La herencia de Chávez y las “falsas noticias”, por Alex Anfruns

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Bienvenidos a la nueva era de la (falsa) información, también llamada ”post verdad”. Esta se caracteriza, en primer lugar, por la existencia de hechos “probados y certificados” por los filtros de los medios de comunicación; y en segundo lugar, por la difusión salvaje de “información falsa”, cuyo origen es “no fiable”. Ya no hace falta pues comprobar el origen de las fuentes, interpretar los hechos o comprobar su veracidad. ¿Para qué? Si todo el mundo confía en el “certificado de origen” de los multimillonarios Bouygues, Bolloré y otros… ¿no es así?

Fuente: HumanidadEnRed

De hecho, tenemos que ser comprensivos. Los propietarios de esos medios –que también son comerciantes de armas- están preocupados por su pérdida de influencia. Se dieron cuenta de que el público ya no se cree la mayor parte de su propaganda…y claro, ¡es un tremendo problema! El capitalismo necesita la industria de la guerra como los seres humanos el oxígeno para respirar. Esta nueva era, ¿es la muerte del periodismo? ¡No tan rápido! Las únicas batallas que estamos seguros de perder son las que no emprendemos.

Con toda seguridad, los dos últimos años habéis oído hablar de crisis económica, incluso de “estado fallido” acerca de Venezuela. Pero sin duda lo que los medios no han explicado es la creación de 1,5 millones de viviendas sociales en el marco de la Misión Vivienda. Ni la recepción de 6 millones de colombianos que han huido del conflicto en el país vecino y que están perfectamente integrados a través de los programas de ayuda social.

Pues bueno, los hechos son tozudos: el desarrollo de un sistema de protección social, incluyendo el derecho a la vivienda, a la educación, a la salud, etc… es una verdad oculta que demuestra la hipocresía del discurso dominante en Europa, al afirmar que no hay ninguna alternativa política al neoliberalismo. Una supuesta Unión Europea que, por otra parte, al atacar sistemáticamente las políticas sociales, se está convirtiendo cada vez más xenófoba.

Así que no es sólo hay crisis en Venezuela. También hay una política basada en la soberanía y en los derechos humanos. En cambio, en otros países europeos como Grecia y España, las respuestas a la crisis económica se limitaron a los recortes y rescatar a …los bancos. Sin oponerles la menor resistencia, el gobierno de Mariano Rajoy ha dado luz verde, según las estimaciones, a entre 250.000 y 400.000 desahucios de familias de
sus hogares.

Además, el compromiso del Estado español hacia la U.E. de albergar 17.337 refugiados resultó ser una broma de mal gusto. En realidad sólo ha habido 979 refugiados, lo cual ha provocado el rechazo de amplios sectores de la sociedad. El pasado 18 de febrero, la ciudad de Barcelona manifestó masivamente en las calles con el lema “mi casa es su casa”.

Claro, la acción social de la Revolución Bolivariana no es una buena noticia para todo el mundo. Para algunos, hablar de socialismo del Siglo XXI es aún un pecado y una blasfemia. Los Estados Unidos han intentado todo para destruir a los procesos de los países demasiado independientes como Venezuela, Cuba y Ecuador. Con métodos directos o indirectos, el Tío Sam nunca dejó de alimentar las contrarrevoluciones.

Tras la ratificación del decreto de Obama, la Administración Trump vuelve de nuevo a la carga con una campaña de desprestigio contra el vicepresidente venezolano Tareck Aissami. Las mentiras mediaticas fabricadas en EE.UU. se atreven a todo. De hecho, Aissami se había dado a conocer precisamente por haber llevado a cabo exitosas operaciones contra el tráfico de drogas, después de que Caracas detuviera la cooperación con la DEA. Desde entonces, las Naciones Unidas han elogiado en repetidas ocasiones la lucha contra el tráfico de drogas en Venezuela.

Los pueblos deben poder construir su futuro. Un mundo mejor en el que el odio y la exclusión no tengan lugar, ya que estos valores son incompatibles con el progreso y la emancipación. Sólo la fraternidad y la solidaridad internacional son la base de una sociedad humana digna de ese nombre. Otro mundo en el que el derecho a una información plural esté garantizado.

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