El 27 de diciembre “Ajé Benito” vibra en los tambores merideños de Palmarito

Foto: Cortesía

Cada 27 de diciembre el golpe de “Ajé Benito” retumba en los tambores por las calles de Palmarito, en el municipio Febres Cordero del estado Mérida, día principal de fiesta en honor a San Benito de Palermo, que es en el sincretismo afrodescendiente “Ajé”, la deidad de los mares. La tradición preservada en la comunidad de origen eminentemente africano se remonta a tiempos de la colonia española, época en que la impuesta religión católica se mezcló con la adoración tribal a la deidad Ajé, inherente a los esclavos africanos, hoy afrovenezolanos.

Texto: AVN

El 26 de diciembre en la noche se ultiman los detalles para la celebración, y las gaitas de tambores recorren el poblado, ubicado en la costa sur del Lago de Maracaibo, unos 66 kilómetros al noroeste de la capital merideña.

A las 2:00 de la madrugada del 27 comienzan los ensayos de tambor de los Chimbángueles, danzantes y devotos, que al ritmo de los cueros y de flautas de madera de orumo, marchan al encuentro de la tradicional gaita de tambora, pautado para las seis de la mañana, y que transcurre hasta las nueve.

Una tradición de arraigo afrovenezolano

“Todavía en África, Angola se ejecutan festividades similares. Nosotros mantenemos esa tradición a pesar del transcurrir de los años, a pesar de la imposición de otra religión. Hicimos una adaptación que se transmitió hasta nuestros días por nuestros ancestros. Llevamos ese legado para la posteridad”, comenta Asnolida Basabe, entrevistada por la Agencia Venezolana de Noticias (AVN).

El testimonio de la integrante de una cofradía de vasallos, trasciende el registro documental levantado por historiadores e investigadores, cuyas obras atesoran las bibliotecas de Mérida.

“Es posible que la devoción hacia el santo negro se difundiera desde el Sur del Lago de Maracaibo hacia Los Andes”, apuntan Daría Hernández y Cecilia Fuentes, en el libro Fiestas Tradicionales de Venezuela, pero la comunidad afro de la costa sur del lago, prefiere precisar el origen de la tradición en ultramar, en tierras de la madre África.

El instante álgido de la fiesta

Después de compartir una sopa de costilla (sancocho), Chimbángueles y devotos se preparan para el instante más álgido en la celebración. A las 12 del mediodía, un vasallo sale del templo llevando la imagen de San Benito. Le sigue otro vasallo que lleva una bandera. Juntos danzan al ritmo y golpe de Ajé, para emprender la colorida y sonora procesión por el pueblo.

“Ajé es una divinidad africana. En época de la colonia se impuso a San Benito, pero en nuestra tradición, la imagen sale y entra al templo danzando al ritmo y golpe de Ajé de los tambores”, cuenta Asnolida. “Ajé Benito, Ajé”, resalta, es el grito de los danzantes.

El culto a San Benito, atribuye a la deidad poderes para interceder por la salud, para ayudar en el trance de muerte, proteger las cosechas, garantizar la pesca y el buen desenlace de los negocios.

Las celebración para Ajé (San Benito), la peregrinación y danza de sus devotos se extiende por la costa sur del Lago los días 25, 26, 27, 28 y 29 de diciembre, con encuentros de Chimbángueles en El Batey, San Juan, Palmarito, La Conquista y Palo de Flores, respectivamente. La tradición, también tiene expresión en las poblaciones de Bobures y Gibraltar, en la confluencia limítrofe de los estados Mérida, Trujillo y Zulia.

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