Cinemateca Nacional rinde homenaje póstumo a su fundadora Margot Bencerraf

Sin duda alguna, Margot Benacerraf significó para el cine nacional lo que Teresa de la Parra a la literatura o Teresa Carreño a la música. Un territorio dominado por hombres donde irrumpe una mirada femenina, distinta y con la fuerza de una elevación creativa trascendente en lo estético, narrativo, institucional y cultural.

Texto: Alfredo Tamayo / Foto: FCN

A partir de este miércoles 14 de agosto, día del nacimiento de Margot Benaceraf, la Fundación Cinemateca Nacional abre un ciclo de homenajes a quien en vida fuera una cineasta pionera y fundadora de esta institución.

Según Vladimir Sosa Sarabia, presidente de la Cinemateca Nacional, esta sala es como un templo de los y las cineastas venezolanos. Margot Benacerraf no sólo hizo dos pilares de la cinematografía nacional, latinoamericana y mundial (Araya y Reverón) sino que pensó el cine, el hecho de fundar la Cinemateca con su altura intelectual. También quiso mucho a este país, sobre todo a través de sus instituciones.

Para Sosa Sarabia la obra más acabada, más importante y más trascendental de Benacerraf es la Cinemateca Nacional. “Una mujer que en el momento en el que decide, hace 58 años, fundar y avanzar en la creación de esta institución. Estamos hablando de una mujer que tiene una visión a larguísimo plazo”.

Entre las décadas de los 50 y 60, el hecho que alguien estuviera pensando en la conservación fílmica, en la preservación de la memoria cinematográfica de un país, era ya un pensamiento de avanzada.

“Hoy en día las cinematecas nacionales, creo yo, las cinematecas del mundo, nacionales o locales, regionales, las los archivos fílmicos, las filmotecas y los distintos nombres que reciben en distintas partes del mundo, han venido revalorizándose en la medida en que la exhibición y la distribución cinematográfica han venido transformándose en los últimos años a través de los sistemas de plataformas de streaming y sistemas digitales de exhibición. El espacio de la sala de cine como lugar para el encuentro con la cultura cinematográfica, es decir, no solo con el cine como hecho comercial, sino cultural, como una ventana a la humanidad”, recalcó Sosa Sarabia.

Margot Benacerraf entró en un mundo dominado por hombres y “resultó no sólo ser exitosa, sino que se convirtió, quizás, en la cineasta más importante de este país. No sólo por su obra cinematográfica, insisto, sino por lo que hizo después: la promoción del cine venezolano, la promoción del cine latinoamericano y la divulgación del cine del mundo en Venezuela. Detrás de eso, estaba su profundo amor por el país. Margot era eso, no sólo una mujer que hacía cine (cine hicieron muchos) sino que pensó el cine, que intelectualizó el cine y que amó, como pocos, este país” enfatizó el presidente de la Cinemateca Nacional.

Cine y poesía en la cámara de una mujer

El cineasta César Cortés, que también presentó el documental Palabra de Mujer, expresó que Benacerraf “era un personaje muy bien formado culturalmente, era una estupenda intelectual. Un legado que ella deja es la contemporaneidad. Descubre que el lenguaje audiovisual sirve para expresar como ella piensa y estaba al día”.

Alexandra Cariani, presidenta de la Fundación Audiovisual Margot Benacerraf, cargada de emoción expresó acerca de la cineasta que ella era una “enlazadora” de vidas que, aunque distantes y posiblemente sin conocerla personalmente, había logrado congregar y unir personas, por ejemplo, en una sala como la de la Cinemateca.

Destacó las ideas de Benacerraf de la exigencia cultural que debía tener un cineasta, “que tiene que tener una vara muy alta a nivel intelectual, así como sacar lo poético de lo cotidiano, extraer la poesía de lo más simple que puede haber (…) Ella enfatizaba mucho eso de dejar hablar a la imagen, dejar respirar a las películas, dejar respirar el relato (…) creo que tanto Reverón como Araya son unas clases magistrales de poesía en el cine. Ese es el legado indudable que dejó Margot, aparte de que son películas absolutamente de avanzada”.

Seguidamente, el polifacético actor Asdrúbal Meléndez, recordó cómo fue su encuentro con Benacerraf. “Ella inventó este lugar junto con Luis Armando Roche, que también se fue. Ellos fueron los grandes inductores de que yo piense hoy que el cine son las artes integradas (…) Hoy todo el mundo habla del cine, pero no de la cinematografía. La cinematografía es el lenguaje esencial del alma del cine. Eso de hablar de un plano secuencia, de un primer plano, de una elíptica del tiempo, de un plano general, eso es la esencialidad poética del cine y ese rigor para crear eso lo tenía Margot. Ella me dijo, mi problema es la investigación, hay que investigar”.

Para culminar, el fundador de El Techo de la Ballena, el poeta y dibujante Juan Calzadilla, reveló una anécdota jocosa del final del rodaje de Reverón que se conoce poco, cuando el pintor, en su habitual delirio le pidió a la cineasta que se vistiera con una túnica hecha por él con papel marché negro “para que perdonara a sus muñecas que eran unas pecadoras”.

Este homenaje continuará el jueves 15 con la proyección de Araya y el viernes 16 con el documental Madame Cinéma de Jonathan Reverón.

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