“A mí me parece que no todo lo que tenga ritmo y cadencia para llegar al oído se puede llamar música. Allá, por la India, los encantadores de serpientes utilizan sus flautas para hipnotizar; pero si le metes un tambor a eso, te pica esa bicha de la rabia que coge. Lo que quiero decir con esto es que ese tambor no es música. Será dinero lo que se hace. Música es aquella que hicieron en Austria, esos sí eran músicos. Ahora la música es utilizada para el comercio. Lo que buscan es el dinero”.
Ciudad CCS (Texto: Kay Yam Hung – Foto: Ambrosio Plaza)
Guariqueño de pura cepa, apasionado por la música tradicional y escritor de numerosos poemas que realzan la belleza criolla. Por eso y mucho más es un patrimonio cultural viviente.
En una tarde calurosa, bajo la sombra de un árbol en la parroquia La Pastora, nos encontramos con Lucas Seijas Vargas, declarado Patrimonio Cultural Viviente en el año 2007, bajo la gestión de Juan Barreto como Alcalde Mayor. El nacido en Tucupido, estado Guárico, se ha dedicado a difundir su talento y pasión a través de las décimas y la poesía.
—¿Qué son las décimas?
—Además de ser, como dice la palabra, diez versos, estos tienen que estar rimados. Más o menos te explico que el primero tiene que rimar con el cuarto y el quinto; el segundo y el tercero van juntos; el sexto con el séptimo y el décimo; y el octavo con el noveno, hasta que se consigue una armonía entre los diez.
—¿Dónde nace esta forma de canto?
—Es una expresión que me parece desde siempre muy bonita. Dicen que vino de Castilla pero aquí todo se lo atribuyen a los españoles, parece que hasta el indio vino de España. Debe ser porque yo no quiero mucho a los españoles.
El guariqueño cuenta que sus inicios como decimista fueron a muy temprana edad: “La primerita, primerita vez que comencé a trabajar fue en 1955, por allá en la escuela de El Socorro. El profesor se llamaba Rufo Pérez y necesitaba muchachos del primer al quinto grado para hacer un coro, y yo fui seleccionado con dos más”.
Su colegio era solo de varones y cuando lo ponían a cantar con las mujeres, le ganaba la vergüenza: “Yo creo que por eso le tengo así como miedo a las mujeres”. ¡Cinco hijos!: dos hembras y tres varones. Si así es con miedo…
—¿Alguno siguió su camino?
—Sí, el mayor, Alfonso. Vive en Charallave. Es tremendo cantador.
—¿Y ustedes usan algún apodo?
—No, ya nosotros tenemos nuestros nombres. Para qué vamos a estar enredando a los pájaros y a los animales.
—Pero Reynaldo Armas es el cardenal, ¿no?
—Él era El Cardenal. Aquí entre nosotros, ese nombre proviene de un grupo que se llamaba Los Cardenales del Llano, pero se lo agarró para él y no lo soltó más.
—¿Dónde se escucha la décima?
—La utilizan mucho en Miranda, en los velorios. Todo se desarrolla en una décima. Nosotros, allá en el llano del Guárico, la cantamos en la Cruz de Mayo; no se parece a los velorios porque nosotros cantamos entre tres personas y con un cuatro. Se escuchan las tres voces: el adelante, la falsa y el tenor. Pareciera que no va a rendir pero se escucha muy bonito.
Algunos problemas de salud no le impiden a Seijas cantarnos un pedacito de lo que se escucharía en un velorio de Cruz de Mayo del Guárico: “Cuatro esquinas tiene el paño y cuatro tiene la mesa (el adelante). Ay cuatro tiene la mesa (la falsa), en la mesa (móntase la voz tenor)”.
—¿Ha impartido clases?
—No, solo he dado talleres y conversatorios en Guárico, y una vez estuve en el Teatro Principal.
—¿Qué instrumentos toca?
—Lo mejorcito es el cuatro. Ahorita ya no lo hago mucho, pero tuve mi momento. Fui cuatrista de Ángel Custodio (Loyola) y sus Guariqueños como por un año. Después ayudé a Eneas (Perdomo). También toqué cuatro con José Romero en Radio Continente y con Julio Jaramillo, que vino a grabar música venezolana.
—¿Qué opina de la música de ahora?
—A mí me parece que no todo lo que tenga ritmo y cadencia para llegar al oído se puede llamar música. Allá, por la India, los encantadores de serpientes utilizan sus flautas para hipnotizar; pero si le metes un tambor a eso, te pica esa bicha de la rabia que coge. Lo que quiero decir con esto es que ese tambor no es música. Será dinero lo que se hace. Música es aquella que hicieron en Austria, esos sí eran músicos. Ahora la música es utilizada para el comercio. Lo que buscan es el dinero.
—¿En qué se parecen el rap y las décimas?
—En nada, porque el rap no tiene sentido, me perdona la palabra. Dicen cualquier pendejada que se les atraviesa. Sin embargo, si ya tienen algo escrito, puede llegar a tener sentido. Eso de “tú me la dijiste, pa pa pa” no dice nada. Podría medio parecerse al contrapunteo llanero, que es más pregunta y respuesta. Pero no me voy a meter mucho en ese tema del rap, no vaya a ser que tú seas una rapera oculta y me estés cazando aquí.
Lucas Seijas nos invita a su casa para tomarnos una bebida del llano: carato hecho a base de maíz, “pero no es un carato caraqueño, al de aquí le patea la harina de trigo; este es de maíz cariaco molido por nosotros mismos”. Nos muestra un poco de su trabajo: décimas encadenadas, acrósticos, poemas, su libro Memorial de coplas (2004) y, una grata sorpresa, toda una colección de Épale CCS.
HIMNO CAPITALINO
El decimista Lucas Seijas es autor de la letra y música de un himno para la capital, su regalo para la gran ciudad que lo ha cobijado por años.
La Gran Caracas
Gran Caracas, la ciudad del progreso
de belleza y de radiante esplendor,
con su clima de eterna primavera,
de un hermoso y muy brillante sol.En el pie del Waraira Repano
donde estuvo el cacique luchador,
Guaicaipuro el de aquella Caracas
que hoy es grande con entero fulgor.Fue la tierra de las tribus guerreras
que pelearon con inmenso valor,
y es la cuna de Simón Bolívar
el glorioso y gran Libertador.Gran Caracas, rebelde y socialista
que en la historia, siempre ha sido un
bastión;
capital del cielo te han llamado,
capital también de mi Nación.Grandes héroes en tu suelo nacieron
y heroínas también, iguales son;
y por eso a ti mi Gran Caracas,
te cantamos todos en gran unión.Amarillo y azul, son los colores
y con el rojo, forman el pabellón;
es el rojo que un día cubrió tus techos
y hoy guardamos dentro del corazón.Caracas, 2 de agosto de 2013
Lucas Seijas