Las cifras sobre venezolanos que han emigrado hacia Colombia han sido infladas interesadamente por quienes sostienen la matriz de opinión de la crisis humanitaria y la persecución política. Los resultados oficiales del Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos en Colombia demuestran que no son varios millones, como han llegado a afirmar algunos medios, sino alrededor de 200 mil personas las que han ingresado al país vecino con intenciones de permanecer en él.
Texto: La Iguana TV
La falta del más elemental rigor es la característica principal en el manejo de las cifras sobre este tema. En escandalosas notas periodísticas publicadas tanto acá como allá, y también en Estados Unidos y Europa, el número se ha ubicado entre 5 y 20 millones, pero el censo realizado por las autoridades neogranadinas ha establecido que rondan los 200 mil.
El diario El Tiempo de Bogotá citó declaraciones del Gerente de Frontera con Venezuela, Felipe Muñoz, y de Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos de Desastres, quienes dieron la cifra de 203 mil 989 personas, de las cuales 188 mil 157 expresaron que su intención es quedarse en Colombia, al menos por un tiempo.
La cantidad es elevada, sobre todo porque Venezuela ha sido tradicionalmente el país receptor de las migraciones, al punto de haber brindado cobijo a alrededor de cinco millones de colombianos. Sin embargo, esos 200 mil resultan ser un número ridículamente bajo si se le compara con los que han venido difundiendo los mismos voceros y los mismos medios de comunicación, empeñados en hacer ver que se trata de un desplazamiento masivo con características de crisis humanitaria.
Desde el año pasado, los referidos medios parecieron enfrascarse en una competencia para determinar cuál logra la mayor exageración. El diario caraqueño El Nacional se ha llevado hasta ahora el premio al ubicar la cifra en 20 millones, lo que equivaldría a dos tercios de la población total del país.
Otros medios han señalado entre 5 y 11 millones. Por lo general recurren al subterfugio de decir se trata de “cruces de la frontera”, no de migraciones, pero la forma como presentan las informaciones y las imágenes que las ilustran apuntan a generar la sensación de que se trata de huidas definitivas de Venezuela.
La expresión “cruces de frontera” encierra los aspectos más oscuros de la dinámica bilateral: narcotráfico, contrabando de gasolina y otros bienes de primera necesidad subsidiados en Venezuela, trata de personas, tráfico de oro y otros minerales estratégicos y compra-venta de dinero venezolano en efectivo.
Todo esos “negocios”, controlados por mafias binacionales en las que participan autoridades civiles y militares de ambos lados de la línea limítrofe, implican un constante flujo de personas. Solo una parte de quienes pasan de Venezuela hacia Colombia lo hacen con la intención de asentarse en el país vecino. La mayoría solo va a realizar operaciones comerciales, muchas de ellas ilícitas o a comprar productos esenciales como alimentos y medicinas. Paradójicamente, buena parte de esos bienes también proceden de Venezuela, pues han sido trajinados por las organizaciones del contrabando.
Un porcentaje importante de quienes en verdad han asumido el camino de la emigración solamente van de paso por Colombia, pues su meta está más al sur: Ecuador, Perú, Chile o Argentina.
Las cifras dan para todo
Para mantener encendida la sensación del escape masivo de venezolanos y para justificar la necesidad de ayudas internacionales, políticos colombianos de la zona fronteriza y la ya mencionada maquinaria mediática juegan constantemente con las cifras.
A veces dan los números supuestamente globales y otras veces los presentan en forma diaria, semanal o mensual. Por ejemplo, cuando se anunció que Estados Unidos daría 2,5 millones de dólares para asistir a los “refugiados” venezolanos, se dijo que 35 mil personas cruzaban cada día hacia Colombia.
También recurren a los más diversos voceros, desde autoridades del gobierno nacional colombiano hasta representantes de organismos multilaterales, organizaciones no gubernamentales y líderes opositores venezolanos. Cada quien dice la cifra que mejor le parece y que más le conviene.
El resultado oficial del censo pone las cosas en un lugar muy distinto, pero ninguno de los que han difundido las versiones sensacionalistas se siente obligado a rectificar o aclarar.