Durante años, Aníbal Nazoa, destacado humorista, poeta y periodista venezolano, quien nació en Caracas el 12 de septiembre de 1928, llevó un mensaje claro a través del poder de su palabra: la defensa de manera insaciable de los derechos sociales y culturales del pueblo mostrándose a favor de la izquierda, una izquierda que fue blanco del puntofijismo y la represión derechista durante años en Venezuela. Su relación con las masas populares comenzó, tal vez, desde sus primeros años de vida, tiempo que pasó al lado de sus padres Rafael Nazoa, de oficio jardinero, y Micaela González, en un hogar humilde ubicado en la barriada El Guarataro.
Texto: AVN
La difícil situación económica que afectó a la familia hizo que Nazoa se formara de manera autodidacta. A la edad de 12 años, ya laboraba en diferentes oficios, tales como carpintero, ayudante en pequeñas bodegas de expendio de alimentos, hasta llegar a trabajar como empaquetador en el diario El Universal, donde aprendió desde tipografía hasta idiomas como el inglés y el francés, hecho que lo llevó a involucrarse con el mundo de las artes y la comunicación.
A partir de estos conocimientos, y a la edad de 20 años, Nazoa publica diferentes artículos en su columna Por la misma calle, publicada en El Universal. Sin embargo, nunca se desprendió de su pasión por el humorismo, que asumió como una herramienta para criticar a los gobiernos de derecha.
Fue a través del humorismo como el periodista venezolano se expresó siempre contra toda censura y represalia, “y permaneció a lo largo de su vida como un agudo crítico de la dura realidad nacional, un defensor inquebrantable de la cultura y de las causas populares”. Nazoa siempre fue “un afinadísimo humorista comprometido con la dignidad”, refiere el prólogo publicado en el libro Aníbal Nazoa, La palabra de hoy, publicado este año por el Centro Nacional del Libro (Cenal).
Siempre valoró los diferentes modismos y expresiones coloquiales que durante años se han mantenido entre los venezolanos. Con frecuencia expresaba el asombro que le causaba un fenómeno al que le gustaba llamar “Misterios de la lexicografía y la semántica venezuela”, del cual se pronunció en su artículo La imprecisión del venezolano.
“Cualquier extranjero que nos visite por primera vez enloquecería si oyera, como se oye corrientemente a un electricista, plomero o cualquier técnico venezolano ordenando a su asistente: -Tráeme la vainita esa de bichar los perolitos del coroto. Lo asombroso no es la terminología en sí, lo increíble es que el ayudante comprenda perfectamente bien la orden y traiga exactamente lo que se le está pidiendo”, escribió el periodista en el referido artículo.
Sus aportes al periodismo, que no sólo se mantuvieron en el papel sino que viajaron a otras plataformas como la radio, se mantienen en la actualidad entre el público lector del presente. Muestra de ello es la receptividad con la que su obra fue recibida por lectores que visitaron la Feria del Libro de Caracas y otros eventos como la Feria Internacional del Libro de Venezuela 2014 (Filven).
Entre sus obras destacan Aquí hace calor, publicado en 1969; Las artes y los oficios, libro publicado en 1973 y en el que Nazoa reinventa cada una de las profesiones conocidas hasta ahora en la sociedad, para darle un nuevo concepto; y La palabra de hoy, 1981.