“Antes de unirnos fuimos sometidas al maltrato de muchas personas, primero era el trabajo y luego nuestra vida, no se trataba de un apartamento, sino de cada grupo familiar de cada apartamento y de cada piso. No podíamos quejarnos en ninguna institución, ningún ministerio, si nos acercábamos nos decían que no había ley para las conserjes”, explicó María Teresa Herrera, una de las voceras del colectivo Trabajadoras Residenciales Unidas por Venezuela, que se conformó en 2011 y que desde entonces ha luchado por la reivindicación de sus derechos hasta el punto de obtener una ley que dignifique su labor y sobre todo su humanidad.
Texto: Prensa Mppc
María Teresa fue una de las ponentes de la décima edición del Foro Permanente de Pensamiento y Acción, que promueve el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (Mppc). Esta edición llevó como tema de debate “Cultura del trabajo”, ya que se realizó desde el marco de la Expo Caracas Productiva 2015, por esta misma razón se dio lugar en los galpones de la exposición, ubicados en la plaza Diego Ibarra de la ciudad de Caracas, durante la mañana del viernes 30 de octubre.
En sus minutos de ponencia, María Teresa aprovechó para explicar todo el progreso que han tenido desde enero de 2011, cuando un grupo de conserjes decidieron unir sus fuerzas y organizarse para la elaboración de un documento legal en donde pudiesen ampararse ante tanta deshumanización.
“Logramos reunirnos con el Presidente y presentamos un anteproyecto de Ley el 5 de mayo, y hoy en día seguimos debatiendo cómo podemos ejercer nuestra labor sin que se olvide que primero somos personas y dónde reivindicar nuestros derechos de seres humanos”, sostuvo Herrera.
Acerca de la labor que han realizado resaltó la importancia de la unidad, del trabajo en colectivo y la fuerza que éste genera para que se produzcan grandes cambios a favor del pueblo. “Hoy formamos parte del Movimiento de Pobladores, de los Campamentos de Pioneros y de diferentes colectivos y movimientos (…) tenemos que creer en nosotros mismos; y nosotras y nosotros creemos en la autogestión y en nuestra capacidad para lograr algo diferente”, destacó Herrera.
Teatro: el arduo trabajo de la creación de conciencias
José Luis León hizo énfasis también en ello, “en nuestro campo es mucho más complicado, pero cuando se hace cara a esa individualidad y se comprende el beneficio de trabajar en comunidad y para la comunidad, entonces se está a un paso más cerca de tener una mejor comprensión de quiénes somos y los cambios sociales que ocurren a partir de ello”. León es vocero de la Red de Teatro y Circo, y basó su ponencia en el Foro Permanente de Pensamiento y Acción en la comprensión del teatro como formación social y en la organización comunal como estrategia de conformación.
Destacó en su ponencia cómo el teatro trabaja en favor del crecimiento de una población, “el teatro es crecimiento para la población en la medida que uno considera la reunión de varias artes que crean en el espectador un nivel crítico y de reflexión a partir de la puesta en escena”.
Semillas de reflexión
La apropiación de los espacios también formó parte del debate sobre “Cultura del trabajo”, sobre todo por tratarse de un momento histórico en el cual el pueblo venezolano va tomando conciencia de pertenencia y comienza a mirar más allá de los límites ficticios establecidos.
El vocero del Organopónico Simón Bolívar, Yoandi Medina, se encargó de explicar cómo su colectivo llegó hasta este sitio, cómo tomó conciencia de lo que le pertenece y cómo a través de su labor como sembradores hacen concientizar a la población sobre su pertenencia del suelo y las semillas venezolanas.
“Más allá de sembrar y construir un organopónico, nosotros sentimos que estamos construyendo conceptos, les damos a las personas de la ciudad la oportunidad de ver crecer lo que consume, de conocerlo de verdad”, declaró Medina.
Desde el Organopónico el trabajo es abrir el debate para que el consumidor sepa lo que consume y aprenda a conocerlo más allá de engullirlo. “El propósito es que sepan qué es, de dónde viene, qué suelo necesita, cuáles son sus beneficios, y que no sólo lo consuman porque es lo que acostumbran”, explicó Medina.
Los colectivos del Organopónico Simón Bolívar imparten talleres para que la población, caraqueña en este caso, aprenda cómo cosechar diversos alimentos en un pedacito de suelo de la ciudad, les explican sobre la necesidad de reconocer la tierra como suya y darle uso a partir de este conocimiento, obteniendo un beneficio que no es individual, sino que favorece a un grupo más amplio, como todo trabajo colectivo.