Falleció Jesús León, importante artista plástico mirandino: ¡Makana vive!

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La noche de este miércoles falleció Jesús León, artista plástico mirandino que reivindicó el acervo cultural de nuestros ancestros aborígenes, a través de creaciones plásticas durante más de 35 años. En sus obras inspiradas en la “Pachamama”, predominan colores de tono tierra y verdosos característicos en la naturaleza. También tienen influencias en el arte rupestre, con relieves y grabados que evocan a las superficies rocosas de la tierra. A propósito de su fallecimiento, compartimos la entrevista titulada “38 años en el arte ¡Makana vive!”, del Semanario Cultural TodasAdentro, hecha a tan insigne figura.

38 años en el arte: ¡Makana vive!

Prensa MPPC (14/12/2017)

En las últimas guarimbas en Los Teques lanzaron un cuadro del pintor Jesús León a la calle

Un joven puinabe se sorprendió al ver unos dibujos que hiciera inconscientemente Jesús León en una de sus exposiciones. Conversaron y el muchacho, familiar de un chamán, le dijo: “Esas representaciones nada más las conocemos nosotros”. Al poco tiempo se hicieron amigos y Jesús, quien posee una fe bárbara, le comentó que había pasado por cuatro infartos.

Éste le contestó que son portales por los que ha pasado para convertirse en chamán. “Soy artista plástico de la ciudad de Los Teques”. Así se presenta Jesús Alfredo León Rivas, en el estar de su casa en la calle Ricaurte, rodeado de una colección de obras de sus amigos. “Jugábamos El Cadáver. Es como un velorio. Ese día pintábamos cuadros que intercambiábamos por sorteo. Pasábamos un rato agradable entre vinos y algo de música”.

Nos sentamos al frente de Signos y señales, su último trabajo, que hiciera en 2014. En él conjuga varios pueblos: los incas, los mayas, los aztecas y los caribes. Con esa pieza ganó un premio en Murcia, España. La técnica es altorrelieve sobre madera. La pasta con la que está hecha tiene una fórmula para que no se cuartee. Dibuja con la espátula sobre la madera ya con el tema seleccionado. León había colocado una rejita para que no se salieran sus dos perritos.

—¿Esa fórmula se puede dar a conocer?

—Sí. Se las enseño a mis estudiantes. Es cemento, pego con cola plástica. Debe tener una proporción para que no se dañe. Ese que está en la pared está impecable, sólo hay que pasarle un cepillito por el polvo.

En las guarimbas más recientes fue atacada la Casa de la Cultura de El Paso. Uno de sus cuadros fue a parar a la calle después que destruyeran el lugar.

Homenaje en vida

Empezó a pintar cuando tenía 8 años de edad de la mano de Carmen Cecilia Díaz. También compuso su primera canción y la cantó en la Sifontes. Sabe tocar el cuatro y la guitarra a oído. Decidió vivir del arte en la década de los 80. Perdió el cupo en la Universidad Central de Venezuela, en Veterinaria, por guerrillero. Lo sacaron de la lista para mandarlo a estudiar Tecnología Pesquera en Maracaibo. No lo querían en el centro del país.

Fundó el comité de bachilleres sin cupo en Los Teques. Más tarde, empezó a estudiar en la Cristóbal Rojas. Se hizo técnico superior en Artes. Luego siguió pintando junto a Benito Chapellín, el profesor Haroldo Suárez y el maestro Edgar Corrales. Practicó judo y llegó a ser cinta negra. Representó al estado Miranda en competencias.

Se retiró en el 84 por una lesión en una rodilla. Este 2017 cumple 38 años en el mundo del arte. El año pasado le hicieron un homenaje el 10 de mayo, Día del Artista Plástico. “Agradezco que me lo hagan vivo, porque he estado al filo de la muerte. Mis alumnos me dicen el inmortal”.

Tiene su escuela en La Matica Abajo, calle Ezequiel Zamora. Como estuvo de reposo por un accidente, suspendió las clases. Luego las retomó en la Casa de la Cultura de El Paso y ahora en su casa. Ha realizado cerca de 50 colectivas y casi 30 individuales. Nueve exposiciones internacionales en las que ha recibido tres premios, “aunque el más grato es que mis estudiantes sean mejores que yo”.

El techo del Lamas

“Eso era de lunes a lunes que se reunía el grupo La Makana. Hacíamos nuestras fiestas allí. Había un cafecito, el café Lamas. Benito Chapellín, Rebeca Martín, Rukleman Soto, Yurimia Boscán, Chamizo, Tanchyat Díaz, Teobaldo, Pompeyo, el maestro Edgar Corrales, entre otros. Hacíamos exposiciones de fotografía, actos de todo. Siempre irreverentes. De izquierda. Como es el verdadero artista que no se deja encajonar por una visión”.

Era la época de los 80. Benito era el que pasaba más tiempo allí. Él abría la puerta de la Casa de la Cultura. Una vez conmemoraron el 27 y 28 de febrero. Colgaron telas pintadas de rojo en unas matas que ya no existen. Era poesía, cantaban música revolucionaria y siempre estaban vigilados por el gobernador de ese entonces. Jesús León y los demás deciden retirarse cuando montan el techo.

“Fue con una intención política. Un alcalde copeyano había empezado a meter el retruque. Allí decidimos irnos. Se quedó el ajedrez y el dominó. Nunca estuve de acuerdo porque apostaban, tomaban licor y le faltaban el respeto a las mujeres”.  El sello de los Makana estaba en el piso dibujado a mano sobre el cemento. León lamenta que cuando la Alcaldía de Guaicaipuro reinauguró el teatro lo borraron. “Lo vamos a hacer de nuevo”.

Defensor de Los Teques

León le ha regalado a la ciudad el compromiso de orientar a sus estudiantes con valores, para que respeten y retomen el sentido de pertenencia. “Yo le preguntaba a mi papá por qué se habían dejado quitar o tumbar esto. Aquí vino gente de otros lados y no hicimos respetar el pueblo”. A sus alumnos les habla de la historia local, del parque Los Coquitos y sus nueve hectáreas y de los árboles de la Miquilén. “Me crié en El Cabotaje y mi papá me enseñó a limpiar el frente. Tenía mis responsabilidades y así eran todas las familias. En la Miquilén no queda ni una casa, sólo comercios”.

—¿Se siente un incomprendido?

—No. Cada quien en su tendencia logra que cualquier espectador lo entienda.

—¿Tiene algo de Reverón?

—Uno ve más allá de lo que puede ver una persona normal. Soy integral. Las veces que me he visto cerca de la muerte han reafirmado mi manera de vivir. No soy materialista. Disfruto lo que tengo.

—¿Y el mural de la calle Miranda?

—Lo hicimos con el proyecto “El museo va a la calle”, del Metro de Los Teques. Tenemos pensado retomarlo con los estudiantes. La gente me decía: ¡Ojalá los grafiteros no lo dañen! Les contestaba que entre artistas nos respetamos. Lo vamos a recuperar porque hubo una falla técnica en los pigmentos. Se logró hacer una semblanza de los caribe.

El bastón de mando de Guaicaipuro

Como todo pintor, empezó con lo clásico: el paisaje. Utiliza el acrílico, el claroscuro, el óleo, la acuarela. Su trabajo tiende hacia el abstraccionismo, pero lo relaciona con lo ancestral. Hay una simbología indígena escondida. Desde los americanos hasta la Patagonia. En un cuadro puede haber un símbolo sioux, apache o comanche; también de los incas, los mayas, los aztecas, los caribes, los waraos, los puinabe.

En un rincón del estar de la casa está el bastón de mando, el estandarte de guerra de Guaicaipuro. Aún sin terminar. Desde la base talló los petro glifos de la plaza Guaicaipuro y los que se encontraron a orillas del río San Pedro. Más arriba, también tallados, unos rostros de indias. Lo adornan semillas de ceiba, cristales gris piedra y un algodón que suelta la ceiba. En la punta tiene unas plumas. Por ahora son sintéticas, pero quiere conseguir unas de guacamaya.

“Lo estamos haciendo a partir de un libro que encontramos donde un español describe ese bastón luego de que Guaicaipuro lo perdiera en la batalla de Maracapana. Los españoles se lo adueñaron y se lo llevaron. Este es un primer modelo”.

 

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