El sociólogo y ensayista Franco Vielma, la psicóloga Yurbin Aguilar y el historiador Vladimir Acosta formaron parte de los analistas que debatieron este viernes sobre la guerra económica en el Foro de Pensamiento y Acción realizado en el Teatro Bolívar de Caracas, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Le invitamos a conocer las opiniones y el diagnóstico hechos por estos y otros especialistas.
Marco Teruggi / Fotos: Orlando Herrera y AVN
La guerra económica lleva más de dos años golpeando al pueblo venezolano –desde finales del 2012– como parte de “un entramado mucho más complejo, el de la guerra por el poder político, de la guerra asimétrica, prolongada, generalizada y permanente”. Así explicó el sociólogo y ensayista Franco Vielma durante la segunda jornada del Foro Permanente de Pensamiento y Acción, realizado el viernes 30 de enero en horas de la tarde.
Aunque, en realidad es anterior: ya en el 2006 aparecieron los primeros fenómenos de desabastecimiento programado y generalizado con la leche en polvo, por ejemplo. El ataque de la oposición, en articulación con los Estados Unidos, utiliza “un viejo conjunto de técnicas y de ejercicios que tenía la burguesía para ampliar su poder, ahora implementado para captar el poder”.
Así explicó Vielma: una lucha de la burguesía por controlar la renta petrolera, mortalmente visible desde 1989 con El Caracazo, y por recuperar el poder político, el Estado y Pdvsa en estos tiempos.
Dos años de un proceso sin tregua. Hace pocas semanas, un millón y medio de pañales fueron decomisados en un galpón en el estado Zulia. Precisamente, el desabastecimiento se ha centrado sobre “bienes esenciales de consumo masivo”, como champú, desodorante, leche, harina, papel higiénico, entre otros, explicó la psicóloga Yurbin Aguilar.
Y si el objetivo estratégico ha sido, desde el inicio, terminar con el chavismo en el Gobierno y en el poder, los métodos para lograrlo han apuntado centralmente a golpear al pueblo. Generar en él, particularmente en los sectores populares, sentimientos de desesperanza, altas molestias, pesimismo, angustia, desgaste físico y psicológico, como analizó Aguilar.
Intentan tapar, de esta forma, el proceso iniciado con la llegada de Hugo Chávez en 1998: la recuperación de la autoestima de los venezolanos, de un entramado colectivo asentado sobre sentimientos de fraternidad y solidaridad.
Y, explicó Aguilar, dentro del pueblo han venido siendo particularmente afectadas las mujeres. Ellas son quienes, en el marco de su mayor explotación debido al patriarcado, se han ocupado históricamente de comprar la comida para el hogar, es decir, en este momento se encargan de hacer/padecer las largas y repetitivas colas.
De esta manera, sectores del pueblo se han visto desarticulados y desmovilizados –en lugar de centrar su quehacer y accionar en construir consejos comunales, por ejemplo–, y el Gobierno, desde la llegada de Nicolás Maduro, ha debido dar respuesta permanente a la coyuntura. No darle un minuto de descanso, ha sido la consigna del imperialismo y la burguesía venezolana.
En ese escenario planificado, estudiado, la oposición ha centrado el debate en torno a un punto central: el modelo. Los sucesos actuales serían parte de un modelo fracasado, “son víctimas del sistema que eligieron”, ha sido una de las maneras de presentar el problema y de realizar la extorsión. En cuanto a ellos, como señaló el historiador Vladimir Acosta, “no dicen cuál es su modelo, se muestran diferentes a lo que son¨.
¿Qué quieren implementar? Un neoliberalismo, clásico, salvaje, una revancha sobre el pueblo. Por eso, señalaron en la mesa, su insistencia por liberar el dólar. Por eso, la negativa de Nicolás Maduro en dar ese paso y mantener diferentes tipos de cambio, los tres anunciados en su discurso en la Asamblea Nacional.
Respuestas bolivarianas
La crisis puede ser una oportunidad, afirmaron varios panelistas durante la tarde del viernes, tanto para remediar deudas históricas, como para proyectar lo nuevo y necesario para el proyecto socialista. Porque “en la guerra económica hay también un sustrato previo sobre el cual se inserta un piso que viene de antes”. Algunas de esas condiciones –no resueltas a lo largo de los 15 años de Revolución– han sido, por ejemplo, la matriz petrolera, una economía de puerto, la dependencia de las importancias, un consumismo exacerbado y los niveles de corrupción en órganos como Cadivi, insistió Acosta.
Frente a ese diagnóstico, el historiador señaló la necesidad de responder yendo a los problemas estructurales, de fondo, y no buscar soluciones paliativas. Y una de esas respuestas necesarias fue aportada por María Gabriela Durán, vocera de la Comuna Socialista Ataroa, situada en la ciudad de Barquisimeto, en el estado Lara. La comunera trajo a la mesa de debate la experiencia que han venido impulsando desde el año 2008: la puesta en marcha de sistemas de distribución y comercialización dentro de la Comuna. Tanto con un Centro de Acopio Comunal, como con el intento de conformar uno por cada uno de los 47 consejos comunales que conforman Ataroa.
Y, a su vez, la necesaria creación de unidades de producción: en primer lugar, de productos cárnicos, lácteos y aves, y luego, de producción de hortalizas, tuberculosas y leguminosas, en unas tierras recuperadas por la Comuna. Porque las respuestas ofrecidas por los ponentes combinaron, entre otros, tres elementos centrales: el protagonismo popular, el aumento y diversificación de la producción, y el control sobre los sistemas de distribución y comercialización de los productos y alimentos.
El primer punto se evidenció en varias de las propuestas: desde la fiscalización popular –con fuerza real, es decir con posibilidad de sanción–, pasando por la consolidación y puesta a la vanguardia de todas las experiencias de organización –círculos de lucha, consejos comunales, comunas etc.–, así como la participación, en conjunto con el Gobierno, en la elaboración de un plan para hacer frente a la crisis provocada por la guerra económica, enfatizó Acosta.
El segundo y tercer punto apuntaron a las medidas que deberían ser implementadas por el Gobierno –con respaldo y accionar del pueblo–, como la nacionalización de las importaciones y la distribución de productos centrales –alimentos y medicina–, y la puesta en marcha de ajustes en el ámbito productivo para disminuir fuertemente las importaciones.
Entonces, la crisis podría ser una oportunidad para profundizar y multiplicar lo ya existente, como las comunas y su productividad, así como para avanzar en lo pendiente, la deuda que ya no puede esperar más. Especialmente, en el contexto mundial de la caída de precios del petróleo.
El Foro Permanente terminó este sábado. En el mes de febrero volverá a realizarse, como política impulsada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, para abordar otro tema estratégico, para cruzar diferentes voces en búsqueda de respuestas comunes, de avanzar en la construcción del modelo en marcha.