Luis Girón, cineasta y coproductor de la película Carga sellada, estuvo el día lunes en el programa Somos Cine de Alba Ciudad 96.3 FM, conducido por la periodista Irabe Seguías, hablando sobre esta película que ya lleva dos semanas de transmisión en cinco salas de cine: El Hatillo, Concresa, Millenium, Líder y Galerías Paraíso. También tocó el punto de la Cieca (Escuela de Cine y Fotografía).
Entrevista: Irabe Seguías, Somos Cine
La coproducción de la película por Venezuela corre por parte del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) y de Cieca como productora. Es una película apoyada por gran cantidad de personas y distribuida por el circuito Gran Cine.
Girón cree que la película Carga Sellada significó un reto para el equipo venezolano, específicamente para Isabel Caroto, ya que es una película que Julia Vargas Weise, su directora, estuvo trabajando por 10 años. Girón solo tiene 5 años abordándolo.
“El guión en lo particular me fascinó: me impactó por ese tema tan importante como lo es el tema ecológico, ambientalista”. Sin embargo, señala que hacer una coproducción con cuatro países es muy complicado (México, Bolivia , Venezuela y Francia). Reunieron cuatro productores y coproductores en espacios diversos, porque se reunieron en Argentina, Bolivia y Panamá. Todos estos países sirvieron de punto para poder conversar sobre los intereses particulares, ya que cada país tiene un interés en la coproducción. Quieren sacar el mejor provecho para ese país que querían colocar, en este caso Venezuela.
Para la interpretación de los papeles principales en esta película, colocaron a los venezolanos Gonzalo Cubero y Prakriti Maduro. Entraron también en el tema de la música, pero por diversas razones no pudieron lograrlo.
Para Girón, unir esas personalidades esas personas alrededor de un proyecto no es nada fácil. Hacer una coproducción es algo muy complicado, sin embargo lo lograron. Fueron tres años de trabajos, de visitas a locaciones, de colocar sobre la mesa aspectos diversos y diferentes, de buscar otros coproductores en Argentina, en otros lugares.
Se hizo esta película en el año 2012 y toda la post producción tardó bastante por la gran cantidad de efectos especiales: un tren de museo que viaja por todo el altiplano, desde los 4 mil hasta 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar, muchas veces hasta un poco más alto, con un frío muy fuerte. “A esa altura yo creo que uno estiraba la mano y agarraba esas estrellas maravillosas que venían, y un cielo despejado estupendo”.
Con respecto al mensaje
Según Girón, esta es una película que comenta una historia verdaderamente real, sucedida entre 1994-1995 en Bolivia. Indica que los países industrializados, pensando que los latinoamericanos son su patio trasero, trataron de botar unos desechos tóxicos, los montaron en un tren y los fueron a botar en cualquier parte del altiplano boliviano. El pueblo, al darse cuenta de este hecho, comenzó a oponerse; eso es en la vida real.
La ficción es parecida: allí colocaron a un personaje que defiende la tierra boliviana, que busca la manera de sublevar al pueblo por cada lugar donde va el tren, impidiendo que continúe su marcha porque no saben donde van a tirar los desechos. Estas acciones ―las comunidades que se oponen, que no le dan alimentos― es vista en la película.
“Ese pueblo campesino indígena, oponiéndose a los policías que en este caso representan la corrupción latinoamericana, se oponen a este tipo de cosas”. Son cinco personas que van en un tren: cuatro policías y una polizonte, que es una chica de 18 años.
Integración
Girón aseguró que integrarse a un equipo boliviano no fue nada fácil. Poco a poco fueron cediendo y abriendo esos espacios para que se pudieran intercambiar ideas, pasiones y respeto por los demás.
Comentó que un día antes hicieron una ceremonia: colocar sobre la tierra ciertos productos hechos de cenizas o de vela. Alrededor del fuego cada una de las personas presente habla algo porque le estaban pidiendo a la Pachamama el permiso para trabajar en esa tierra, ya que iban a recorrer el altiplano durante 14 días. Fueron aproximadamente 8 semanas.
“Pedirle permiso porque íbamos a estar en esa tierra, pero también pedirle permiso a los campesinos, a la gente que nos iba a acoger en sus espacios, que nos iba a ver permanentemente, que nos brindara ese apoyo. Yo creo que se logró, porque al final fue una fiesta de despedida bastante emotiva, una adiós con ganas de no irse, un llamarse después permanentemente, comunicarse a través de las redes sociales”, manifestó.
Para la exhibición de esta película hay cinco copias en Caracas. Esas mismas van a estar siendo repetidas en diferentes lugares del país. Están ahorita en la segunda semana. “La gente tiene que verla, son muy pocas las películas bolivianas que llegan a Venezuela. Debemos aprovechar. No solamente invito a los venezolanos sino también a los hermanos bolivianos que están aquí y a la comunidad latina”
Destaca que en esta película hay algo muy importante, ya que fue bautizada en el altiplano como una película latinoamericana. Cita a Isabel Caroto, diciendo que “es una película de acción boliviana , una película que va a un ritmo de los bolivianos, donde la gente no puede caminar muy rápido porque se ahoga”.
Cieca
La escuela de cine y fotografía Cieca nace hace 20 años con unos pequeños talleres y cursos, con ganas de que la gente de Lara y Barquisimeto se formen. Se había dejado de hacer cine muchos años, después que Amábilis Cordero hizo su última película en 1928. Después montó una escuela de cine en 1952, hizo sus últimas películas. No se había hecho más nada, se habían hecho unas últimas cosas, pero básicamente algo muy ligero, detalló Girón.
Informó que la mayoría de la gente que le gustaba el cine tenía que venir a la ciudad capital o a otros lugares, ya sea a estudiar o a hacer cine. Girón fue lo contrario: cuando regresó de Francia llega a Caracas donde estuvo un tiempo, luego se va a Barquisimeto y se dice: “aquí no hay cine pero es la cuna también del cine, ¿por qué no vamos a inventar algo?”. Comenzaron a inventar cosas para producir películas.
Comenzaron con una escuela. Ahora llevan, gracias al CNAC, veinte jóvenes que están egresando. La graduación fue un largometraje que estuvieron proyectando hace un par de meses atrás. Se encuentra en etapa de postproducción. Es una película dirigida a niños, niñas y adolescentes, un guión colectivo, una dirección y producción colectiva.
Ya comenzaron las inscripciones para el segundo corte que dura dos o tres años. Tienen invitados de toda Venezuela con el fin de compenetrar y transmitir todo ese aprendizaje y enseñanza, en todos los niveles.
“Yo creo que Venezuela debería poner miles de escuelas de cine en todas partes. Es necesario que cada región haga sus propias películas, sus propias imágenes, sus propios sonidos, porque de eso nos vamos a enriquecer. Y creo que Venezuela pasaría a ser parte de una gran industria cinematográfica”, aseguró Girón.
En la región centrooccidental es la única escuela que existe en esa región. Reciben gente de todas partes del país. Desafortunadamente no tienen un espacio mayor a 20 personas, no solo por espacio sino por calidad.