Iartes recibe a José Gregorio Graterón y su obsesión por la Caracas tecnicolor

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Las obras del artista plástico José Gregorio Graterón se instalan este 4 de marzo, en la sala Gladys Meneses del Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio (Iartes), para hacer un recorrido por el universo pictórico de este creador que enmarca su trabajo en la corriente de la Nueva Figuración Venezolana y revela con sus pinceladas, sin pruritos, su obsesión por las contradicciones de Caracas.

Texto: Prensa Iartes

Graterón ha conseguido en su ciudad natal la inspiración suficiente para mantener tres décadas de carrera artística en la que ha plasmado a la urbe desde distintos movimientos, técnicas y referentes. En esta oportunidad, la exhibición reunirá obras de su serie Caracas Grafitti, en la que con abundancia de color y muy marcadas pinceladas declara su amor por los espacios que ha recorrido desde su niñez, a través de personajes reales e imaginarios, esquinas, muros, frases y sentimientos hechos trazo.

“Este es un trabajo que comencé a través del estudio de la iconografía de la ciudad. Yo tengo toda la vida transitando por Parque Central, voy al Bellas Artes desde que los carros se podían estacionar en la entrada, hablo de los años 70”, contó el artista en su estudio, ubicado en su casa, en la población de Guatire, en el estado Miranda.

Graterón, quien nació en 1966, reside desde hace diez años en la ciudad satélite. Varios años antes ya había dejado la capital para dedicarse a labores museográficas en recintos culturales del oriente del país. Dijo que adrede tomó distancia de la capital venezolana para tener una mirada distinta en su labor como retratista de lo urbano.

“Yo traté de salir de la ciudad para tener otra perspectiva y creo que lo he logrado porque ahora cuando subo para Caracas la veo en tecnicolor. Ese retirarme un poco me permite ser un poco más objetivo desde el punto de vista visual”, dijo.

El creador comentó cómo ese permanente retorno a la ciudad desde el arte se relaciona con los trabajos de los grafiteros neoyorquinos de los años 70, como Jean-Michel Basquiat y Richard Hambleton, “personas que no tenían ni idea de que estaban haciendo arte y resultaron ser los más cotizados a través de la mirada que tenían los críticos. Yo los admiro mucho porque la interpretación que tengo de la ciudad es esa interpretación caótica”, subrayó.

“Ellos se hicieron muy fuertes en el mercado porque hacían los grafitis en el centro del capitalismo mundial, en Manhattan, en Wall Street. Pero nosotros tenemos otra realidad muy distinta, la realidad latinoamericana va más hacia el caos”.

En cuanto sus referentes venezolanos, Graterón mencionó a Jacobo Borges y a Luis Guevara Moreno, entre otros exponentes del movimiento de la Nueva Figuración Venezolana de los años 70, dentro de la cual Graterón moldeó la personalidad de su trabajo.

“Yo era un impresionista abstracto de esos estrictos, tapia. Trabajé siempre con muy poco color, era muy blanco y negro”, relató Graterón, quien explicó que estando en esa etapa se percató de que estaba perdiendo el oficio de pintor propiamente dicho. “Te vas poniendo muy minimalista, ya con un fondo blanco y una manchita negra yo me estaba conformando. Entonces dije: vamos a retomar otra vez el color, la pintura, el preparar la tela”.

Sobre los relatos que le va contando la ciudad desde que comenzó a pintar hasta el día de hoy, el artista recalcó que no siente que haya un cambio sustancial, para él Caracas es la misma Caracas, que al mismo tiempo es la misma cotidianidad de otras metrópolis de América Latina como Río de Janeiro o Buenos Aires.

“La ciudad no ha cambiado mucho, lo que cambia son los habitantes, pero está la constante. Parque Central está ahí desde los años 70 y tiene la misma dinámica de cuando comenzó, un poco más deteriorada pero es la misma dinámica”, apuntó Graterón.

En cuanto al discurso reflexivo en su trabajo, Graterón se desmarca de lo propagandístico o panfletario, empero deja claro que su trabajo es político al cien por ciento. Parte de eso se revela en una constante que hay en sus obras: una silueta de Mickey Mouse portando un arma larga.

“Mickey es un símbolo interesante porque se ve desde varios puntos de vista. Desde Occidente uno ve el éxito de una gran empresa como Disney, es una iconografía que se ha corrido, es como un embajador de Estados Unidos. Pero a la vez tiene otro contexto, para la rebeldía Mickey significa la penetración norteamericana, del capitalismo, así que es un personaje que está en dos aguas. Yo lo tengo siempre presente, es un personaje muy urbano, estaba en el pop art, y entre nosotros ya desde Carlos Zerpa se le viene utilizando, porque tiene esa doble lectura”, indicó el artista.

Como parte de esa posición política de la rebeldía Graterón también es un gran crítico del mercado del arte y del circuito de las galerías, aún formando parte de esa dinámica gracias a la cual comercializa su trabajo.

“¿Por qué las galerías se han convertido en las que validan, en las que dicen qué es bueno y qué es malo?”, se pregunta el creador quien señala que a pesar de que el galerista “es un eje fundamental del mecanismo a través del cual funcionan las artes”, tampoco debe perderse de vista que no son instituciones sino empresas privadas, dentro de las cuales incluso hay monopolios.

Graterón ha expuesto en importantes salas del país, y entre los galardones recibidos se encuentran el Premio Pintura en el II Salón de Jóvenes Artistas, estado Anzoátegui, y el Premio Arte Experimental en la tercera edición, ambos en 1997. Asimismo dos importantes Diplomas: en la Alcaldía de Barcelona (1999) y en la Universidad Simón Rodríguez (2004). En 2009 fue merecedor del 1er Premio de Pintura Nuevas Tendencias en Ciudad Bolívar.

El acto de inauguración de la muestra será el miércoles 4 de marzo a las 11:00 de la mañana. Una vez hechos los honores, la exhibición estará a disposición del público de lunes a viernes, de 9:00 de la mañana a 2:00 de la tarde. La entrada es libre.

La sede del Iartes se encuentra justo frente a la estación de Bellas Artes del Metro de Caracas.

Publicado por Angie Vélez
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