La ilusión de la marca utilizada como herramienta de desestabilización en Venezuela

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beb-consumismoSería ingenuo pensar que una marca es solo el nombre comercial que se le da a un producto para diferenciarlo de otro, detrás de un nombre o logo hay una inmensa industria de publicidad que vende estilos de vida, imágenes e ilusiones, es decir aquella conexión emocional que hace el consumidor con el producto que “elige”. En el caso de Venezuela, actualmente la desaparición programada de productos de marcas conocidas se ha convertido en una herramienta de desestabilización que genera angustia y desconcierto en la población, caracterizada por tener una cultura consumista enraizada en el rentismo petrolero y en la influencia -durante décadas- del modelo de consumo similar a la del capitalismo estadounidense.


Texto: AVN (Ana Navea)

“Pasamos de ser consumidores a ser consumistas”, expresa el especialista en comportamiento humano, Erick Rodríguez, quien en entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) hizo un breve análisis del impacto que tiene en los venezolanos no encontrar “las marcas tradicionales” o la razón de por qué se hacen largas colas para comprarlos.

“Si tu no tienes eso (la marca), tu no eres nada”, apunta Rodríguez, al señalar además que en el caso venezolano la conexión emocional ha llegado al punto de que el propio producto sea reemplazado por el nombre de la marca, ejemplo de ello es la harina de maíz a la que todos llaman “Harina Pan”, la marca registrada del oligopolio Polar, la empresa más grande de producción, distribución y comercialización de alimentos del país.

Erick Rodríguez (Archivo/Aporrea.org)

Erick Rodríguez (Archivo/Aporrea.org)

Teniendo en cuenta que Venezuela enfrenta una guerra económica caracterizada principalmente por el acaparamiento de productos y la especulación en los precios, Rodríguez indica que el objetivo de la desaparición de algunas marcas es “generar reacciones de miedo, de prejuicios, de manera que puedan agobiar, abrumar, saturar a las personas hasta hastiarlas”, con el fin de generar niveles de violencia que puedan retar la continuidad de la Revolución Bolivariana, intentando derrocar al Gobierno del presidente Nicolás Maduro, quien continua las políticas de redistribución justa de la riqueza petrolera iniciada por el comandante Hugo Chávez desde 1999.

La lectura es que entonces a través de la ilusión de las marcas, con las cuales se prioriza el valor de cambio y no de uso, se busca torcer mediante la presión psicológica -angustia, inestabilidad, ansiedad, confusión y desilusión- la voluntad de un pueblo que desde hace 15 años apuesta por la construcción del socialismo bolivariano con el cual ha logrado elevar su poder adquisitivo en más de 50% y una significativa reducción de la pobreza y la desigualdad.

Resistencia

En diciembre del año 2002 y los primeros meses de 2003, el pueblo venezolano vivió la paralización y saboteo de la industria petrolera del país, Pdvsa, lo que ocasionó desabastecimiento de alimentos, combustible, gas para la cocina, y unas festividades navideñas e inicio de un nuevo año con angustia y zozobra.

En este contexto, Erick Rodríguez explica que la población actualmente rememora esa situación en la que identifica -como en aquel momento- quienes son los actores que generan la desestabilización: sectores empresariales ligados a la derecha nacional e internacional que de manera flagrante buscan el derrocamiento del Gobierno constitucional que no obedece a sus intereses.

“La gente ha dado una respuesta positiva por la reminiscencia, de esa experiencia anterior y del factor que la provoca”, indica el especialista respecto a la resistencia de las personas al clima de desestabilización del país.

Oportunidad para nuevas marcas

Para el periodista y publicista, Roberto Malaver, esta desaparición de “las marcas tradicionales” es una excelente oportunidad para posicionar nuevos productos tanto de pequeños y medianos empresarios privados como del sector público.

“Esta es una de las grandes oportunidades que se presentan en el mercado para sustituir a algunas marcas”, expresa en entrevista con AVN, en la que menciona además que obviamente el consumidor al no encontrar la marca que busca la sustituye por otra.

“Si es bueno (el producto) se queda con ese y se acabó”, dice Malaver, al tiempo que aclara que no es un asunto sencillo porque “para romper la hegemonía de una marca se necesita un buen producto, que tenga distribución, que tenga calidad y que conquiste el mercado”.

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