Hasta finales de este mes los habitantes de la capital venezolana y sus visitantes tendrán la oportunidad de apreciar en el Museo de Arte Afro Americano (MAA) la primera propuesta expositiva del Círculo de Luz, un colectivo artístico formado por seis recién egresados de la Unearte (Universidad Nacional Experimental de las Artes) que se relacionan entre sí por su vínculo, en mayor o menor medida, con el estudio la exploración y experimentación con la luz no solamente en su más amplio concepto plástico, con las perspectivas científicas que ello implica, sino también desde el punto de vista de la espiritualidad.
Texto: Correo del Orinoco
El recorrido que tiene en conjunto el nombre del grupo, Círculo de Luz, incluye una variedad de lenguajes y técnicas que incluyen la fotografía combinada con otros códigos, la pintura con algunas variantes, la cerámica y el grabado.
La danza de la cerámica
Luego del texto inicial de sala, la propuesta titulada Xitlali Meninade, creada por Gladys Cabrera, da la bienvenida al espectador. Se trata de unas ocho piezas de cerámica que son el resultado de dos fuentes de inspiración. Por una parte, este corpus es el desenlace de una etapa expresiva inconclusa de la autora que parte de su adolescencia, cuando perteneció a un cuerpo de danzas mexicanas.
“Aquí trabajé con mis recuerdos. Quise plasmar toda esa emoción que yo viví en esa agrupación (de danzas mexicanas) que luego de disolverse me quedó como una inquietud”, que Cabrera pudo canalizar por medio de la cerámica, soporte que a pesar de su condición estática insinúa en esta iniciativa el movimiento corporal e incluso el serpentear de las faldas, además de plasmar otras referencias del vestuario con texturas y figuras.
Esa experiencia se combina en este conjunto de piezas con la referencia a la famosa obra Las meninas, de Diego Velázquez, de ahí que la pieza principal tenga marcadas reminiscencias a la Infanta Margarita y todas son unas meninas.
Recuerdos iluminados
La segunda parada en el recorrido la configuran cuatro cuadros de mediano formato agrupados bajo el título Remembranzas de luz, en los que Lila Medina, al igual que Cabrera, abreva de sus recuerdos. En este caso son las remembranzas de momentos de plenitud durante su infancia en el estado Guárico, cuando jugaba en una zona boscosa junto a sus familiares cerca de su casa.
Con una energía similar a la que se podría sentir con La puesta de sol de Claude Monet, Medina, de 71 años de edad, muestra su interpretación de la luz del sol tamizada por el follaje de los árboles propios de Santa María de Ipire.
En un lenguaje entre el expresionismo y algunas tendencias de abstracción lírica, Lila Medina traslada al lenguaje plástico sus recuerdos de la luz solar matizada por la espesura de la caña fístula, planta que en su madurez toma en sus hojas una coloración azulada. También captura la bruma del llano venezolano y los tonos acuosos de los arcoíris que colorean las tardes lluviosas de Guárico. Inclusive, juega un poco con el surrealismo al esconder un rostro dentro de la luz llanera en una de las piezas expuestas.
Fotos para tocar
Innovadora y lúdica son las dos principales características del planteamiento aportado por Gabriela D’ León para esta colectiva, consistente en cuatro obras resultantes de dos lineas de investigación por medio de la cual la artista llegó a una disciplina mixta cuyo lenguaje base se compone de códigos fotográficos enriquecido con la pintura e incluso con unidades de expresión cercanas a la escultura
Las dos primeras piezas tituladas, Phandora y Psique, D’León intenta romper las convenciones y la pasividad del espectador al invitarlo a abordar la obra con el tacto, para combinar la percepción visual de la luz y el color con el juego propuesto por las texturas.
Parte de la intención “es romper un poco con la creencia de que las fotografías no se pueden tocar y son admiradas (con la vista), no se pueden tocar porque ‘se dañan’. Aquí sí se puede tocar”, insistió D’ León. De esta manera la creadora visual logra establecer una relación verdaderamente interactiva, no solamente por la cercanía del contacto, sino además porque la obra es capaz incluso de intuir el temperamento del espectador: las personas más extrovertidas suelen apresurarse a romper la distancia y casi inmediatamente tocan, mientras que las más reservadas dudan y se detienen antes de emplear el tacto.
En la otra linea de investigación la artista también invita a la participación del espectador, pero de una manera más intima y convencional al jugar con la fragmentación de manera que el o la visitante incorpore zonas no reveladas en la imagen.
Agua bendita
Vida en fotografía es el título de la alocución plástica que presenta Zurisadai Araujo en esta muestra. Una propuesta que le sirvió además como tesis de grado. En este caso la artista interpreta en el plano fotográfico sus lecturas de la Biblia, punto de partida desde el cual desarrolla su disertación sobre el agua como fuente de vida y símbolo de pureza.
A diferencia del resto del Círculo de Luz, Araujo aborda el tema de la luz, no desde el plano físico, sino desde la espiritualidad. Ambas piezas que juegan con la iluminación y, el movimiento y el color articulan unidades expresivas para componer un todo acuoso y espectral en representación de la pureza, el alma, la alegría la sangre, en fin, la vida.
Por su parte, Edimar Berroterán también tomó como base la biblia para realizar el corpus de Creación, una serie de matrices elaboradas en la técnica de grabado conocida como punta seca, aplicada en superficies traslúcidas, soporte de una amplia versatilidad que permite incluso juguetear con la proyección de la sombra.
Creación contiene las imágenes de animales proféticos que ofrecen al público un amplio espectro en cuanto a la interpretación con base en lo que cada uno de ellos simboliza, por separado y en conjunto.
Mandalas para terminar
Esta muestra del Círculo de luz se cierra con Energía y vibración obra del único caballero del grupo, Walter De Ponte, en la que también se plantea romper con las convenciones con piezas susceptibles de cambiar su configuración e incluso de ser tocadas para completar la percepción de las múltiples texturas que sin embargo se aprecian a la vista. Inclusive la propuesta rompe con la verticalidad usual en los montajes para presentarse en ocasiones como un platillo para consumir con la vista y el tacto.
Los mandalas de De Ponte remiten a la meditación e insinúan la luz, el color y la energía de los ambientes naturales que los inspiraron, especialmente por la sugerencia de sus múltiples materiales como papel artesanal y pigmentos con diversos tipos de tierra, entre muchos otros.
La muestra está disponible para el público en el MAA ubicado en la avenida Occidente, frente a la redoma Eloy Alfaro, en San Bernardino, de miércoles a domingo de 10:00 am a 3:00 pm. Vale mencionar que las y los visitantes podrán contar con la presencia de al menos uno de los artistas, quienes ofrecerán visitas guiadas.