Con cantos de amor de la música popular venezolana, compases nostálgicos de la guitarra clásica y apasionados cuatros y toque de tambores de tamunangue, el insigne músico venezolano Alirio Díaz fue acompañado este jueves hasta su última morada por sus familiares y amigos, autoridades nacionales y locales, así como el pueblo caroreño que lo amaba.
Texto: AVN
La salida del féretro del Teatro Alirio Díaz, donde se encontraba en capilla ardiente desde este miércoles, estuvo precedido por decenas de homenajes que le hicieron músicos de los más diversos géneros musicales populares, así como de la música clásica.
Estos mismos músicos, así como funcionarios, autoridades y el pueblo caroreño le guardaron cuadros honor al maestro hasta poco antes de salir, en su último viaje, por las calles soleadas de Carora.
Músico grande y humano
El guitarrista tachirense Rafael Suárez, uno de los que participó en el homenaje musical, dijo que la partida de Alirio Díaz “es un acontecimiento de suprema importancia por ser un gran artista y un excepcional ser humano. Tuve una cercanía muy grande con el maestro, fui su alumno en diversas ocasiones y puedo dar fe de su magistralidad como guitarrista, así como su humildad como ser humano”.
En el recital en honor al maestro, que se inició este miércoles, cuando llegaron sus restos mortales a Carora, hasta este jueves, cuando fue llevado hasta su última morada, Suárez interpretó varias piezas, como Melancolía y Canción Caroreña, de Rodrigo Riera; Árnida, de Antonio Lauro, y Valls Número 2 de Chopin.
Rosa Mendoza, del grupo de música popular Abrebrecha, de Carora, contó: “Ha sido una gran emoción para mí participar en este acto lleno de amor por el maestro, ha sido realmente sublime”. Como anécdota contó que el maestro Alirio Díaz, con quien compartió escenario, una vez quiso tomarse una foto con ella, por la manera que ejecutaba las maracas con pasión caroreña.
“Esa foto la guardo como un gran tesoro”, dijo Mendoza, integrante de unos de los grupos e intérpretes que levantó al público de sus asientos en las exequias, por su hermosura musical y sensibilidad puesta en sus canciones.
Al cuerpo del maestro lo despidió del teatro la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, capítulo Carora, y lo llevaron a su último paseo por las calles de esta ciudad centro-occidental del país grupos de tamunangue con sus cantos a San Antonio, toque de cuatros y de tambora.
Del Teatro Alirio Díaz el féretro fue llevado en hombros del pueblo a la Catedral de Carora, donde se ofició una misa; posteriormente fue pasado por el frente de la antigua casa de Cecilio Chío Zubillaga, uno de los guías de Alirio Díaz, para posteriormente ser llevado a su última morada, el Cementerio Municipal de Carora, acompañado siempre del pueblo caroreño.