En un gesto que reafirma los lazos históricos y culturales entre Venezuela y Colombia, la sala de lectura “Luis Brito García” del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe Rómulo Gallegos (Celarg), fue el escenario este jueves 24 de abril de un conversatorio en homenaje al centenario de la novela La Vorágine, obra cumbre del autor colombiano José Eustasio Rivera.
Texto: Prensa MPPC / Fotos: Bernardo Suárez
La actividad, organizada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC) junto con la embajada de Colombia, reunió a figuras de la literatura y la academia en una jornada de celebración y reflexión sobre el impacto de esta novela, que a un siglo de su publicación continúa siendo un faro literario y testimonial de la historia latinoamericana.
El evento contó con la presencia del embajador de Colombia en Venezuela, Milton Rengifo; la viceministra de las Artes, la Imagen y el Espacio del MPPC, Mary Pemjean; el poeta y ensayista Luis Alberto Crespo; y el historiador y antropólogo colombiano Carlos Guillermo Páramo Bonilla.
Un puente literario entre dos naciones
En la jornada, la viceministra Pemjean destacó la importancia del encuentro como una reafirmación de la hermandad histórica entre los pueblos venezolano y colombiano, unidos por una historia compartida y una visión integradora:
“Cuando logramos unir esta sangre que tiene una historia compartida, ratificamos ese amor por la patria toda; la patria que soñó Bolívar, Chávez, y que queremos seguir construyendo. Una patria que no tiene límites ni fronteras, donde solo la paz y el amor nos pueden seguir uniendo”, señaló.
En su intervención, Pemjean también hizo énfasis en la conmemoración reciente del Día Internacional del Libro, resaltando el valor simbólico de homenajear La Vorágine como una forma de celebrar la lectura desde nuestras raíces latinoamericanas.
“Qué mejor manera de celebrar el libro que hacerlo con una novela que cumple 100 años y que representa, como pocas, el alma profunda de Colombia (…) los libros están para eso: para viajar, para conservar, para comprendernos. Hoy celebramos la vida de una novela que sigue latiendo, y que sigue hablando de nosotros, de nuestros pueblos y de nuestra historia compartida”, concluyó Pemjean.
Por su parte, el embajador Milton Rengifo, recordó su primer contacto con La Vorágine en los años setenta, describiéndola como una experiencia literaria que marcó su vida: “La leí de una sola sentada. Desde la primera hasta la última página, me atrapó. Es una novela viva, una selva hecha palabras”, manifestó.
Rengifo subrayó el valor vigente de la obra como herramienta de conciencia y puente entre pueblos: “Cien años después, La Vorágine no ha perdido vigencia. Es un grito que sigue resonando en nuestras tierras, donde la violencia aún deja cicatrices. Esta novela debería llamarnos a la reflexión, a una acción conjunta por la memoria, la naturaleza, la convivencia y la paz entre nuestras naciones.”
La Vorágine: denuncia, frontera y memoria
La obra de Rivera fue analizada con profundidad y emoción por los ponentes invitados, y para el profesor Carlos Guillermo Páramo, la novela desde su dimensión histórica y fronteriza, no solo narra, sino que representa en sí misma una frontera, tanto geográfica como simbólica.
“Es una frontera novelizada, un espacio donde las cosas son y no son al mismo tiempo. Recrea el caos, la violencia, y también la belleza salvaje de un territorio compartido entre Colombia y Venezuela”, comentó.
Páramo destacó la relevancia histórica de la novela al retratar episodios como el del coronel Tomás Funes en San Fernando de Atabapo, describiéndola como “uno de los más importantes documentos históricos sobre el dominio extractivista y la violencia estatal en la región amazónica”.
Por su parte, el poeta Luis Alberto Crespo, compartió una lectura pasional y crítica de la obra, en la que resaltó su valor simbólico y su capacidad para descender a las zonas más oscuras y profundas del alma humana.
“No hubo hasta La Vorágine una escritura que descendiera tan hondo en el infierno de la violencia; es más que una novela, es un símbolo, una protesta, una denuncia feroz del poder y su alianza con intereses inhumanos como el del caucho”, reflexionó.
Crespo anunció además la reciente publicación de la novela como parte del catálogo de la colección de los clásicos pertenecientes a la Biblioteca Ayacucho, hecho que coloca a José Eustasio Rivera junto a nombres como Simón Bolívar y Pablo Neruda en el imaginario literario de América Latina.
Un final con aroma a papel
El conversatorio cerró con la entrega de ejemplares de La Vorágine a los asistentes, en una acción simbólica que busca acercar esta obra esencial a nuevas generaciones de lectores y lectoras.
“La Vorágine”, narra la historia de Arturo Cova, intelectual activo e influyente en las discusiones públicas de su tiempo que, a través de un viaje junto a su amada, busca una libertad social que lo lleva desde Bogotá hasta Los Llanos y, finalmente, a las profundidades de la selva. Su final abierto deja en suspenso el destino de los protagonistas y subraya el carácter visionario de la obra.