Lo que a media tarde parecía otro día de manifestaciones en las calles de Atenas se convirtió en una batalla campal a partir de las ocho de la noche de este domingo. Varios edificios, decenas de tiendas, bancos, un cine, cajeros automáticos, carros, cafeterías y hasta una tienda de armas en el centro de Atenas ardieron en llamas, como reacción a la aprobación de “ajustes” por parte del Parlamento griego, impuestos por Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de salvar a Grecia de la bancarrota. Se aprobó recortar 22% el salario mínimo, el despido de 15.000 funcionarios este año (150.000 en tres años) y el recorte en las pensiones.
Texto: Público
Durante la noche de este domingo, el Parlamento heleno votó a favor del draconiano plan que someterá a los ciudadanos a un nuevo ajuste de cinturón que durará tres años y equivale al 7% del Producto Interior Bruto de Grecia. Esto supone un triunfo del primer ministro, el tecnócrata Lukas Papadimos, que horas antes de la votación presionaba a los diputados para que apoyaran los recortes blandiendo el miedo al “caos social” si Grecia no sigue las directrices de la UE y se ve forzada a salir del euro.
El voto a favor de las medidas de los dos partidos que sostienen al Gobierno, el socialista Pasok y el conservador ND, fue suficiente para ratificar el acuerdo sobre la quita de los títulos de deuda griega (los acreedores dejaran de cobrar 100.000 millones, la mitad de lo que poseen) y el nuevo plan de rescate de 130.000 millones de euros que evitará que el país entre en suspensión de pagos el 20 de marzo, cuando tiene que afrontar un pago de 14.400 millones.
Al final, hubo una cómoda mayoría: votaron 279 diputados, de ellos, 199 a favor y 75 en contra. Hubo cinco abstenciones. Un total de 11 diputados del socialista Pasok y nueve de ND rompieron la disciplina de voto de las dos formaciones y rechazaron los recortes. Se abstuvieron otros nueve parlamentarios del Pasok y uno de ND, igual que el grupo parlamentario de Laos, la formación ultraderechista que la semana pasada abandonó el Gobierno por desavenencias. Los políticos obviaron, así, el rechazo social a las drásticas medidas de recorte.
Horas antes, en las calles, la sociedad griega hizo una demostración de esta fuerte oposición a medidas como el recorte del 22% del salario mínimo (se sitúa ahora en más de 750 euros), además de la salida de 15.000 funcionarios este año (150.000 en tres años) y el recorte en las pensiones, básicamente.
Campo de batalla
El centro de la capital se convirtió en un campo de batalla. Las protestas en la plaza Syntagma, enfrente del Parlamento heleno, se iniciaron con la manifestación convocada por las confederaciones de trabajadores en contra de los recortes salariales y la derogación de los convenios generales. Alrededor de unas 10.000 personas acudieron a Syntagma y volvieron a aparecer las banderas de los indignados.
Luego fueron sumándose miles y miles. Los más enfurecidos obligaron a la Policía antidisturbios a salir a las calles, no con mucho éxito. A última hora de la noche, circulaba el rumor en algunos medios de que el ministro de Orden Público había dimitido. Al cierre de esta edición no había podido ser confirmado, al igual que la posibilidad de que las protestas se hubieran saldado con un muerto.
Los enfrentamientos prendieron cuando el cantante Mikis Theodorakis, uno de los convocantes de la protesta junto a los sindicatos, pidió a la policía que le permitieran subir a las escaleras del Parlamento para dirigirse a las masas, los antidisturbios arrojaron gases lacrimógenos a los miles de personas concentradas en la Plaza Sintagma, “sin que mediase provocación”, según testigos presenciales.
Un amigo del cantante, de 86 años, denunció en declaraciones a Radio Real FM que se trató de “un intento de asesinato” y que la policía disparó el gas hacia Theodorakis.
Sí hubo más de un centenar de heridos (una parte importante eran policías) y más de 50 detenidos. Alrededor de Syntagma y hasta la plaza central de Omonia, manifestantes instalaron barricadas y prendieron fuego a varios contenedores para protegerse contra los gases lacrimógenos que arrojaron los policías.
Grecia inauguró “el club de los malditos del euro” hace dos años, cuando reveló que sus cuentas públicas eran de cartón piedra, su agujero económico mayor a lo revelado y que, en fin, no podía pagar sus deudas. Un país pequeño, de 11 millones de habitantes y apenas el 2% del producto de toda la zona euro, esta noche tiene a Europa en vilo. Otras manifestaciones marchaban en otros puntos de la ciudad para protestar por las condiciones de austeridad que piden Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para liberar el segundo rescate, de 130.000 millones, aunque puede incrementarse en 15.000.
Porque Europa, y especialmente Alemania, desconfía de una Grecia que no acaba de aplicar las reformas, que en octubre cifró la evasión fiscal en 37.000 millones. El plan diseñado por la troika –UE, FMI y Banco Central Europeo- supone un ahorro de 3.300 millones este año, contempla la rebaja del salario mínimo en un 22% y el despido de 15.000 funcionarios en 2012. Además de la inyección del FMI y la UE, la banca renunciará a cobrar la mitad de los 206.000 millones que tiene en deuda helena.
Atenas necesita el dinero antes del 20 de marzo, cuando vence una deuda de 14.500 millones. Pero la población piensa en los recortes que ya ha sufrido y en la recesión. Konstantina Ierissiotiu, una profesora de francés de 50 años, daba cuenta de ello ayer, frente al Parlamento: “Mi sueldo ha bajado de 1.000 a 700 euros, y así, con la subida de impuestos, no se puede vivir”.
“Este Gobierno no tiene legitimidad para firmar ese contrato con la troika. Son traidores al pueblo griego”, se quejó un hombre de unos 50 años que portaba una pancarta exigiendo elecciones y pidiendo a “los pueblos del sur de Europa” que se rebelen.
En los últimos días, seis miembros del Gobierno han dimitido en protesta contra el citado pacto, que incluye severas medidas de austeridad, y el partido ultraderechista LAOS ha abandonado el Ejecutivo.