Claudia Korol: “La lucha feminista fortalece la lucha de clases”

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BS7oIkoCEAAI2xK Al preguntar sobre la relación de la lucha de las mujeres y la lucha de los explotados, Claudia Korol da una repuesta tajante: “La lucha feminista fortalece la lucha de clases”. Descarta la posibilidad de que una divida a la otra, “porque poder pensar el conjunto de las opresiones fortalece a las organizaciones”. “Me hice feminista porque vi que había muchas compañeras en los movimientos que no participaban. Tuvimos que aprender a entender por qué no hablábamos o por qué nos poníamos en un lugar secundario a la hora de decidir”, explica la militante argentina, mientras recuerda que fue precisamente Hugo Chávez, al declararse feminista, quien enfrentó los resabios del patriarcado, que aún permanecen latentes en la organización popular.


Prensa MPPC (Neirlay Andrade)

“La posibilidad de que miles de mujeres en Venezuela puedan tomar la palabra fortalece a la Revolución, no la debilita”. Rápidamente advierte que no habla de cualquier feminismo, sino de aquél que se opone “al académico burgués que sólo trabaja en las dimensiones de una agenda restringida de género”.

“Para nosotras, todas las luchas son nuestras: el trabajo, la salud, la educación, la vivienda, la defensa de un país frente al imperialismo, son luchas feministas”, agrega.

El equipo de Educación Popular del colectivo Pañuelos en Rebeldía se ha trazado como objetivo multiplicar los equipos de formación en el seno de las organizaciones populares, especialmente de colectivos feministas, para hacer común un debate sobre el rol del feminismo en la lucha anticapitalista, contra el patriarcado y el colonialismo.

Actualmente avanzan en la creación de la Escuela de Derecho de los Pueblos del Abi Ayala, proyecto concebido para formar a militantes ante la presencia creciente del narco en los territorios y ámbitos de acción de la organización popular: “La lucha de los territorios cambió y para eso la formación de los militantes requiere mayor integralidad y profundidad”.

Explica que para pensar los procesos que se platean de cara al socialismo, para el movimiento popular es prioritario “identificar cómo funcionan las opresiones —el capitalismo, el patriarcado, el colonialismo— sobre los cuerpos y las vidas de las personas y las comunidades”.

Aquí entra en escena la educación, porque “en capitalismo, los sistemas públicos y privados de educación están funcionando como forma de reproducción de los fundamentos de la opresión; de legitimación y naturalización de las opresiones”.

Esta innegable apuesta del sistema por legitimar la explotación oscila entre posiciones “religiosas, fundamentalistas que tratan de naturalizar la opresión sobre los cuerpos”, y posiciones “que tienen que ver con la tecnocracia del capital”, pasando por aquellas posiciones que “se presentan como científicas, pero que en realidad responden a intereses económicos y políticos”. En estos tres casos el denominador común es el intento de presentar al capitalismo como único sistema posible.

Uno de los ejemplos más claros es la intervención de las grandes trasnacionales en los planes de educación pública de las universidades y la financiación privada de los procesos de investigación.

“En Argentina estamos luchando para que las universidades no reciban subsidio de Monsanto”. Tal injerencia “genera un sistema educativo funcional al sistema económico que se quiere conservar y reforzar”, agrega.

Las dificultades de educar para la lucha

“El modelo educativo coincide con el modelo cultural que proponen los grandes medios de comunicación, que atraviesa a la familia. Entonces, el esfuerzo de desnaturalizarlo es contrariar los saberes adquiridos por los movimientos populares”.

El poder hegemónico ha educado para que “la gente, por más que identifique las injusticias, piense que no se pueden acabar con ellas”; pero, aún más, el poder hegemónico nos ha educado “para desvalorizar el papel de cada una de ellas en la posible transformación”.

Uno de los ejes centrales de la educación popular es “la generación de confianza en la propia fuerza, la creación de colectivos con capacidad de transformación social”.

Describe la educación liberadora como un proceso de generación colectiva de conocimientos donde hay una armoniosa relación entre teoría y práctica. La falsa división entre estos dos aspectos que es propia del sistema capitalista va acompañada de la mercantilización no sólo de la educación, sino de todas las dimensiones de la vida.

“Cuando hablamos de educación liberadora, uno de los primeros aspectos es la desmercantilización del proceso educativo, que no está para servir a los intereses económicos de la burguesía ni de una trasnacional ni de una oligarquía local, sino para dar respuesta a los intereses del movimiento popular”.

Memoria y antiimperialismo

El otro eje central de la educación para la liberación es el fortalecimiento de las experiencias de Poder Popular existentes y la generación de nuevas expresiones.

“Cualquier proceso emancipatorio requiere del fortalecimiento del Poder Popular autónomo, organizado y crítico”, puesto que es este poder “el sustento del proceso revolucionario”.

Recuerda que uno de los aprendizajes de las experiencias del socialismo en el siglo XX son las consecuencias de la enajenación del Poder Popular. La lección para las luchas de este siglo es que toda la fuerza de un proceso revolucionario —en la etapa en que esté— es crear experiencias de Poder Popular”.

Desde esta perspectiva, “miramos solidariamente a Venezuela. Sabemos que no es sólo la Revolución Bolivariana lo que está en juego, sino los procesos de liberación en todo el continente. Y nos sentimos parte de esta Venezuela que está resistiendo, luchando y tratando —a pesar de todos los obstáculos— de construir el Poder Popular”.

Para la defensa de la construcción de este poder que dispute espacios a la dominación, Korol explica que la educación liberadora debe alimentarse de un contenido antiimperialista, volver sobre las luchas por la independencia que fueron parte fundamental de la formación de nuestros pueblos.

Y hablar de antiimperialismo es también decir memoria histórica: “Debemos sacar lecciones de la historia, la invasión Panamá, los golpes de Estado en Suramérica y las dictaduras del Cono Sur son algunos de los episodios inolvidables”.

Claudia Korol pide que volvamos a la experiencia cubana o vietnamita: “El imperialismo sabía que si entraban, podría morir todo el pueblo, pero no podrían dominarlo”. Ahora la exigencia es de la unidad no de Estados-Nación, sino de un pueblo latinoamericano que debe desarrollar capacidad de autodefensa, “de sentirnos un continente en lucha”.

Los niveles de agresividad del imperialismo contra Venezuela exigen una respuesta común. “Cuando se juega la libertad de un pueblo contra el imperialismo, no hay lugar para dudas de la capacidad de organizarse para defender y estrechar los bazos en un solo brazo”.

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