José Leonardo vivía de una pensión heredada de su padre que murió siendo un obrero petrolero. Cuando cumplió 18 años, pudo disponer él mismo del dinero que le administraba su mamá y se lo gastó en pocos meses, ‘rumbeando’. Perdió el cupo de una universidad privada en la que se inscribió, porque dejó de pagar las mensualidades. Entonces su novia le consiguió trabajo en la farmacia propiedad de unos familiares, pero ese trabajo (atendiendo a los clientes) no estaba acorde con sus aspiraciones. Optó por la ganancia fácil. Hizo lo que muchos para conseguir dinero sin trabajarlo: se volvió lo que en Venezuela llamaron “raspa cupo”.
Texto: RT (Ernesto J. Navarro)
Cuando el gobierno tomó medidas al respecto y luego de que endureciera la guerra económica, José Leonardo se fue a trabajar a Panamá, porque unos amigos le dijeron que era muy fácil hacer dinero en aquel país.
Sin una profesión universitaria o un oficio definido, le resultó muy difícil obtener un trabajo acorde con sus expectativas. Allá, vende botellas de agua mineral en los semáforos, cuando la luz roja detiene a los vehículos. Un trabajo que no haría en Venezuela “ni loco”, pero en Panamá “nadie me conoce y además gano en dólares”.
Edinson estudió sin parar. Hizo dos carreras simultáneas en La Universidad del Zulia (LUZ): periodismo y psicología. Además aprendió 3 idiomas (inglés, francés e italiano).
Recién graduado obtuvo un empleo en Caracas, pero la angustia que le generó la guerra económica le hizo pensar en un “futuro mejor”, lejos de la incertidumbre. Y con un currículo como el suyo, estuvo seguro que tendría mil oportunidades.
Se informó sobre el tipo de cambio de divisas que opera en Cúcuta, del lado colombiano de la frontera. Eso le dilató las pupilas, porque pensó que cualquier monto en dólares podría cuadriplicarse al cambiarlo a bolívares, así que hizo maletas y se fue al vecino país.
Después de 3 meses de vivir de prestado en casa de un amigo a la espera de una entrevista de trabajo, debió aceptar el único donde lo emplearon de inmediato: lavando los baños en un local de comida rápida. “Acá estoy, lavando la mierda de los colombianos. Después de tanto estudiar, jamás pensé que llegaría a esto”, escribió en un correo electrónico a sus familiares.
¿Se van?
A juzgar por la prensa privada de Venezuela, existe una migración masiva de personas que huyen del país con destino a Colombia y Panamá, buscando salarios en dólares para sortear los efectos de la guerra económica.
La información más repetida en las redes asegura que 1,6 millones de venezolanos han migrado en los últimos 15 años. No obstante, se escribe mucho de los venezolanos que emigran, pero nada de los miles de extranjeros que escogen a Venezuela como destino para instalarse a vivir.
El sociólogo Reinaldo Iturriza, exministro de cultura de Venezuela, elaboró un estudio sobre este tema titulado: ‘La migración en Venezuela: un pasaje de ida y vuelta‘.
Migrantes y emigrantes
Al meterse de lleno en el análisis asegura no contar con datos oficiales actualizados “que hubiera podido contrastar con la [información] que manejamos”, en el informe. Por lo que el texto apela a datos publicados por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas. Más precisamente el ‘Inventario de migraciones internacionales 2015’.
Se dice en ese reporte por ejemplo, que en el año 1995 emigraron de Venezuela 239.579 personas; comparadas con las 185.282 que se fueron en 1990, se trata de un incremento de 29,30%.
Luego analiza el último lustro. Según datos de ONU, 550.420 personas emigraron en 2010, y 606.344 lo hicieron en 2015. La variación entre una cifra y otra es de 10,16%, mucho menor a la variación del primer lustro analizado.
Pero más llamativas aún son las cifras de inmigración recibida por Venezuela, según Naciones Unidas. En 1990, primer año analizado, llegaron al país 1.025.009 personas. Para 1995 la cifra fue de 1.019.996: descendió 0,48%.
Para los últimos cinco años, los números son aún más elocuentes: 1.331.488 personas inmigraron en 2010 y 1.404.448 lo hicieron en 2015. Más del doble de los que decidieron irse.
El discurso del éxodo
Entrevistado por RT, Reinaldo Iturriza dijo que nadie podría negar que existe una emigración venezolana “pero jamás en los términos manejados desde la interpretación dominante”. Recordó que hablar de “éxodo masivo” en Venezuela no es “siquiera novedoso. Desde el inicio de la Revolución Bolivariana”, han tratado de instalar ese discurso, pero que ha tenido especial énfasis “en los últimos meses”.
Ahora bien, la idea de que hay que salir corriendo antes que todo estalle, “es absolutamente coherente con un ‘phatos’, un sentido común de la clase media venezolana según el cual, ‘con la revolución el país entra irremediablemente en un período de decadencia’ irreversible”, explica Iturriza.
En su artículo, dijo, no abarca interpretaciones, justamente para exponer cifras que resultan contundentes, a pesar de que “existen personas que, viendo los números, siguen creyendo que lo del éxodo es verdad. Bien, cada cual es libre de creer lo que quiera”, señala.
Colombia y Panamá
Frecuentemente se dice que la emigración venezolana, de gente que no tiene los recursos para irse a Estados Unidos, elige como destino Panamá y Colombia. Juan Carlos Tanus, quien es presidente de la asociación de colombianos en Venezuela aseguró a RT, que sólo durante el año que ha estado cerrada la frontera entre ambos países, “es mayor la emigración que la inmigración”.
Segú datos que maneja la asociación, unos 180 mil venezolanos habría buscado Colombia como destino laboral, mientras fueron unos 120 mil los que ingresaron a Venezuela con el mismo propósito.
¿La explicación? “Un número importante de colombianos que vive en la frontera hacía vida en ambos lados. Muchos tenían como medio de sustento el contrabando de gasolina venezolana hacia Colombia, el acaparamiento de productos alimenticios y el intercambio de divisas (que movilizan el llamado Dólar Cúcuta). Ese contingente humano quedó del lado colombiano de la frontera con el cierre”, opina Tanus.
Enfrentamiento de ideas
Por otra parte, analiza el exministro, la clase media venezolana responde a un hecho político concreto. “El chavismo es un fenómeno donde el sujeto popular es el protagonista de la sociedad venezolana, mientras que el antichavismo es todo lo contrario”.
Agrega Iturriza que la clase media, que compone el núcleo fuerte de la oposición local, acostumbrada a construir un relato donde ella está por encima del conflicto social, siente que ha perdido su lugar en el mundo. Antes del chavismo, el sujeto popular no existe dentro el relato de las clase medias”.
Así que cuando hablan de un “éxodo masivo de venezolanos”, sólo están siendo coherentes”, dice, con su discurso de catástrofe o crisis humanitaria. Para el también sociólogo, hay una migración que se repite en muchos países y que a grandes rasgos, obedece a una legítima aspiración de conocer otras culturas o de ampliar las perspectivas.
“Otra tiene que ver directamente que con el patrón cultural de la clase media venezolana, con el hecho indiscutible de que la educación que recibíamos era contraria a los interés nacionales”, señala.