Ernesto Villegas en LaIguana.TV: “Hoy la falla tectónica no es comunicacional ni cultural, sino económica”

El periodista Ernesto Villegas ha sido ministro de Comunicación e Información en dos ocasiones, y ahora se desempeña como titular del despacho de la Cultura. Con esa amplia óptica reconoce la importancia tanto de lo comunicacional como de lo cultural en la gestión revolucionaria, y añade un tercer elemento a la tríada: la educación. Pero advierte que en las actuales circunstancias nacionales, el punto que requiere máxima atención es la economía.

Texto y Foto: La Iguana

Villegas (Caracas, 1970) habló en exclusiva para LaIguana.TV sobre temas de los dos ámbitos en los que ha girado recientemente su actividad, y también sobre su oficio de comunicador social.

A continuación, una versión del diálogo que sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:

-Mucho se ha dicho que la falla tectónica de la Revolución es la comunicación. También hay quienes afirman que si la Revolución no es cultural, no es Revolución. Con la experiencia de conocer los dos ámbitos, ¿diría que la comunicación contiene a la cultura o al contrario? ¿Cómo se desenreda esa madeja?

-Hoy por hoy, la falla tectónica está en la economía, y esa es la prioridad que tenemos que abordar todas y todos para que podamos avanzar hacia el ideal de una sociedad más justa, de inclusión, de igualdad plena, de un socialismo humanamente gratificante. Ahora, sin duda que la educación, la cultura y la comunicación están vinculadas en una tríada inseparable. Hay una tentación de ver las cosas por compartimientos estancos, pero esos son tres ámbitos de la vida humana que no pueden separarse. Siempre les digo a los compañeros que la comunicación no es toda la cultura, pero la cultura sin comunicación no es cultura, es algo como un tesoro que se conserva a la espera de que alguien lo destape. Creo que es imperativo que la gestión cultural tenga un fuerte componente comunicacional. Quizá eso me viene de mi profesión, pero es la conciencia de que debemos comunicar lo que hacemos. En el país hay miles y miles de cultores que están todos los días ejerciendo su actividad pero no tienen la suficiente difusión. Es una falla que hemos arrastrado y debemos corregir. Muchas de esas informaciones son más importantes que la política, en la que un escándalo tapa a otro o una declaración altisonante tapa a la otra, mientras los procesos culturales continúan. Leía por ahí en un texto que la guerra cultural es la única que no se detiene. Entonces, nosotros no podemos bajar nunca los brazos.

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-En tu gestión has estado en contacto con la cultura profunda venezolana. ¿Has encontrado también allí esa contaminación de la que tanto se habla, la del rentismo petrolero, o los cultores populares han logrado salvarse de eso?

-Hay de todo, como en botica. Por supuesto que ninguno de nosotros podría lanzar la primera piedra para decir que es ajeno al rentismo petrolero. Eso ha generado una superestructura, una cultura de la cual es muy difícil zafarse. Pero al mismo tiempo hemos tenido la muestra, muy valiosa y emulable, de cómo los cultores han tenido que abrirse paso en las difíciles circunstancias económicas que tenemos para seguir avanzando en el ejercicio de las distintas disciplinas artísticas. Como ejemplo está el surgimiento de un circuito cultural alternativo que viene dándose, al que queremos estimular desde el Ministerio y desde el Gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros. Hay experiencias como Ciudad Canción, que lleva adelante Alí Alejandro Primera aquí en el Eje del Buen Vivir o Néstor Viloria en su propia residencia de San Antonio de Los Altos, donde realizan una velada artística en la que se comparte alguna comidita o un cocuy, mientras se disfruta de algún artista. En el campo de las artes hay una fuerza muy tenaz buscando mecanismos para una economía cultural que se dinamice y se motorice más allá de si está presente la mano del Estado o de los tradicionales mecenas de la cultura.

-Te correspondió estar en el Ministerio de Comunicación e Información en dos momentos muy duros: el del agravamiento y muerte del presidente Chávez, y el de las guarimbas de 2017. Me imagino que  ahora, en el Ministerio de Cultura, has sentido una baja en el nivel  de confrontación. ¿Es así?

-Bueno, sí, porque en esas otras responsabilidades y momentos me ha tocado el batallar más rudo del minuto a minuto. En Cultura también hay una confrontación que se da minuto a minuto, segundo a segundo, pero que tiene unos ritmos distintos. Debo agradecerle al presidente Nicolás Maduro Moros que me haya dado esta responsabilidad porque el fundamento, la nuez de un proceso revolucionario, es la cultura. En la medida en que transformemos la cultura y nos alineemos con unos determinados principios y valores de la sociedad nueva, podremos o no cantar victoria. Aquí se  dan unas dinámicas mucho más gratas porque es obvio que estar en la confrontación cotidiana con un factor político que adoptó la vía violenta para derrocar al Gobierno es algo mucho más rupestre que tener que interactuar con músicos de atril o populares, poetas, artesanos, bailarines, creadores que por más ardorosas que sean sus controversias siempre serán más gratificantes. Acá ha aprendido que en cultura no hay nada, absolutamente nada, que no sea debatible. Cualquier iniciativa en el campo de la cultura necesariamente conduce a un debate porque se tocan sensibilidades en lo estético, lo ético o lo ideológico. Este mismo hermoso mural (se refiere a la iguana de Kalacras que sirve de fondo a nuestro estudio de video) puede generar una discusión sobre los técnico, el fondo, las motivaciones… Así que aquí ha habido un batallar duro porque además perviven vestigios del sistema que queremos transformar. La visión elitista, por ejemplo, por más que se ponga una boina roja con la que se pretende asumir una postura revolucionaria. Tenemos que superar la visión que desdeña de lo popular, la que concibe la cultura como un dominio de élites ilustradas, sectores, grupetes, individuos, intocables. Menos mal que al lado de eso hay un inmenso movimiento cultural venezolano que está subregistrado porque decenas, centenares o miles de cultores de las diversas áreas y oficios que no tienen ninguna figuración y que están en la primera línea de los vulnerables frente a la crisis económica porque no tienen una contratación colectiva, unos gremios fuertes. El propio narcisismo, la vanidad, la visión grupal o sectorial que afecta a mundo de la cultura, impide su unidad. Si se unieran los cultores, artistas y creadores serían una fuerza política tremenda, pero hay algo lamentable que impide la organicidad. He lanzado la propuesta en diversos escenarios. El día que contemos aquí con una fuerte organización, como la que existe en Cuba, donde hay una Asociación de Artistas y Creadores, que tiene un peso específico en la sociedad cubana. Eso podría darle al sector cultural una agenda de lucha permanente para que no pase la concreción de un determinado proyecto por la amistad o cercanía con el ministro, porque los ministros pasan, pero la cultura queda.

Investigación sobre la violencia de 2017

-El Minci bajo tu segunda gestión hizo una investigación periodística de lo ocurrido en los cuatro meses de violencia de 2017. ¿Cómo se ve ese trabajo desde la distancia, especialmente luego de que buena parte de los detenidos fueron beneficiados con algunas medidas?

-Te confieso que no tengo información sobre si las personas que han recibido los beneficios judiciales son los responsables o no de los crímenes cometidos. Sí sé que recientemente falleció uno de los heridos, con lo que a cifra de muertos se eleva creo que a 176, un número  bastante más grande que la cifra a la que podríamos llamar oficial. ¿Por qué esa contradicción entre  esa cifra oficial y otra vocería que también lo es porque es una entidad del Gobierno? Eso es porque en la investigación periodística, que no pretende sustituir a la del Ministerio Público, no excluimos por ejemplo a los nueve fallecidos electrocutados en una panadería en medio de un saqueo que se produjo en medio de aquella noche loca de abril. Ahí están los nombres de esas personas. También están los de personas que sin estar vinculadas con la violencia política, sus muertes fueron politizadas por algún vocero. Consideramos que periodísticamente era importante aclarar eso. Es una investigación que tiene la ficha de cada caso. Por eso invito a quien quiera hacer una investigación sobre el tema, periodística o judicial, que revisen esas fichas, elaboradas muy profesionalmente por un grupo de compañeros y compañeras que, además, iban actualizando la información con  los datos nuevos. Esto tal vez pueda ser mejor entendido hoy que en su momento, cuando todos estábamos crispados sobre el tema, todo pasaba por el tamiz de la polarización. Nuestro interés era poner en negro sobre blanco qué era verdad y qué no, en el plano periodístico, de todo lo que se dijo en esos días, cuando los señalamientos y las acusaciones estaban acompasados con la violencia política.

-Fruto de esas actualizaciones, ¿hay algún caso sobre el que hayas cambiado de opinión en torno a lo que realmente ocurrió?

-Ahí está por ejemplo el caso de joven (Juan) Pernalete, actualizado al minuto de los acontecimientos. En un momento dado hubo una hipótesis policial que mostraba la posibilidad de una causa de muerte (herida por una pistola de perno). Luego, la entonces fiscal general de la República (Luisa Ortega Díaz) planteó una causa de muerte diferente (impacto directo de una bomba lacrimógena), por los resultados de la investigación de los fiscales a su cargo. Nosotros incorporamos esa postura del Ministerio Público en el informe porque la intención del informe es periodística. No pretende ser la última verdad. Además, incluso ninguna de esas dos versiones es palabra santa hasta que los procesos judiciales concluyan. Ahora, en total son 176 casos de fallecidos, seres humanos de carne y hueso a quienes lloran sus familiares y que son heridas que cargamos todas las venezolanas y todos los venezolanos, que afectaron nuestra convivencia y que merecen la precisión de las autoridades para esclarecer lo ocurrido para que, sobre todo, no nos vuelva a suceder como sociedad.

Brasil: hablará el pueblo

-En tu rol de periodista tuviste la oportunidad de entrevistar tanto a Luiz Inácio Lula Da Silva como a Dilma Rousseff, así que conoces a fondo el tema brasileño. Ahora mismo está en marcha una batalla judicial por la libertad de Lula. ¿Cómo ves ese caso?

-Te puedo hacer una infidencia periodística: cuando entrevisté a la presidenta Dilma para Telesur, horas antes de ser desaforada o destituida por el golpe parlamentario, le plantee algo que gravitaba en el ambiente y le pregunté si no temía que tanto ella como Lula podrían terminar en prisión. Recuerdo que su reacción fue un poco molesta frente a esa hipótesis. Prácticamente lo despachó como algo absurdo, y me llamó la atención esa actitud de ella porque quizá a nosotros, que habíamos vivido el golpe de abril, nos resultaba más claro que eso que se había activado contra ella y contra Lula era un golpe con todo, hasta el final. A nosotros, que vimos como los golpistas se llevaban preso a Chávez, no nos parecía nada raro que a algo de eso pasara. Ahora vemos que, en efecto, terminaron llevándose preso a Lula. La derecha no come cuentos. Cuando está en la oposición es extremadamente exquisita con el tema de los derechos humanos, pero cuando está en el Gobierno es extremadamente directa en su violación. Eso del debido proceso, del derecho a la defensa y todas esas cosas que le reclaman, con justicia porque no defiendo lo contrario, a los Gobiernos de izquierda, esas mismas cosas, cuando está en el Gobierno, la derecha se las pasa por el forro. Y les queda normal porque la llamada opinión pública está como condicionada a que si se sube un Pinochet es natural y lógico que fusile a 300 mil personas, pero cuando sube al Gobierno alguien de izquierda, esa misma derecha y esa misma opinión pública se horrorizan cuando a alguien le dan un pescozón. Sin ánimo de intervenir en política interna brasileña, ya que estoy en responsabilidades de Gobierno en Venezuela, creo que es un problema más político que jurídico y que no serán los magistrados en los estrados, sino el pueblo brasileño en las calles, el que defina el rumbo político de Brasil y, con él, el destino de América Latina.

De repente, Chávez

-Otro libro tuyo contiene entrevistas sobrevenidas, hechas de repente, cuando el comandante Hugo Chávez llamaba para tu programa de Venezolana de Televisión. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué recibimiento ha tenido el libro?

-Tal vez le cambiemos el título al libro, que se llama Buen día, presidente, por De repente, Chávez. Porque estábamos haciendo una entrevista como esta y me pasaban un papelito para decirme que el presidente Chávez quería intervenir desde Miraflores. Entonces había que improvisar una conversación con el comandante que, además, interactuaba con los invitados que estaban en el estudio. Fue una oportunidad histórica tremenda esta que se presentó a partir de julio de 2011, cuando él regresó de La Habana, de su primera operación y adoptó esa rutina. Ante de eso, él nunca veía el programa porque era muy temprano, y él se acostaba muy tarde. Los lectores me han referido que ha sido una experiencia muy grata el pasearse por aquellas entrevistas, ahora en forma de libro. Contienen lecciones, anécdotas de mucha actualidad, por cierto. Sientes que estás hablando con el comandante.

 

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