Jessica Luna ofrece una segunda oportunidad a los animalitos en situación de calle

En la comunidad de Paulo VI existe un refugio donde la joven Jessica Luna ha podido ayudar a mas de 200 perros y 80 gatos del sector. Ella aspira que en el futuro ese espacio recuperado pueda convertirse en un centro popular de atención veterinaria para ayudar a los animales en situación de calle. La Misión Nevado y consejos comunales de Paulo VI le dan su apoyo.

Texto: Nadesjka Landaeta, Alba Ciudad

En nuestras comunidades hay personas que se destacan por alguna cosa que realizan por ella. Por ejemplo podemos encontrar a la señora que desde siempre ha vendido heladitos de teta, el mecánico que ayuda a los vecinos cuando tienen problemas con el carro o el bodeguero que fía a los que se encuentra en una situación económica difícil. En fin, son múltiples los personajes de nuestra comunidad que se recuerdan por cosas bonitas que aportan. En este caso les contaremos la historia de Jessica Luna, una muchacha que desde muy joven ha tenido una gran sensibilidad por los animales y la naturaleza.

En Paulo VI, sector El Llanito del municipio Sucre, en el estado Miranda vive Jessica. Allí, en esa comunidad, cuida desde mas o menos un año y medio un refugio de perros en situación de calle, en un polideportivo de la zona que ha estado semi-abandonado por muchos años.

Jessica nos cuenta como fueron sus inicios como proteccionista. “Desde niña, mi mamá nos enseñó a cuidar y proteger la naturaleza. Siempre hemos tenido como misión la labor de ayudar a los animales, desde palomitas, gatitos y perros. Una vez a los 9 años tuve un zamuro, ese zamuro tuvo como 10 años viviendo en Aproa, fue la mascota de Aproa y sacaron un periódico gracias a él”.

“Esa ha sido la labor toda la vida con mi mamá, fue lo que nos enseñó. Yo la continué gracias a las enseñanzas de ella y gente diversa que me fue enseñando cómo curar, cómo medicar, qué hacer, qué no hacer en caso de una emergencia; cómo dar los primeros auxilios.

Jessica divide su tiempo entre cuidar el refugio y su trabajo, que es el sostén económico de ella y de sus perritos y gaticos. En el año 2006 aproximadamente se graduó en la Escuela de Higienistas Dentales de la Universidad Central de Venezuela, con estudios técnicos Protésicos Odontológicos. Luego ingreso a la Escuela de Odontología, pero en ese momento se dio cuenta de que eso no era lo que quería para su futuro. Nos cuenta Jessica: “Me fui unos tres años fuera del país a estudiar y trabajar. Volví con la idea de que tenía que seguir estudiando cosas más importantes para la vida, como lo es Estudios Internacionales y Agroecología”. Ella estudió ambas carreras con el fin de tener los conocimientos necesarios para, en un futuro, promover acuerdos y tratados contra la siembra de organismos genéticamente modificados (OGM), mejor conocidos como transgénicos, porque “viviendo en el exterior me di cuenta que la problemática con la tierra en Centroamérica es consecuencia de que las transnacionales imponen semillas transgénicas en las tierras de esos países, y por eso el campesinado ha tenido que migrar a Estados Unidos. Al darme cuenta de la problemática de esos países, volví para estudiar Agroecología, que es lo que estoy haciendo en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), junto a Estudios Internacionales en la UCV”.

El trabajo en el refugio

Luna trabaja en el polideportivo con los perritos desde hace mas de un año, gracias a miembros del Consejo Comunal que vieron la labor que ha venido haciendo desde varios años por los animalitos de la zona. Comparte el espacio con profesores de educación física cubanos, que habitan en el polideportivo.

Este espacio estuvo abandonado por mucho tiempo, luego de que la familia que vivía allí fue desalojada por las autoridades por cargos de distribución de estupefacientes. Jessica cuenta que, desde que rescató este lugar, ha podido expandir su ayuda a los animales en situación de calle “Desde que tengo este espacio ya he esterilizado mas de 200 animales perros y perras y mas de 80 gatos. He dado en adopción a muchísimos. Siempre mi mama y yo hemos dado en adopción, pero desde hace dos años para acá lo hice mas formal con contratos de adopción, para poder hacerle un seguimiento a los animales, para saber como están, como le van a la persona con él, que servicio necesita, si le puedo hacer llegar el veterinario mas económico en caso del que el animalito no esté esterilizado. Trato en lo posible de que todos y cada uno de los animalitos que entrego estén vacunados, desparasitados y esterilizados”.

“En estos momentos tengo aquí en el refugio aproximadamente 60 perros para la adopción, también tengo unos 30 gatitos en otro lugar, cerca de los edificios, en un jardín. Los animalitos de aquí de Paulo VI tienen quien los cuide, quien los proteja, quien le de comida, quien los vacune. En los alrededores de la comunidad como tal hay muchísimos mas y todos están esterilizados la mayoría tienen collares, así los identifico y la gente sabe que ellos ya están vacunados, desparasitados y esterilizados.

La mascota comunitaria

Jessica no solo se ha dedicado a salvarle la vida a animales abandonados, también busca crear conciencia en su comunidad para evitar el maltrato animal. Ella nos cuenta como: “A los perros de la comunidad yo los llamo las mascota comunitaria y trato de enseñarle a la gente y los niños que son mascotas comunitarias y que no son perros ni gatos callejeros, porque los vecinos deberían aportar entre todos para que ese animal este bien. Si un perro está en los alrededores de la comunidad, bríndale ayuda y no lo maltrates y así se convertirá en una mascota de todos. La idea es hacer entender a la gente que una mascota es una buena compañía y es una forma de salud para la mente, el corazón, y el alma de las personas”.

Durante el recorrido que hicimos en el refugio, Jessica nos contó algunas de las historias de los perritos que ha rescatado, que más le han marcado:

Tere Tere

Tere Tere

“La historia de ella es muy triste. Ella vivía con su mama, nunca se despegaba de ella. Era una pitbull hermosa, rayada super grande, noble como ella sola. Un día le metieron un tiro a la mamá y la mataron; se llamaba Teresa. Desde ese momento, esa perrita mas nunca tuvo contacto de juego con otros perritos”. La perrita permanece casi todo el tiempo dentro de una casita, subida a una silla encima de una mesa. “Ella casi no se baja de allí; a veces sale un momentico, hace sus necesidades y vuelve. Su mamá era su protección; desde que ella no está no sale, no juega, no pasea. Es increíble. Se ve que le afectó bastante la perdida de su mamá”.

Albert

“Él es un don Juan, es muy noble, extremadamente noble. En la Navidad pasada niños de la comunidad le explotaron un fosforito en la cabeza. El vigilante de uno de los estacionamiento me dice: ‘por favor catira, ayúdame a sacar un perro muerto del carro, se metió ahí y se murió’. Según el vigilante, Albert ya tenia una semana ahí. Me pongo mis guantes, mi tapa boca, las bolsas, busco todo y cuando veo todavía sonreía. Todavía tenía aliento de vida, pero era un costal de huesos. Entre el vigilante y yo los subimos hasta acá. Esta fue una de las recuperaciones mas milagrosas, porque aparte de que estaba en los huesos, tenia media cabeza comida, gusanos, necrosis fuerte. Y ahí esta feliz y vivo”.

Albert

Bambi

“Ella es un niña especial, ella recibió una contusión en la cabeza cuando era una cachorrita, mas o menos a un mes y medio de nacida le tiraron una piedra” y se la pegaron en la cabeza. “Por varios meses estuvo como un papelito”, es decir, muy delicada. “Había que alimentarla con jeringa, estimularla para que hiciera sus necesidades. Era como un trapito, no se movía ni nada. Mi mamá fue la que la recuperó; todos los días le hacia sus terapia, la bañaba con agua tibia, le hacía masajes. Hasta que un día, cuatro meses después, se medio paró, se apoyó de una pared y caminó. Así poco a poco empezó a caminar”.

Bambi

Sashita

“Ella es firifire (flaquita) porque a ella solo le gusta el pollo y aquí nada mas se come perrarina y arroz, por eso casi no come. A ella le pasó una moto por encima intencionalmente en el estacionamiento del edificio. Muchas personas vimos cuando el muchacho lo hizo. Los vecinos al ver eso lo cacerolearon y le gritaron cosas al muchacho que la pisó. Sashita tiene una cicatriz en un muslito de su patica; a veces cojea y se queja. El veterinario dice que le pudo haber quedado una fisura y por eso se queja y llora”.

Sashita

Waldo

Waldo

“A él le pasó un Jeep dos veces por encima, hace como 9 meses. No caminó por tres meses. Fue mejorando a punta de medicación y de que Roberto (la pareja de Jessica) lo llevaba todos los días hasta la cancha de tierra para que hiciera ejercicios, hacerle terapia y masajearle las paticas. Así a los 3 meses empezó a caminar con 3 paticas y hasta el sol de hoy todavía camina con tres paticas. Cuando ve a Roberto camina con las cuatro (dice entre risas)”.

Pelusa tres patitas

“Ella es muy alegre, es muy feliz, ella no sabe que le hace falta su pata. Porque brinca, salta y corre como cualquier perro. Es muy risueña. Un carro le paso por encima y cuando la trajeron, el hueso lo tenía infectado y tuvieron que amputarle la patica, pero ella es feliz, juega mucho”.

Pelusa sólo tiene tres patitas, pero no lo sabe.

Fiera

“Él es un perrito que es muy agresivo con la gente que tiene mala energía. El fue muy maltratado, le caían a palo y a patadas. Es amable con la gente que es buena y sabe que no le van hacer daño”.

Fiera

Este refugio ha significado para estos 60 perritos una nueva oportunidad para vivir, por eso es necesario crear centros veterinarios populares para que personas que no puedan pagar una clínica veterinaria privada pueda hacerlo o que un animal en situación de calle tenga una nueva opción: ser curado y adoptado. La ilusión que tiene Jessica de como visualiza este refugio en el futuro es: “A mi me gustaría que este espacio fuera parte de la Misión Nevado y me gustaría que se construyera un centro veterinario popular, sobre todo para estas zonas donde habitan personas humildes. A veces, mucha gente tiene muchos animalitos y quiere ayudarlos y no puede por el alto costo de la vida. Muchos veterinarios lamentablemente son muy monetaristas, a veces carecen de vocación para contribuir con la salud animal, sino que trabajan por el dinero; si no tienes dinero, entonces que se muera tu animal. Me gustaría que fuese un centro de ayuda popular para los animales y la gente que tiene mascotas, con precios accesibles, donde también se le pueda dar esa ayuda a los perros y gatos de la calle que no tienen hogar”.

Jessica Luna visita el refugio aproximadamente 2 veces al día para darles comida y tratamiento a los perritos y gatos que tiene allí. Es importantísimo la donación de alimentos y medicinas para que Jessica pueda seguir ayudando a estos amiguitos. Si esta interesado o interesada en colaborar, puede comunicarse a través de su cuenta en Facebook.