¡Qué vaina Chino! No sé si me creerás si te digo que no encuentro como comenzar estas líneas para ti, mientras vienen a mi memoria aquellos momentos cuando nos disponíamos a redactar comunicados para la huelga, el llamado a la marcha, o cualquier otro manifiesto propio de aquellas tantas tareas, a las que habitualmente nos dedicábamos en la defensa de los derechos de los trabajadores ucevistas.
Allí nos pasaba algo parecido, pero entonces éramos jóvenes llenos de inquietudes y rebeldía, esperanzados en que era posible vivir mejor, y con esa idea fija en nuestras mentes nos abríamos camino, aprendiendo con el hacer, enfrentando el atropello del fuerte contra el débil, en medio de un escenario dividido entre quienes nos admiraban por osados y preocupados y quienes nos odiaban por irreverentes y -según ellos- unos “locos”. Bueno Chino, nos tocó ver y vivir como los “locos” fueron creciendo fuera del Campus Universitario, cuando un “loco mayor”, igual que tú de irreverente, se puso al frente del descontento, la impunidad y el compadrazgo, yéndose al encuentro con el pueblo en las catacumbas, y nosotros con él.
A ti te correspondió desempeñar papeles trascendentales, donde como siempre demostraste la coherencia que debe caracterizar al verdadero revolucionario, entre el discurso y la práctica cuando le toca actuar. Hoy todos los que tuvimos la gloria de estar cerca de ti, nos sentimos orgullosos entre muchas otras cosas tuyas, por tu conducta y tu actitud como servidor público, lo cual te hizo merecedor de un gran afecto popular por parte de quienes ven en el ejercicio del poder, un compromiso y un deber, cuyo único beneficio ha de ser cumplir la tarea, siempre en beneficio popular y pensando en todo momento, en lo que nos exige el compromiso político que hemos asumido, al igual que el seguimiento a los valores y principios con los que nos identificamos.
Lejos de distanciarte de los tuyos, estas experiencias como ejecutivo, te sirvieron para poner en práctica tu amor por el que nada o poco tiene; nunca olvidaré el cúmulo de gente agolpados en las puertas de tus oficinas, ya en la Asamblea Nacional, ya en el Ministerio o en el Banco. Tú y nosotros sabíamos que eras motivo de críticas por esto, pero también sabíamos que esas críticas eran producto de la mentalidad burocrática de quien (es), no conciben el ejercicio del poder al lado del pueblo, que es quien se lo da para que le sirva y le apoye en medio de sus necesidades. Chino, esos no podían entender jamás tu forma de desempeñarte como funcionario, porque para algunos el cargo tiene otro significado y a partir de ello, crean las barreras que hacen la diferencia entre el discurso y la función.
En tu caso, la búsqueda de equidad la tenías tan presente que a solo dos días de tu partida, seguías preocupado y molesto por las fallas de la revolución, el manejo de los recursos, la burocracia, algo que era una constante durante tu convalecencia; en vano fueron los intentos por disuadirte y hacerte entender que no dedicaras esfuerzos y tiempo en ello, que pusieras atención y mente a tu salud primero y después vendría lo demás; pero al final te marchaste con tu inconformidad, pero tú sabes que también es nuestra preocupación, que somos miles los que hoy demandamos una revisión de lo que venimos haciendo en esta Venezuela, que cada día necesita más del concurso de los sectores populares para poder ejercer el poder desde abajo.
Tienes nuestra palabra Chino, de que seguiremos luchando por esas cosas en las que siempre hemos creído, quedó pendiente ese encuentro de la que siempre hablabas que teníamos que realizar. Tus amigos, amigas, compañeras y compañeros, te aseguramos que no podrá haber reunión donde se discuta y se hable de esta revolución, donde tu consecuencia revolucionaria y tu espíritu subversivo no esté presente. También nos hará mucha falta tu jodedera, nos cuesta pensar que no oiremos más tus reconfortantes chistes, de los que astutamente echabas mano cuando el calor de la reunión subía de tono. Tus ocurrencias fueron siempre el antídoto al agrio y duro debate, un bonito gesto que mucho valorábamos, y que todos te agradecíamos, porque sabíamos lo que buscabas con ello.
Bueno chino, que más puedo decirte que no nos hayamos dicho en tantos años de andar juntos por muchos caminos, con tantos compañeros y compañeras, en el sindicato de la Universidad Central de Venezuela, en el MVR 200, en la Quinta República, en la FBT, en UNETE, en la CBST y por último, en el PSUV. Va a ser difícil acostumbrarse a tu ausencia física ya que tuviste la capacidad suficiente como para saber hacerte sentir, sembrar afecto y dejar huellas imborrables entre tus compañeros. A tu lado experimenté y pude ver de cerca, el verdadero rostro de eso que llaman solidaridad, sensibilidad social, humanismo, hermandad, conceptos bastante manoseados, pero que la mayoría de las veces sirven de muletas para quienes necesitan llegar lejos y solos no pueden. También tuviste bien ganada tu fama de irreverente y confrontador porque jamás comulgaste con el aprovechador, el oportunista, el que confundía revolución con negocios, lealtad con sumisión y tú, cumpliendo con tu deber revolucionario no te lo callabas, lo que te hizo ganar algunos enemigos lo cual solo ayuda a establecer y reafirmar la diferencia en cuanto al papel del revolucionario de corazón y convicción.
Chino, cuántas experiencias, cuántos conocimientos, cuántas satisfacciones, cuántos sustos, cuántas frustraciones, cuántas alegrías, cuántas derrotas, cuántas victorias. Hoy podemos decir, que hemos vivido como creímos necesario hacerlo, con creatividad y participación plena, como se vive cuando estamos conscientes de que el amor es el motor de un pueblo que ha decidido pelear para romper las ataduras de miseria y sufrimiento, cuando asumimos la patria como un todo sin mezquindades, ni apetencias personales. Chino, seguiremos peleando, tú estarás a nuestro lado, irás como siempre a la vanguardia, no te veremos, pero te sentiremos como en los mejores momentos en Puerta Tamanaco, Las Tres Gracias, Plaza Venezuela, entrada del clínico, Av. Universidad, etc. Seguiremos este camino Chino, seguiremos siendo la mala hierba que no han podido erradicar, seguiremos siendo los locos a los que no pueden domesticar, por eso nos temen Chino, porque somos esa luz que facilitará el avance revolucionario, porque somos esa mente y voluntad que no se vende, porque sentimos como siente el pueblo.
¡Por eso Chino, por eso!
Guameño. Agosto 2020