Aun cuando existen otros tipos de discapacidades, las mayores dificultades para acceder al mundo de la lectura, de los libros y demás materiales impresos, o cualquier contenido visual, las tienen las personas con discapacidad. Pensando en ellos, el 9 de julio de 2009, el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, consciente de que el acceso a la información es un derecho universal, inauguró la Sala para Personas con Discapacidad Visual (SPDV), que este año arriba a su X aniversario.
Texto: Prensa IABNSB (Jufany Toledo)Podría afirmarse que ese día brilló una luz en el camino de las personas ciegas o con algún tipo de discapacidad visual. A lo largo de esta década, diversos testimonios dan cuenta de que dicha sala marcó un antes y un después para sus usuarios y usuarias, quienes, gracias al apoyo brindado en la Biblioteca Nacional, hoy tienen acceso a la lectura y a la información.
Un año más tarde, la licenciada en letras Adriana Rodríguez asumió la coordinación del servicio, y desde entonces no paró de innovar y de impulsar las condiciones para que Venezuela se adhiriera al Tratado de Marrakech, a fin de facilitar el acceso de obras publicadas a las personas con discapacidad visual, que al igual que ella, se encontraban ansiosas de poder disfrutar de la lectura y de todos los beneficios que su práctica conlleva.
Este servicio se encuentra ubicado en la Sala de Lectura “Andrés Bello”, de la Colección Bibliográfica General, en el nivel AP-0 del edificio de los servicios de atención al público de la Biblioteca Nacional, en el Complejo Cultural Foro Libertador; y su objetivo esencial es el de formar a sus usuarios en Tiflotecnología (tecnología para ciegos), con lo cual se disminuyen las limitaciones de estos ciudadanos para acceder a la información y a la lectura.
El nacimiento de la Tiflotecnología, tecnología adaptada para personas ciegas o con visión disminuida, se constituyó en una referencia importante para instalar este servicio en la Biblioteca Nacional, el cual contó con el patrocinio de Pdvsa, Cantv y la Fundación Infocentros.
Para entonces había pocos antecedentes en el país, por lo que podría afirmarse que la Biblioteca Nacional fue pionera en su estilo. Estos diez años han sido de crecimiento en formación tecnológica, usos del sistema operativo, lectores de pantalla, digitalización de libros de la colección general y el permanente fomento de la lectura y la escritura en sistema Braille.
En la actualidad, el servicio está coordinado por Jhonny Chirinos, un funcionario con más de 30 años en la Biblioteca Nacional, quien estuvo encargado anteriormente de los depósitos de la Colección General. Hoy, no oculta su orgullo de ser instructor de tiflotecnología y de haber formado parte de este proyecto desde sus inicios.
Durante dos años se estuvo capacitando y aprendió varias técnicas que, con el pasar del tiempo, ha venido perfeccionando y con las cuales ha ido creando su propia metodología para facilitar el aprendizaje de aquellos usuarios y usuarias que nunca han tenido contacto con la tiflotecnología.
Chirinos, ya alfabetizado y familiarizado con el Braille, informa que la capacitación está prevista para unas 80 horas aproximadamente, que se van adaptando a las características y a la disponibilidad de tiempo de cada interesado. Puede hacerse individual o en grupos; y se sugiere que el adiestramiento se haga con un acompañante.
“Aquí lo más importante es darles mucho ánimo a las personas con discapacidad, por eso mi lema es ‘levántate y resplandece’, porque este acceso a Internet y a las tecnologías es una luz que les llega en medio de la oscuridad”, dice el coordinador del servicio.
Esto pasa por un tema de reflexión, de actitud y de conciencia para lograr un mundo más humano, donde se respeten los derechos de cada ciudadano a la producción del texto escrito y al goce de la lectura; a través de este servicio, las personas con discapacidad visual tienen la oportunidad de conocer su propio país, su historia, su geografía, su arte y su literatura.
“Luego de brindarles una orientación general para que sepan ubicarse en estos espacios, les ofrecemos un curso básico que se inicia con el reconocimiento del teclado, luego con la parte operativa de la máquina: el encendido del CPU, el monitor, las cornetas y la puesta en marcha de los audífonos; y así vamos de paso en paso”, explica el coordinador.
“Ya perdí la cuenta de cuántas personas hemos capacitado, desde los 7 hasta los 75 años”, apunta Chirinos, quien ha tratado de mantener el camino trazado por Adriana Rodríguez, a objeto de que las limitaciones visuales no se conviertan en impedimento para acceder al disfrute de la lectura.
El área de adiestramiento cuenta con computadoras personales, dotadas con lectores de pantalla Orca y sistema operativo Canaima bajo software libre, para quienes deseen aprender el manejo básico de este sistema operativo y del lector de pantalla; igualmente se ofrece el servicio de consultas e investigación en Internet.
Mientras, el área de digitalización e impresión tiene dos computadoras con scanner de alimentación automática y una impresora Braille. En ella se digitalizan los títulos que solicitan sus usuarios y usuarias, previa presentación del carnet que los acredita como discapacitados; los cuales pasan ya de 350 títulos de diversas materias, entre las que destaca la literatura.
Algunos de los últimos títulos solicitados son “El día que me quieras”, de José Ignacio Cabrujas; “El Complot”, de Israel Centeno; “El laberinto de los tres minotauros”, de J.M. Briceño Guerrero; “Biografía del general Manuel Píar”, de Antonio Octavio Tour; “El Antimanual del mal historiador”, de Carlos Antonio Aguirre Rojas; y “Hacía una política científica nacional”, de Oscar Varsavsky.
Igualmente, ya se encuentra a disposición de los usuarios del SPDV la colección donada por el Gobierno de Ecuador, durante la gestión del expresidente Rafael Correa, la cual incluye 14.517 títulos; 30 audiolibros y 29 Audio Desc (películas y libros hablados).
Otro aspecto que vale la pena resaltar es la cooperación interinstitucional que se ha generado a partir de los servicios que ofrece la SPDV, al cual acuden otras instituciones que desean formar personal en tiflotecnología o bien realizar alguna impresión en Braille. Ejemplo de ello son la impresión de un almanaque para el Ministerio del Poder Popular para la Educación, una cartilla de sexualidad para el Ministerio Público y las portadas para la revista “Máxima Visión”, de la Red Interuniversitaria Latinoamericana y del Caribe, sobre discapacidad y derechos humanos.
En cuanto a las actividades culturales y de promoción de lectura, destacan las Jornadas Braille Tinta, que consisten en la lectura en voz alta, tanto en Braille como en tinta, con la finalidad de ofrecer la lectura para todos y sin exclusión, a objeto de que puedan disfrutar de la lectura como una experiencia social, de crecimiento espiritual, aprendizaje y comunicación; así como también la exposición interactiva sobre animales realizada con materiales de desecho por el artista Carlos Alfredo Urbina.
En el Servicio para Personas con Discapacidad Visual, se conjugan todas las situaciones para favorecer el acceso a la lectura y se le hace saber a los usuarios y usuarias que la Biblioteca Nacional está llamada a ser un espacio de encuentro para el goce, el placer y el enriquecimiento que ella proporciona.
Su finalidad es la de fomentar la lectura, especialmente entre las personas que debido a su condición visual, por mucho tiempo no tuvieron la posibilidad de leer. Hoy en día, gracias a la tecnología y a este espacio que les ofrece la Biblioteca Nacional, el acceso a la lectura convencional, que antes resultaba muy complicado para ellos, resulta factible.
Con diez años de existencia, este servicio es garantía del cumplimiento de las políticas de igualdad e inclusión del Gobierno y Bolivariano; y es además una luz en medio de la oscuridad.