El Museo de Ciencias (MUCI), de la Fundación Museos Nacionales (FMN), fue el punto de encuentro donde estudiantes de Ciencias de la Salud de la Universidad Latinoamericana y del Caribe (ULAC) participaron en una charla sobre la curiara, que se encuentra exhibida en el piso 2, como pieza del mes de julio de esta institución cultural.
Texto: Prensa-FMN
El encuentro fue encabezado por el jefe especialista de colecciones del MUCI, Hyram Moreno, quien detalló a los presentes sobre las particularidades de esta pieza tradicional de los indígenas venezolanos.
Moreno detalló que la curiara es una donación del Eco Museo del Caroní (Ciudad Guayana) y es parte importante del museo porque a pesar de no ser una pieza de colección (por no tener datos de campo) destaca porque puede informar a los visitantes la importancia que tiene como medio de trasporte de varias de las etnias indígenas de oriente y sur del país.
“Los Waraos utilizan la curiara como forma de trasporte, pero son los Ye’kwanas los que se llevan el mérito porque tienen la fama de ser los mejores navegantes de los ríos del sur de Venezuela”, explicó.
El pueblo indígena Ye’kwana es reconocido como uno de los mejores fabricantes de curiaras, las cuales son un producto importante en sus relaciones comerciales con otros pueblos indígenas y grupos criollos de la región. La elaboración de las curiaras tiene una importancia fundamental para ellos, ya que su forma de vida e identidad cultural está íntimamente relacionada con los ríos y la navegación.
El especialista detalló que en la actualidad los pueblos originarios venezolanos solo usan la curiara para movilizarse por los ríos. En el pasado, destacó, también fue usado para movilizarse en el mar, pero esto es una práctica ya en desuso. “Por ejemplo, desde la costa de Aragua hasta Los Roques, o la costa de la Península de Paria y las Antillas menores, por ejemplo la isla de Trinidad”, detalló.
Tradición y vida
La curiara es la embarcación más emblemática para la navegación en los ríos al sur del río Orinoco. Es un símbolo de la herencia cultural indígena, que mantiene intacta su vigencia hasta estos tiempos.
Pueden tener diferentes tamaños (desde tres hasta doce metros de longitud), dependiendo del uso al cual será destinada. Para los pueblos indígenas al sur del río Orinoco, la curiara es su principal medio de transporte y herramienta indispensable en su vida cotidiana: para la caza y pesca, para buscar agua y transportar los productos del conuco, para realizar viajes cortos para visitar otras comunidades o para viajes y expediciones largas.
Cuando la curiara no sirve más para la navegación, es utilizada para guardar la pulpa fresca de la yuca rallada, para lavar la ropa, para almacenar las bebidas fermentadas que se consumen en celebraciones o sus partes son aprovechadas en la construcción o reparación de otras embarcaciones. La curiara está presente en todas las etapas de la vida de los indígenas al sur del Orinoco.
En la elaboración de una curiara Ye’kwana, la responsabilidad recae en los hombres. Primero, se debe buscar el árbol adecuado (palo amarillo, laurel, palo cachicamo etc.). Luego, el tronco debe ser examinado cuidadosamente para determinar que no esté hueco y por dónde se va a hacer el corte, el cual se debe cortar cuando no hay luna, para evitar que la madera tenga gusanos.
Una vez talado el árbol apropiado, se comienza el primer tallado, con hacha y machete, por la parte central para darle forma. El interior del tronco se vacía hasta obtener la forma oval característica. La parte exterior se lija y se pule, hasta que el casco esté liso y parejo.
El interior de la curiara se ensancha dilatando la madera con fuego. En un proceso lento y minucioso, se van quemando pequeñas partes, en las cuales se encajan rolos de madera para evitar que se estreche al enfriarse. Por último, se mide la parte posterior de la curiara (popa) para ubicar una tabla de madera (compuerta) que cierra la curiara y se colocan diversos asientos de tablas. En este momento, la curiara está lista para ser lanzada al río.