rengifo. Pieza teatral que pertenece al tríptico dramático “Mural de la Federación”, inspirado en el ideario de Ezequiel Zamora.
Texto: IABNSB (Manuela Montilla)
El Taller Teatro Manatí es una agrupación caraqueña pronta a celebrar sus 30 años de vida teatral. José Gregorio Cabello, su director, nos cuenta que conoció a César Rengifo, en los años 70, en una reunión del PCV. Para ese momento, Cabello estudiaba actuación y realizaba una escenografía bajo la tutela del dramaturgo Ricardo Acosta, quien pidió a Rengifo que le enseñase a su discípulo sobre la aplicación del color.
En su primer acercamiento, el maestro Rengifo le habló a Cabello de aspectos desarrollados en su obra pictórica, “la perspectiva africana que hace crecer al segundo plano, de manera que toma la visual desde el primer plano. Y de conseguir sombras que den tridimensionalidad al plano a través del uso del azul y no del negro como fondo”.
Apasionado por la obra dramática de Rengifo, el Taller de Teatro Manatí, en esta Filven 2015, presenta esta obra por la reflexión combativa que su dramaturgia logra, al mostrar el desamparo del hombre negro, al abolirse la esclavitud con el decreto de 1854, que permitía a los terratenientes subemplear a los antiguos esclavos como peones en sus haciendas.
El drama acontece en una plantación cacaotera de los Valles del Tuy, donde un grupo de negros “liberados”, sin tierra para trabajar, huyen a las montañas de Capaya a organizar un cumbe donde vivir en libertad. Ahí encuentran a Zamora, a quien le expresan el temor a no obtener la igualdad, y él les responde: “peleen hombro a hombro con todos los demás desesperados y la obtendrán”.
Cabello ve esta obra como un gran canto de paz ante la tiranía de los imperios, y citando al maestro Rengifo, lee: “Mi obra se apoya en lo histórico para llamar la atención en los hechos actuales. En América Latina, el teatro tiene que ser un arma de combate que ayude a la revolución… Debe ser un teatro al servicio de estas luchas, sin que deje de tener una alta calidad estética”.
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