Lenin y la Revolución Rusa, por Lorena Almarza

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Imagen por Lorena Almarza par CiudadCCS

Este martes se cumplen 100 años de la Revolución Rusa, primera revuelta en el mundo que se inspiró en la tesis marxista y la lucha de clases.

Tomado de CiudadCCS

“¡Fíjate bien en él! Es Lenin. Observa su cabeza voluntariosa y tenaz.
Es una cabeza de aldeano auténticamente rusa, con ligeras líneas asiáticas.
Esa cabeza se ha propuesto derribar una muralla. Acaso se estrelle, pero no cederá jamás”.

Rosa Luxemburgo a Clara Zetkin

Ideas centenarias

Este 7 de noviembre, según el calendario gregoriano, se cumplen 100 años de la Revolución Rusa, un hecho de gran significación y sin precedentes para el momento, en tanto, fue la primera revuelta en el mundo que se inspiró en las tesis marxistas y en la lucha del proletariado. Ese día, la monarquía zarista de Nicolás II Romanov fue derrocada por los bolcheviques, bajo el liderazgo de Vladimir Ilich Ulianov, más conocido por su seudónimo de batalla, como Lenin.

Si bien es cierto que “un hombre solo no vale más que un pueblo entero”, es indudable que Lenin fue un líder visionario, pues aún cuando las revoluciones no dependen de individuos sino de los pueblos, “surgen líderes, se apresuran, toman rutas y conceptos que los hacen únicos”.

Para Bertold Brecht fue un indispensable, mientras Clara Zetkin afirmó que “(…) su nombre era símbolo de esperanza y de liberación donde quiera que hubiese explotados y oprimidos”. A lo que agregó, “(…) era el jefe indiscutido de un partido que había marchado a la cabeza de los proletarios y los campesinos, trazándoles el camino y señalándoles los derroteros en su lucha por el Poder”.

Lo cierto es que Lenin, considerado hombre-faro, es valorado como “el creador de la Revolución Rusa” y referente fundamental en la lucha contra el capitalismo. En este sentido, Néstor Kohan refirió que Lenin “nos da las pistas para pensar el capitalismo como sistema mundial de dominación, que vive conquistando territorios geográficos y sociales”. En su opinión, “la crítica a la sociedad capitalista es el corazón del marxismo, sus instituciones y las teorías que la legitiman”, razón por la cual, el pensamiento del líder ruso tiene total vigencia.

Alegría y entrega

Son cientos los testimonios que dan cuenta del fervor que generaba cuando subía a la tribuna. La propia Zetkin destacó esa conexión del líder y la clase obrera al referir, “Lenin se hundía y se perdía por entero en la masa de los camaradas, confundiéndose con ellos, como uno cualquiera, como uno de tantos. Ningún gesto, ningún movimiento que le destacase sobre los demás como una ‘personalidad’ (…) tenía para todos una sonrisa o un afectuoso movimiento de cabeza, cuyo reflejo era siempre una cara resplandeciente de alegría”.

W. T. Goode, periodista del diario londinense Manchester Guardian, quien lo entrevistó por allá en 1918, señaló “(…) tiene una expresión agradable al hablar (…) una inteligencia clara y fría. La de un hombre plenamente dueño de sí mismo y de su argumentación, que se expresa con una lucidez extraordinariamente sugestiva”. Por su parte, Arthur Ransome, periodista del mismo diario escribió: “Lenin me pareció un hombre feliz (…) respira alegría; cada arruga suya ha sido trazada por la risa, no por la preocupación”. A su vez, en el libro Anécdotas de Lenin de A. Kononov, una especie de Cuentos del Arañero, salvando las distancias, encontramos diversas historias sobre el líder, donde destacan, entre otros atributos, su talante solidario y alegre. En uno de los relatos señalan que le encantaba cantar, en especial, canciones revolucionarias, pues solo bastaba con mirar “el brillo y centelleo de sus ojos” para dar cuenta del placer que le generaba.

Volodia

Vladimir Ilich Ulianov nació el 22 de abril de 1870 en Simbirsk, a orillas del río Volga. Su padre era inspector escolar y profesor de Matemáticas, y su madre se ocupó del trabajo en casa, la crianza y el soporte afectivo de la familia. Volodia, como le decían cariñosamente, aprendió a caminar pasados los tres años, y una vez que pudo andar, se hizo huracán. Contó su hermana Ana que fue muy inquieto, y que al conversar, “nunca carece de argumentos y tiene respuestas para todo”. Según Gerard Walter, de muchachito sus juegos preferidos eran la gallina ciega, el escondite y la resbaladera.

Fue un estudiante ejemplar y un lector voraz, aunque en la Rusia zarista, el marxismo y otras lecturas estaban prohibidas, los Ulinanov leían Tolstoi, Pushkin, Heine, Víctor Hugo, Rousseau, entre otros. Su mayor placer era relacionarse con los “grandes”, y su hermano mayor Alejandro (Sasha) fue su mayor referente. Importante mencionar que Alejandro fue detenido, sentenciado y ahorcado el 8 de mayo de 1887 por participar en un intento de asesinato contra el zar. Muchos afirman que la ejecución del hermano fue la chispa que encendió el espíritu revolucionario en el joven Vladimir. Lo cierto es que ese hecho marcó a la familia, la cual fue asediada e incluso, forzada a mudarse a otra localidad.

En defensa del pueblo

Gracias a sus excelentes calificaciones, y a la ayuda de un viejo amigo de su padre, fue admitido en la Universidad para estudiar Derecho. Allí, además de estudios jurídicos, se incorporó en actividades estudiantiles clandestinas contra el zar y al ser descubierto fue desterrado.

Prosiguió estudiando Derecho por su cuenta, se unió a los círculos marxistas y empezó a relacionarse con campesinos y a defenderlos contra los terratenientes. El resto de sus días, aunque estuvo en la mira de la Policía no cesó de estudiar, establecer redes de organización y alianzas con el objetivo de generar un movimiento con gran capacidad organizativa y formación política. Cada encarcelamiento, que fueron unos cuantos, fue tiempo valioso para el estudio y la producción teórica.

Antes de los treinta ya tenía menos pelo en la cabeza, pero firme convicción en la necesidad de organizarse para derrocar al zar, eliminar el feudalismo esclavista, acabar con el régimen capitalista y crear una sociedad socialista, no solo rusa, sino internacionalista. Su compañera de vida, lucha y exilios, fue Nadezhda Krupskaya, quien ejerció un importante papel en la dirección del Partido Socialdemócrata Ruso y sobre todo en la educación, la lucha contra el analfabetismo y en la creación de un sistema de bibliotecas.

El 21 de enero de 1924, tras sufrir varios accidentes cerebrovasculares falleció. Dicen que el Gobierno soviético recibió más de 10.000 telegramas de condolencia. Lenin fue embalsamado y se encuentra en el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú.

Poema a Lenin

Bertold Brecht

1
Al morir Lenin, un soldado de la guardia, según se cuenta,
Dijo a sus camaradas: Yo no quería creerlo. Fui donde él estaba
y le grité al oído: “Ilich, ahí vienen los explotadores.” No se movió.
Ahora estoy seguro que ha muerto.
2
Si un hombre bueno quiere irse,
¿con qué se le puede detener?
Dile para qué es útil. Eso lo puede detener.
3
¿Qué podía detener a Lenin?
4
El soldado pensó: Si oye que los explotadores vienen,
puede que estando solo enfermo se levante.
Quizás venga con muletas. Quizás haga que lo traigan.
Pero se levantará y vendrá para luchar contra los explotadores.
5
El soldado sabía que Lenin había peleado toda su vida
contra los explotadores.
6
Cuando terminaron de tomar por asalto
El Palacio de Invierno, el soldado
quiso regresar a su hogar, porque allí
se habían repartido ya las tierras de los propietarios.
Entonces Lenin le dijo: Quédate.
Todavía hay explotadores. Y mientras haya explotación
hay que luchar contra ella. Mientras tú existas,
tienes que luchar contra ella.
7
Los débiles no luchan. Los más fuertes
quizás luchen una hora.
Los que aún son más fuertes, luchan unos años. Pero
los más fuertes de todos, luchan toda su vida, Éstos son los indispensables.

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