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Unas 20 agrupaciones de chimbángueles acompañaron el recorrido de 13,5 kilómetros de distancia, en medio de la lluvia de licor y el golpe del tambor que luchaban contra el incandescente sol y el calor para mantener en alto el ánimo de los devotos.
Al unísono las 150 mil personas apostadas frente a la Catedral de Cabimas gritaron en júbilo: San Benito de Palermo, el santo patrono de la ciudad, iniciaba el tercer recorrido por las calles para transitar junto al pueblo hacia la parroquia Ambrosio.
La fiesta religiosa dio paso al ritual de la lluvia del ron, tradición pagana que demuestra la devoción. Unas 20 agrupaciones de chimbángueles acompañaron el recorrido de 13,5 kilómetros de distancia, en medio de la lluvia de licor y el golpe del tambor que luchaban contra el incandescente sol y el calor para mantener en alto el ánimo de los devotos.
A cada cuadra, en cada esquina se multiplicaban las escenas de agradecimiento por los favores concebidos: niños con capas moradas, collares, y ron, bañaban la figura de tamaño natural y de 130 kilos de peso custodiada por “los amarillos”, encargados en velar por la seguridad de la imagen en la procesión.
“Mi padre sufrió un ACV el año pasado y lo encomendamos a San Benito; en menos de seis meses recuperó por completo la movilidad de sus piernas y manos y hoy se presenta ante el santo para agradecerle el favor concedido”, refirió Lorenzo Frías, habitante del sector El Golfito.
Viviana Lara, del sector Ambrosio, también cumplió su promesa, manifestada en dos botellas de licor como gesto de agradecimiento: “Toda mi familia es devota de San Benito y cada año le ofrecemos ésto para que siga cuidándonos y fortaleciendo la unión entre todos nosotros”.
Cerca de las 6:00 de la tarde el recorrido de regreso convocó a más creyentes. Siempre al golpe del tambor, se acercabana a la Catedral para “guardar” al santo.