Parranderos teñirán una vez más sus rostros de negro para cumplir la promesa de María Ignacia

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Fotos: Archivo/ José L. Sánchez

Este lunes 29 de junio, día de San Pedro, los parranderos de Guarenas y Guatire, en el estado Miranda, volverán a pintar sus rostros con tinta negra, se vestirán con trajes del mismo color, calzarán sus cotizas y bailarán al son del cuatro y las maracas para cumplir la promesa que hace más de 200 años le hiciera la esclava María Ignacia al santo, para quien cada año vestía sus mejores atuendos y salía a las calles a bailar en su honor, en agradecimiento por los milagros recibidos.

Texto: AVN

A partir de la memoria y tradición oral del pueblo mirandino se ha mantenido durante dos siglos consecutivos la Parranda de San Pedro, una manifestación generada a partir del intercambio cultural entre blancos, pardos y negros, y que fue reconocida en 2013 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Este lunes, desde muy temprano, las calles de Miranda se llenarán de parranderos que entre cantos y algarabía cargarán al santo sobre sus hombros y elevarán para él cantos a modo de agradecimiento por los favores concedidos, que van desde la sanación que brindó a la niña Rosa Ignacia hace 200 años, hasta la lluvia que cada año cae sobre las cosechas de los campos, mismas que son cultivadas con el amor y las manos del pueblo.

La fiesta para el santo llegará más tarde cuando las parrandas de San Pedro de Guarenas y Guatire realicen su tradicional baile, siempre vistiendo trajes y sombreros color negro, similares a los atuendos que usaban aquellas familias mantuanas que tenían en su poder la vida y servicio de hombres y mujeres afrodescendientes, muchos de ellos arrebatados de sus tierras originarias y traídos a Venezuela para ser presos de la esclavitud, una cadena que comenzó a romper el Libertador Simón Bolívar en el año 1810, pero que llegó a su abolición definitiva en 1854 con el decreto que lanzara el entonces presidente de la República, José Gregorio Monagas.

El decreto en cuestión —refieren documentos de la historia de Venezuela— dejó en libertad a más de 40.000 ciudadanos que durante décadas habían sido obligados a servir como esclavos.

Aún cuando la negra María Ignacia cumplió con su promesa y bailó para San Pedro hasta el día que le sorprendió la vejez y con ella la muerte —y que luego pasó a manos de su esposo, quien también se vistió con la ropa de María Ignacia y salía a las calles a danzar por agradecimiento— el pueblo de Miranda acogió la tradición que se mantiene en la actualidad a través de jóvenes promeseros que cada año se le rinden al santo y que son favorecidos con su bendición.

“Para nosotros, la parranda es algo muy grande. Saber que tengo un legado, una herencia que me hace pintar la cara de negro y cantar coplas con alpargatas, cuatro y maracas, es para mí un regalo”, comentaba hace dos años Gilman Núñez, integrante de la parranda de Guarenas, a sólo horas de conocer que la parranda que por años ha bailado con fervor, había sido reconocida por la Unesco.

En la actualidad, se llevan a cabo en el estado Miranda diversos talleres y encuentros que tienen por objetivo promover entre los niños y jóvenes la Parranda de San Pedro, para que una de las tradiciones más representativas, y que se cultiva en su acervo junto a otras manifestaciones como la de los Diablos danzantes de Yare, sea bailada y compartida por 100 años más.

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