Miles de personas en todo el mundo protestan este sábado contra el gigante de la biotecnología Monsanto, empresa que es sumamente criticada por impulsar la distribución de semillas transgénicas altamente perjudiciales para la salud. En lo que se ha denominado un “grito mundial contra Monsanto”, más de 40 países confirmaron su participación en la movilización, que busca, en primera instancia, oponerse a la falta de investigación gubernamental sobre los efectos a largo plazo de los productos transgénicos. En Caracas, la Campaña Nacional “Venezuela Libre de Transgénicos” llama la atención en contra de un proyecto de Ley de Semillas que estaría siendo impulsado por empresas transnacionales; cientos de personas se congregaron en la Plaza de los Museos de la ciudad capital.
Texto: Alba Ciudad, Telesur
La protesta alcanza los cinco continentes. En horas de la mañana, se informó que activistas en Sudáfrica y Japón se sumaron a la protesta mundial, que alcanzó las redes sociales.
En Caracas, la protesta se realizó en la Plaza de los Museos. Movimientos políticos, ecosocialistas, anti-transnacionales y antiglobalización, así como colectivos en pro del trueque como alternativa comercial, se hicieron presentes este sábado en la tarde.
Uno de los temas más importantes tiene que ver con un proyecto de Ley de Semillas que estaría siendo impulsado por empresas transnacionales, según denuncian miembros de la Campaña Nacional “Venezuela Libre de Transgénicos”. En la concentración se recolectaron firmas para suscribir un documento, que rechaza “la intención de Fedeagro de promover la entrada de cultivos transgénicos al país, exigimos la participación popular en las discusiones de la nueva Ley de Semillas que se esta realizando en la Asamblea Nacional, para ratificar en esta ley el legado del Comandante Eterno de una Venezuela Libre de Transgénicos”.
El documento dice en parte:
En el año 2006 el Comandante Supremo Hugo Chávez expresó su firme rechazo a la entrada de semillas y alimentos transgénicos al país, cuando expuso: “Nos oponemos a la tentativa del gobierno imperial de los Estado Unidos y de sus empresas transnacionales de introducir organismos transgénicos en el ambiente… y combatimos decididamente las semillas “terminator” porque ellas atentan contra el sentido de la vida… Manifestamos nuestro apoyo y la necesidad de reconocer a los pueblos y comunidades que durante siglos y milenios han desarrollado la diversidad agrícola” (Hugo Chávez en el Manifiesto de las Américas; Curitiba, Brasil, 20 de abril de 2006)
A pesar de que Chávez planteo e hizo reiteradamente énfasis en la prohibición y los peligros del uso de semillas transgénicas, así como a la injerencia imperial que esto representaría, vemos con preocupación el hecho de que la Ley de Semillas, Material para la Producción Animal e Insumos Biológicos, vigente desde el año 2002, así como la propuesta para la creación de la nueva Ley de Semillas, no prohíben la importación y producción de semillas transgénicas, sino que establecen regulaciones que posibilitan la entrada de estos productos al país, aún y cuando son conocidas las graves consecuencias sociales, ecológicas y geopolíticas que ha causado el agronegocio transgénico en países como Brasil, Argentina y Paraguay, deforestando la selva amazónica, asesinando líderes campesinos e indígenas, desplazando comunidades enteras y auspiciando golpes de estado como en el caso de Paraguay.
Igualmente, nos preocupa la aparición dentro del articulado de la propuesta de ley, de elementos relacionados con la obtención de certificados y derechos de obtentor, que apuntan hacia la privatización de la semilla, que es y debe ser reconocida y respetada como un patrimonio ancestral, libre y soberano, que pertenece únicamente a los pueblos que las han multiplicado, conservado y mejorado con el conocimiento tradicional desde hace milenios. Esta legislación no reconoce la semilla campesina e indígena, ni contempla ninguna figura del poder popular, irrespetando el derecho del pueblo a ejercer el control soberano sobre sus semillas y alimentos.
Continúa el documento:
El agronegocio transgénico es un modelo agrario capitalista y una continuación de la lógica imperial de la revolución verde, que tiene como principal objetivo la acumulación de capital, y no la alimentación de los pueblos ni el cuidado de la Madre Tierra. Debe ser identificado como una de las más severas formas de violencia que debemos enfrentar como sociedad y que el movimiento por la paz y la vida debe visibilizar sus impactos como un modelo de agresión que vulnera el derecho a la alimentación.
Los intereses de las grandes transnacionales que dominan hegemónicamente la investigación, producción y mercado de semillas transgénicas, sólo persiguen la acumulación de capital y el control de todos los sistemas agroalimentarios del planeta, creando principalmente cultivos transgénicos resistentes a la aplicación de agrotóxicos herbicidas que ellos mismos producen.
Los transgénicos no garantizan la soberanía alimentaria de nuestros pueblos sino que son una herramienta tecnológica imperial y corporativa que concentra propiedad de la tierra en pocas de manos, es decir, fortalece el latifundio que genera relaciones de explotación considerado por la Revolución Bolivariana como contrario al interés social, privatizan la semilla a través de las patentes y derechos de propiedad intelectual, erosionan nuestra diversidad biológica, potencian la contaminación y uso indiscriminado de agrotóxicos y vulneran la soberanía de los pueblos a través del control tecnológico, económico y político.
Investigaciones científicas demuestran que es falso el mito de la mayor productividad del agronegocio transgénico, ya que hay datos que afirman que la mayoría de la población mundial se alimenta con productos generados con tecnologías locales tradicionales. Hoy solicitamos ejercer nuestro derecho a la contraloría social de los sistemas de investigación nacional y la generación de investigación, pertinente y emancipadora que apoye a la agricultura campesina, así como el fortalecimiento de programas de detección de transgénicos y rechazamos la lógica cientificista que invisibiliza y menosprecia la agricultura tradicional como lo han hecho tradicionalmente las ciencias agrícolas de la Revolución Verde.Existen investigaciones científicas que demuestran que el consumo de alimentos transgénicos puede causar daños a la salud humana, además de que los cultivos tradicionales pueden ser desplazados y/o extinguidos por las semillas invasoras transgénicas. Todo esto revela cómo la introducción de esta tecnología al país representa un atentado en contra de la soberanía nacional, en contra de la salud y en contra del patrimonio biocultural ancestral de nuestros pueblos. Exigimos el etiquetado de los alimentos producidos con cultivos transgénicos como derecho a la información de los y las consumidoras.A todo esto se suma la ofensiva que los distintos poderes económicos empresariales nacionales han emprendido en su afán de introducir al país los cultivos transgénicos, cuyos casos más emblemáticos se encuentran en las presiones que ha iniciado Fedeagro, ala agroindustrial de Fedecámaras y aliados de las grandes trasnacionales del agronegocio, así como el caso de las Empresas Polar, quienes no solo manejan un oligopolio, acaparador y especulador en la producción de alimentos y mantienen a través de sus fundaciones y empresas filiales, laboratorios de investigación biotecnológica, sino que además, desde hace tres años han establecido alianzas con la transnacional Monsanto para la producción de maíz transgénico en el piedemonte y la altillanura del Río Meta, en Colombia. (Fuente: Diario El Tiempo, Colombia).
En otros países, la marcha contra Monsanto también atrajo participantes. “La marcha es para ayudar a proteger la salud de mis hijos. Los efectos en la salud de los transgénicos a largo plazo son un tema de debate y no quiero que mis hijos se conviertan en conejillos de indias”, dijo Sarah Saunders, una de las organizadoras del evento en Australia.
El portal Rusia Today (RT) reportó este sábado que las ciudades más grandes de Reino Unido como Londres, Bristol, Glasgow, Manchester, Douglas, Torquay y Nottingham se han unido a la iniciativa.
Uno de los activistas del movimiento contra Monsanto, Nick Bernabe, dijo citado por RT que las políticas de Monsanto, entre otros problemas, causan “una epidemia de suicidios entre los agricultores” en diferentes partes del mundo, por ejemplo en la India.
“Monsanto les vendió una especie de semilla que les prometía obtener buena cosecha, pero al final resultó que esas semillas no llenaron la esperanza. Esto llevó a muchos agricultores de la India a la pobreza absoluta, lo que provocó los suicidios en masa”, comentó. Los organizadores del evento estiman que unos 200 mil activistas por todo el mundo participarán en la campaña masiva que abarca seis continentes, 40 países y, al menos, 48 estados de Estados Unidos.
Para los organizadores, el objetivo es alzar la voz para recordar el efecto perjudicial que tienen los productos transgénicos y que ampliamente son producidos por los gigantes bitecnológicos sin ningún impedimiento. Muchas investigaciones han demostrado que los productos transgénicos son altamente dañinos para la salud y pueden causar cáncer, infertilidad e incluso malformaciones en los fetos.