Fallece Fruto Vivas, uno de los más destacados arquitectos venezolanos

Este martes 23 de agosto se informó del fallecimiento del destacado arquitecto venezolano Fruto Vivas, a sus 94 años de edad. La información fue difundida inicialmente por el periodista Roberto Malaver en su cuenta en Twitter.

Texto: Alba Ciudad (LBR), VTV y Prensa FEPR

El ministro venezolano para la Cultura, Ernesto Villegas, señaló: “Sí, partió a otro plano, pero ese fruto no ha muerto. Dedicó sus 34 mil 548 días a regar semillas de amor y conciencia por la Tierra, por la Naturaleza, por la Vida. Gracias, Venezuela, por haber parido al maestro Fruto Vivas, arquitecto de una humana Humanidad”. Villegas también compartió la versión digital del libro “Las casas más sencillas”, escrito por Vivas.

José Fructoso Vivas Vivas (Fruto Vivas) nació en La Grita, municipio Jáuregui del estado Táchira, “un poco más arriba de la curva del Callejón del Verde, (en el) Páramo La Negra” un 21 de enero de 1928, en una carpa de lona andante, por el oficio de su padre.

Se conocen de su larga trayectoria obras como la Iglesia de Santa Rosa, Valencia, el Club Táchira en Caracas; el Hotel Moruco en Mérida, la Iglesia del Santo Redentor en San Cristóbal; la Iglesia de la urbanización de Zapara en Maracaibo; el Hotel La Cumbre en Ciudad Bolívar; el Proyecto para la sede de la ONG Vidas Recicladas en Santos, Brasil y La Flor de los Cuatro Elementos, en Caracas.

El Club Táchira

En 1955 trabajó con el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer para el Museo de Arte Moderno de Caracas. En 1956 se graduó de arquitecto en la Universidad Central de Venezuela.

Influido por el estallido de la Revolución cubana y su sentimiento intrínseco a favor del pueblo, se unió de manera clandestina a la lucha armada contra el gobierno de Rómulo Betancourt; se enlistó en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y trabajó en una fábrica de armas. Una vez descubierto y despedido de la universidad, Fruto se trasladó a La Habana, Cuba, donde dirigió durante tres años el Centro de Tecnología de la Vivienda, desde el que diseñó casas seguras y prefabricadas para guerrilleros, así como refugios de armamento.

La Flor de Hannover o Flor de Venezuela, hoy instalada en Barquisimeto.

Construyó el Pabellón de Venezuela para la Exposición Universal de Hannover 2000, proyecto polémico pero que resultó del agrado de los visitantes, siendo luego del Pabellón de Alemania, el segundo más visitado. Está caracterizado por la forma de flor, la ligereza de la estructura de acero y vidrio, la movilidad de la cubierta y el contenido de la exposición basado en la sociedad, tecnología y biodiversidad del país. Una flor sobredimensional de 18 metros de altura sobresale del edificio y que sus pétalos de 18 metros se abren y cierran según el estado del tiempo. Actualmente está instalado en la ciudad de Barquisimeto.

A partir de ese diseño, consolidó lo que algunos de sus colegas denominan un “nuevo lenguaje arquitectónico”, en el que se busca imitar la naturaleza a partir de sus leyes de concepción, de manera respetuosa con esta misma, que integre la mayor cantidad de materiales orgánicos, que sea fresca y adaptable al clima, ultraliviana, ultraeconómica, simple y accesible para todos. Este concepto le valió el principal premio de la IX Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU) en 2014.

“Árbol para la vida”, obra de Fruto Vivas en Lechería, estado Anzoátegui

Además, fue el creador del Mausoleo del Comandante Hugo Chávez, en el Cuartel de la Montaña. La obra, titulada “la Flor de los Cuatro Elementos” representa el fuego, al viento, a la tierra y al agua. Fue levantada sobre un estanque de agua en apenas diez días. Se expande en pétalos verdes, rosados y grises, como metáfora del florecer de la nueva patria y la América naciendo y significa el florecer de los ideales de la patria.

Flor de los Cuatro Elementos: Mausoleo al Comandante Chávez en el Cuartel de la Montaña, Caracas

Al respecto, nuestra fallecida compañera Enza Tibisay García, entonces periodista de Alba Ciudad, entrevistó en aquel momento a Fruto Vivas desde la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) el 18 de marzo de 2013, donde él contó cómo elaboraron la Flor en menos de diez días, en medio del inmenso dolor por la partida física del admirado líder revolucionario.

Fruto Vivas cuenta cómo construyó la tumba: "Chávez tenía que descansar sobre una flor"

Otro importante documento audiovisual es la entrevista que Walter Martínez, conductor del programa Dossier, realizó a Fruto Vivas en noviembre de 2016.

Walter Martínez entrevista a Fruto Vivas en Dossier

Su libro “Las casas más sencillas” puede descargarse del sitio web de la editorial El Perro y La Rana. Vivas también condujo un programa de televisión del mismo nombre, cuyos episodios pueden encontrarse en el canal de Youtube de ColombeiaTV, televisora del Ministerio de Educación de Venezuela.

Biografía

En el sitio web de la mencionada editorial también puede encontrarse una completísima biografía, que reproducimos a continuación.

Al arquitecto Fruto Vivas se le puede describir empezando por su casa: liviana y fresca, construida en Barquisimeto con láminas dobladas, bagazo de caña y techo de zinc… ¡con aislante para el calor! Así mismo es Fruto: natural, orgánico, autóctono, preventivo y muy, muy inteligente. No nació en Barquisimeto, sino en La Grita, estado Táchira, un 21 de enero de 1928, con el nombre de José Fructoso Vivas. Curiosamente, el venezolano detrás de las obras arquitectónicas más reconocidas dentro y fuera del país nació en una carpa de lona andante, debido al trabajo de su padre.

Sus primeros contactos con la profesión que le dio tanto reconocimiento fueron a muy temprana edad, cuando su madre le pedía que elaborara con barro las casitas para el pesebre. Cuando por fin se establecieron en Cordero, participó en la construcción de su propia casa. Tenía alrededor de 12 años y fue elaborada con barro tapia y bareque. Allí vivió rodeado de cafetales, en un pueblo pequeño y tradicional, donde las fiestas patronales y el sentido comunitario del lugar inspiraron su sensibilidad por lo popular, que años después se traduciría en su mayor proyecto de vida.

Pronto se mudó a Caracas con sus hermanos mayores, cuyos sueldos obligaban al tachirense a pintar y vender cuadritos de toreros en baldositas de cerámica para ganar su propio dinero. A falta del mismo, puso atención a un anuncio en el periódico: “Se busca dibujante arquitectónico”. Para ese entonces, no era dibujante ni arquitectónico, pero ya era bien creativo; dibujó una casa a la que llamó “Quinta Sinfónica” que tenía notas musicales en las rejas y obtuvo el puesto, a la edad de 16 años.

Ingresó entonces a la constructora Branger, donde conoció y trabajó para José Agüero, autodidacta y arquitecto innato, que acompañó el resto de su vida a Fruto e influyó en su intuición arquitectónica. Bajo el cargo de “proyectista”, debido a que no había escuelas de arquitectura en el país, el joven aprendió lo básico y más allá del oficio, incluso antes de profesionalizarse como arquitecto. Esto último ocurrió de la misma forma como se topó con la ocupación, a través de un titular en el diario: “Se abre la Facultad de Arquitectura de Caracas”.

Durante sus estudios en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), mató tigritos como calígrafo, pintor de anuncios de carretera, diseñador y ayudante del profesor Agüero. Poniéndole nombre y teoría a todo lo que ya había aprendido en la constructora, siendo apenas un estudiante, ganó el concurso del Club Táchira en 1955 frente a contrincantes de amplia trayectoria y diseñó la primera obra que lo ubicó ante el país como un prodigio de la arquitectura.

El Club Táchira es una edificación de superficie de doble curvatura y fue donde puso en práctica sus estudios sobre las estructuras límites y de mínimo peso, que tanto han caracterizado su trabajo. En ese proyecto, trabajó con el internacionalmente reconocido arquitecto español Eduardo Torrojas, quien le sirvió como maestro. También ganó los concursos del Club Demócrata y el Club Ciudad Olímpica de Cúcuta; además diseñó el Hotel Moruco de Mérida, en el que demostró su inclinación por la arquitectura populista, de la cual sería el mayor propulsor años más tarde.

Antes de graduarse, también se le llamó a diseñar la casa del gobernador de Caracas, que cautivó a Marcos Pérez Jiménez y cuya estructura hoy aún se conserva. Compartió con el mundialmente famoso colega Oscar Niemeyer, a quien admiró enormemente y de quien aprendió muchísimo. Al igual que su amigo Aquiles Nazoa, quien le enseñó todo lo que sabía sobre lógica estructural. En 1956, Fruto egresó y de inmediato se incorporó al cuerpo académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.

Unos años después, el arquitecto que había sido perseguido por los poderosos debido a su talento, empezó a ser perseguido debido a sus ideales políticos; influido por el estallido de la Revolución cubana y su sentimiento intrínseco a favor del pueblo, se unió de manera clandestina a la lucha armada contra el régimen de Rómulo Betancourt; se enlistó en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional y trabajó en una fábrica de armas. Una vez descubierto y despedido de la universidad, Fruto se trasladó a La Habana, Cuba, donde dirigió durante tres años el Centro de Tecnología de la Vivienda, desde el que diseñó casas seguras y prefabricadas para guerrilleros, así como refugios de armamento.

Arquitectura natural

Después de la experiencia en Cuba, regresó al país con ideas de arquitectura masiva y popular aún más arraigadas. Su filosofía arquitectónica se inclinó por completo a la búsqueda de estructuras de reproducción masiva y bajo costo, de múltiples usos y de realización tan sencilla que cualquiera pudiese construir su propia edificación; es decir, una arquitectura al alcance de todos, lo que trajo discrepancias con las políticas habitacionales de los gobiernos de la época que promovían la industria inmobiliaria capitalista.

Aun así, el arquitecto se integró a la vida civil sin apartarse de la lucha por los desfavorecidos. Participó en la invasión que propició la creación del Barrio Ezequiel Zamora, siguió investigando las estructuras límites y cómo integrarlas a la naturaleza, influenciado por el también famoso arquitecto venezolano Carlos Guinand Sandoz.

Según sus propias declaraciones para “Ser artista en Venezuela”, una vez más, un anuncio en el periódico le cambia la vida: “¿Quiere conocer Canaima?”. Empacó una toalla y un traje de baño; “¡Sí!”. Él y un amigo que lo acompañaba se descubrieron sin carpa y sin sleeping bag en la noche selvática. Uno de los guías indígenas los invitó a dormir en su morada, a lo que accedieron sin dudar y descubrieron un refugio inimaginable: la brisa trasladaba la espuma que se formaba al pie del Salto Ángel y esta, para bendición de los nativos, se acumulaba en la copa de los árboles, formando un techo de ligera espuma.

Como algo predestinado, toda la filosofía arquitectónica de Fruto vino de los árboles. Descansar en ese lugar de fábula le hizo reflexionar sobre la monumental estructura vegetal y su relación con la casa del hombre e ideó su mayor proyecto, “Árboles para vivir”. El primero de ellos empezó a hacerse realidad en Lechería, Anzoátegui, en la década de los setenta. Allí, el arquitecto fundió todo lo que había aprendido sobre la ligereza de las estructuras límites, el sentido social de la arquitectura masiva y popular y sus creencias sobre la armonía entre la naturaleza y la vivienda humana. Se armó entonces un edificio flotante con ciento ochenta apartamentos, que compromete menos el suelo, que se adapta a la temperatura y aprovecha las corrientes de aire y que, por ser prefabricado con materiales más livianos, su construcción demoró solo cuarenta y cinco días. Por esta y otras obras, recibió el Premio Nacional de Arquitectura en 1987.

En 1999, lo volvió a hacer. Se le designó el diseño del pabellón para la Expo 2000 en Hannover, Alemania. Fue cuando diseñó la famosa Flor de Hannover, alusiva a la orquídea venezolana sobre un tepuy, propio del país. Aunque a algunos les pareció un imposible, “La primera estructura automática mutante del mundo” se hizo realidad y llevó el nombre de Fruto a los rincones del mundo donde todavía no lo conocían. Posteriormente, en el 2008 fue trasladada a Barquisimeto y, en 2013, fue nombrada Patrimonio Cultural de Venezuela.

A partir de ese diseño, consolidó lo que algunos de sus colegas denominan un “nuevo lenguaje arquitectónico”, en el que se busca imitar la naturaleza a partir de sus leyes de concepción, de manera respetuosa con esta misma, que integre la mayor cantidad de materiales orgánicos, que sea fresca y adaptable al clima, ultraliviana, ultraeconómica, simple y accesible para todos. Este concepto le valió el principal premio de la IX Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU) en 2014.

Si bien mucha gente le adjudica la invención de esta filosofía, Fruto alega que él solo se ha inspirado en las insuperables estructuras que la naturaleza diseñó muchísimo antes que él, como los panales de las abejas o los nidos de los pájaros. Además, es fiel creyente de que las respuestas están en el saber popular y que los aborígenes hace tiempo desarrollaron estos conocimientos.

Todo su aprendizaje sobre arquitectura popular lo plasmó de manera didáctica en el libro Las casas más sencillas, un manual de construcción donde explica a las personas cómo realizar su propia casa con materiales económicos, consciente de que “cuando alguien hace su propio edificio, lo hace bien” y de que la arquitectura de las masas es una respuesta habitacional para los pueblos. En esa misma onda, condujo un programa de televisión homónimo, transmitido en varios canales del Estado.

Entre sus más recientes obras, figura el Mausoleo donde reposa el cuerpo de Hugo Chávez desde 2013, que diseñó junto con otros colegas de manera gratuita y al que incorporó una flor, en representación de la vida. En 2016 estuvo en proyectos de diseño de la Embajada venezolana en Cuba.

(Fuentes audiovisuales: “Ser artista en Venezuela”, Entrevista RT, Dossier y Registro Nacional Voz de Los Creadores).

Premios

  • En 1987 recibió el Premio Nacional de Arquitectura de Venezuela.
  • En 2009 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela.
  • En 2011 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET).
  • En la IX Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), también se anunció el Premio Iberoamericano al arquitecto venezolano Fruto Vivas en una edición de la Bienal que aspira a reconocer a «una arquitectura y un urbanismo orientados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos».
  • En 2014 Fruto Vivas recibe este Premio Iberoamericano, por “su consecuente trayectoria de más de 60 años en el oficio de la arquitectura, tanto a nivel proyectual como docente; dejando un sólido legado en la investigación de temas referentes a la innovación y la sustentabilidad en la construcción, tanto en el ámbito público como en el privado”.
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arnoldo rosales
arnoldo rosales
10 meses atrás

verdaderamente que el talento no improvisa, no se compra, ni se vende , como dice la cancion,’.. tuve la suerte de conocerlo en persona y comparti roles de dibujante con su hijo jose ali vivas, en una empresa constructora, vivienda venezolana dirigida por otro gran arquitecto el dr. maximo rojas chaves, mi profesor, al cual agradezco gran parte de mis conocimientos en el arte de diseÑar proyectar espacios y soluciones habitacionales…dios os bendiga….