Cuando el pan es arma de guerra en la transculturización alimentaria

El condicionamiento en la distribución y venta de pan, que busca generar colas y malestar en la población, es parte del guión de la guerra no convencional que desarrollan sectores de la derecha y el poder transnacional sobre Venezuela, afirmó la antropóloga María Martha Mijares.

Texto: Prensa MPPC

Explicó que como acción de contraofensiva los venezolanos debemos retomar nuestra alimentación originaria que tiene como base las harinas derivadas del maíz, del cacao, la yuca y el plátano y no de la harina del trigo, que constituye un alimento introducido en nuestra cultura alimenticia.

“La presencia del trigo en nuestra mesa se legitima cuando Europa comienza a imponer sus elementos culturales de tal manera de hacernos dependientes, y a la vez lograr descalificar nuestros alimentos básicos, los que nacen en nuestra tierra como la yuca, el plátano y el maíz, que contienen los mismos nutrientes que el trigo”, subrayó la integrante del Movimiento Social Afrodescendientes.

Para Mijares, el proceso de colonización no puede entenderse adecuadamente sin considerar el tema de los alimentos y los hábitos de alimentación, debido a que a ellos fueron el principal instrumento que permitieron la colonización.

“Europa, con su visión colonial, fue desplazando de nuestra mesa nuestro pan originario que viene de todo lo que se deriva del maíz y la yuca, para imponernos el pan que deriva del trigo, un cereal que no se da en nuestras tierras. Y si nos ponemos a evaluar esto, los europeos generaron, desde su visión colonialista, alienarnos la alimentación, así como otras tantas cosas”, acentuó la antropóloga.

Cuando los españoles llegaron a nuestras tierras, dijo Mijares, encontraron plantaciones similares en toda la región ocupada por Mayas, Aztecas y otros pueblos originarios, tierras fértiles con cultivos de frijoles, calabazas, guayaba, aguacate, sauco, cacao, mapuey, algodón, maíz y yuca; sin embargo consideraron que eran de baja calidad y nutrición.

“Sí, lograron descalificar el pan de nuestra mesa que era con base en estos alimentos, frutos, verduras y hortalizas e impusieron los derivados del trigo como el pan y la pasta. Por esa razón pasamos de alimentarnos con nuestros productos originarios de nuestra tierra, a alimentarnos con trigo”, precisó.

Indicó que en esta “alienación de nuestra alimentación” incidió en que los españoles creían que los suyos perecían en nuestras tierras por la falta de alimentos europeos saludables, y de allí comenzaron a poner toda su atención en la alimentación.

Considera que esa descalificación de los productos derivados de las tierras de América se instaló, a lo largo del tiempo, en la psique del colectivo, que olvidó alimentarse principalmente con los nutrientes naturales y de allí que aparecieron en la región enfermedades que antes no existían. “La diabetes, los accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades tienen que ver con el consumo excesivo de derivados del trigo. En un estudio que hicimos en Barlovento, por ejemplo, nos dimos cuenta que el alto consumo de pan y pasta derivó en un alto número de personas con estos padecimientos”, relató.

Puntualizó que las comunidades barloventeñas habían dejado de consumir los elementos básicos de su alimentación como eran las verduras y hortalizas, plátanos, mapuey, topocho y yuca. “Estamos trabajando para que la población retome viejas prácticas alimentarias y con eso nos fortalecemos, físicamente e culturalmente”.

Según Mijares no es conveniente tratar de convencer a las personas para que dejen de consumir derivados del trigo, pero “sí es grave que hayamos desplazado los alimentos originales de nuestra mesa, para sustituirlos y desplazarlos”.

Numa Molina: Los europeos nos metieron el trigo por los ojos

La colonización cultural que se ha producido alrededor del pan tiene que ver más con una imposición semántica de los europeos que con un tema religioso, indicó el sacerdote jesuita y párroco de la Iglesia San Francisco de Caracas, Numa Molina, a propósito de los problemas surgidos alrededor de la producción y distribución de este rubro alimenticio.

“El español nos enseñó desde el principio que con el maíz no se puede hacer el pan, pero ¿por qué la arepa no puede ser pan? Cuando yo voy a Italia y la gente me pregunta qué es la arepa que comemos nosotros, yo le digo que es un tipo de pan”, precisó en entrevista concedida al equipo de prensa del Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC).

Explicó que pan en griego quiere decir Todo. “Claro, Jesús compartió los panes porque esa era una cultura del pan, pero yo estoy seguro que si Jesús hubiese hecho la multiplicación de los panes en Venezuela, lo hubiese hecho con casabe y no tomaríamos vino, de repente tomaríamos la chicha. Sin duda, nos han hecho mucho daño metiéndonos en la cabeza, constantemente, que el pan tiene que ser de trigo. Pan es alimento”, aseveró.

Subrayó que desde el punto de vista teológico, histórico y doctrinal no se encuentra ningún hallazgo que indique que la iglesia haya promovido el consumo comercial del pan. “A ver, la iglesia usa en la misa la hostia de trigo pero cuando uno revisa las catequesis antigua que se daban a los niños, en ninguna parte se dice que tienen que comer pan de harina de trigo (…) Cuando reviso los aspectos doctrinales, uno no encuentra que la iglesia hubiese promovido el consumo del pan. Además, no había ni modo porque aquí no se produce el trigo”, aclaró.

Molina, quien también es teólogo y periodista, aseveró que aunque en la biblia existan manifestaciones verbales que hacen referencia a este alimento, no es posible atribuirle a la religión católica algún tipo de influencia en la inclusión del pan en la dieta del venezolano.

“Uno lo que encuentra es que cuando los misioneros llegaron a las zonas indígenas había mucha valoración del maíz, tanto fue así que ellos se lo llevaron para comerlo en Europa porque les pareció que era una cosa muy rica. (…) Los europeos nos impusieron el trigo y seguramente eso permitía también, en aquel momento, hacer intercambio por otras cosas que a ellos les interesaba de aquí. A ellos les interesaba traer algo a cambio de algo. Nos metieron el trigo por los ojos”, aseveró.

Esta coyuntura también se la atribuye a la manipulación impuesta desde los medios de comunicación. “Yo se lo atribuyo más a la industria cultural ya casi a mediados del siglo XX. Sí creo que fuimos objeto de una manipulación de los medios modernos a consumir el pan de trigo”, aseveró tras recordar que fueron los españoles y portugueses quienes al llegar al país comenzaron a montar las panaderías y a recibir el apoyo de los gobiernos de la Cuarta República para la importación del trigo, una política que perjudicó la producción nacional.

Doily Hernández: Alimento espiritual

Por su parte, el abogado experto en temas religiosos y miembro del Movimiento Católico Venezolano Doily Hernández indicó que desde la religión el pan es considerado como un elemento espiritual. “Cristo en sus cuatro evangelios dice: ´Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de mi cuerpo vivirá eternamente´. Nosotros comemos su cuerpo en la misa después de la consagración cuando la hostia se convierte en alimento espiritual para el cristiano”, aclaró en entrevista concedida para el equipo de prensa del MPPC.

Con una visión ajustada al evangelio, explicó que si bien en el catolicismo se habla del pan, esto no puede entenderse como una invitación al consumo del pan que se elabora con harina de trigo. “Son dos cosas muy distintas. La palabra dice: este es el pan de vida, la hostia es el cuerpo de Cristo. La iglesia te invita a que consumas el cuerpo de Cristo en forma de hostia o en forma de un pedacito de algún alimento que sea digno para, después de la consagración, consumirlo”, detalló.

Insistió, como Molina, en que los europeos fueron los responsables de que el pan se convirtiera en un alimento privilegiado en la dieta del venezolano, pues fueron ellos quienes, con su llegada a tierras americanas, se propusieron acabar con todos los elementos autóctonos de las culturas ancestrales.

“En tiempos de la conquista los europeos fueron los que incentivaron en los latinos y en los americanos el consumismo del pan y a sustituir nuestras tradiciones por las de ellos. Situación que no es el deber ser y que la iglesia tampoco apoya”, expresó.

Dijo que desde la iglesia se puede empezar a resolver el problema de la colonización cultural atacando los aspectos que a la institución le compete, tal es el caso de la elaboración de la hostia.

“En Venezuela se hace con harina de trigo sin levadura, en otros países usan otro tipo de harina autóctonas, por ejemplo en Tierra Santa todavía se mantiene la tradición de hacerla con linaza o cebada, pero en otros países se fue culturizando la utilización del trigo, distorsionando la elaboración de este pan”, indicó.

“En Venezuela la realización de la hostia, en ves de hacerse con harían de trigo, debería de hacerse con nuestros rubros principales. Tenemos la harina de yuca, de auyama, de ocumo, esa tradición creo que la iglesia debería mantenerla a semejanza de lo que hacía Cristo en su época, que era trabajar con los mismos rubros de su comunidad para así incentivar el consumo de lo nuestro”, sugirió.

Miryam Rangel: Lo usan como arma de guerra

Para la vocera de la Unidad de Batalla Bolívar-Chávez, Miryam Rangel, integrante del Comité Local de Abastecimiento y Producción, Clap, Castel Grande, de la parroquia Altagracia, el reto de “combatir la guerra del pan” es una responsabilidad histórica del Poder Popular organizado.

“Es un reto para los Clap como comunidad organizada asumir esa área del pan que ha sido utilizado como arma de guerra dentro de esta guerra alimentaria contra el pueblo, que es la realidad del país en estos momentos. Nos sentimos motivados para desarrollar los proyectos porque tenemos el apoyo del Gobierno Bolivariano, y estamos resteados con la Revolución”, afirmó.

La comunidad de Castel Grande está ubicada en el casco 2 de la avenida Baralt, en el centro de Caracas; trabaja en el desarrollo de un Proyecto Productivo Panadero, para romper con el monopolio de las panaderías capitalistas que han condicionado la venta y la distribución de ese alimento de consumo diario para los venezolanos.

Sin embargo, y como primera medida, esta comunidad organizada tomó la iniciativa de abordar a los propietarios de las panaderías Guanábano, Bred y Selecta Deli, ubicadas en el sector, para poder supervisar la elaboración del pan, y su distribución dándole prioridad a los habitantes de la zona. “Esta tarea nos ha llevado bastante tiempo, estamos abordando a los panaderos y ya hemos logrado que nos escuchen, que nos den entrada en sus panaderías y hemos podido organizar a la comunidad para la venta del pan a distintas horas. Lo que tenemos en mente es distribuir ese pan casa por casa, dependiendo de la producción diaria de estas panaderías”, explicó.

Expresó que la dificultad es que estas panaderías son también pastelerías y destinan un porcentaje de la harina de trigo para la preparación de dulces; razón por la que se está planteando la necesidad de crear panificadoras que tengan el 100% del trigo para realizar solamente el pan que es el alimento que necesita el pueblo.

“Antes las personas compraban el pan cuando lo necesitaban, pero en este momento con la ausencia de muchos alimentos, sobre todo la harina de maíz, la gente se ve en la necesidad de consumir más pan para poder cubrir los desayunos, las meriendas y las cenas. Todo lo que el pueblo ha ido necesitando lo han ido encareciendo y lo utilizan como arma de guerra”, puntualizó.

Carlos Farías, vocero del Clap Castel Grande, dijo que el objetivo de estas acciones es crear consciencia en los panaderos que han jugado con los precios del alimento, y han forzado a la población a hacer las colas para adquirir el pan.

“Es un llamado a la consciencia a los panaderos, que tienen que adecuarse a los precios justos y solidarios para el pueblo porque para eso reciben harina a precio subsidiado por el Estado. Es todo una cultura que es necesario romper para poder acabar con la hegemonía del pan que ha existido siempre pero que en esta guerra se ha intensificado”, añadió.

Considera que se trata combatir esas políticas capitalistas y que sea el Poder Popular el que lleve la batuta, “para transitar hacia el socialismo”, y en este momento acabar con la hegemonía de los panaderos que le han puesto condiciones “groseras” al pueblo para adquirir el producto.

“La reserva moral está en las comunidades, que es lo más importante. Y para desarrollar las panaderías socialistas, como inicialmente nos lo planteó el Comandante Hugo Chávez, hay que tener formación y un espacio físico, saber manejar la autosustentabilidad y crear la consciencia en que se debe sacar un producto de calidad y a precio solidario”, subrayó. 

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