¿Dónde están los restos de Rogelio Castillo Gamarra?

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foto-RogelioEl dos de mayo se cumplieron 31 años de la desaparición forzosa del revolucionario caraqueño -criado en Petare, para más señas- Rogelio Castillo Gamarra. Ese día de 1982 -detenido, esposado y torturado, según señalaron y señalan aún sus familiares- versiones oficiales indicaron que había alcanzado a huir, no obstante estar bajo la recia custodia de once efectivos del ahora desaparecido Cuerpo Técnico de Policía Judicial. Todo aconteció en Coro, estado Falcón, ciudad occidental en la que fue vinculado con el asalto a una entidad bancaria privada.


Texto: CiudadCCS

Más de tres décadas después de aquel oscuro episodio, Ynelda Ascanio –su pareja de entonces y madre del hijo que dejó aquella relación– decide hablar. Aunque contrajo nupcias nuevamente, afirma que nunca abandonó el caso de Castillo Gamarra, con quien no se casó “porque él prefería que viviéramos así. Para que no nos uniera nada en caso de que pasara algo; por medidas de seguridad”, señaló en nuestra sala de redacción, donde ofreció detalles de quien fuera su compañero de vida entre 1973 y 1982, cuarto año del gobierno del socialcristiano Luis Herrera Campins, copartidario de Rafael Caldera, quien inició su primer período de gobierno en 1968 bajo la bandera de la pacificación hacia los grupos rebeldes que luchaban contra el modelo instaurado diez años antes.

SUFRIR TODOS LOS DÍAS

—¿Por qué es importante, luego de 31 años, traer a colación el caso de Castillo Gamarra?

—Bueno, a raíz de que llegamos a este proceso revolucionario, primero no se podía hacer, entonces ahorita yo vi la oportunidad, eso es como un compromiso mío, pues, porque para mí él está presente en todos los pasos que yo doy dentro de esta Revolución y hay que seguirlo, pues. Para mí sería como traición y deslealtad que yo no siga buscando castigo a los culpables y conseguir los restos, pues. Una de las cosas que me decía el niño era: “¿Dónde estará el cadáver de mi papá?” Eso es lo que pregunta para llevarle flores. Es más, yo compré dos puestos más en El Cercado (cementerio cercano a Guarenas) y uno es para Rogelio.

—Hablamos del cese a la impunidad. Este caso no debe quedar impune.

—No debe quedar impune porque un familiar de un desaparecido sufre todos los días. Es como que si a uno lo estuvieran torturando todos los días. Cada vez que uno recuerda, cada vez que uno ve a su compañero, a uno le pega, pues. Son 31 años y, para mí, cada vez que lo recuerdo es igual. Yo me volví a casar y mi compañero me dice: “Te acompaño en tus sentimientos. Sentido pésame”. Es eso, pues, porque está latente. La imagen de él está latente y mientras no se consigan sus restos, es como si te estuviera reclamando por ahí: “Bueno, ¿qué pasó conmigo, pues?”.

SI NEGOCIAN, QUE PAGUEN

—Llegó la Revolución, se creó la Comisión de la Verdad… ¿Cuáles son tus expectativas? ¿Confías en que el caso de Castillo Gamarra se va a esclarecer?

—Sí, yo tengo confianza, porque el caso de él sale en la prensa de la época junto con los que estuvieron involucrados, los que estuvieron detenidos… no sé de sus marramucias, pero yo sí tengo fe en que la fiscal (Luisa Ortega Díaz) sí pueda llevar eso a feliz término con nosotros apoyando y siguiendo la investigación, dijo, para recordar luego que el año pasado introdujo la denuncia en la Fiscalía, organismo en el que confía luego de que Ortega Díaz le respondiera: “No te preocupes, vamos a seguir con todo”.

—Algunos de los implicados en la desaparición viven…

—Sí, yo me enteré de uno que tenía una compañía de vigilancia y contrataba con una empresa del Estado.

—Dentro de la Revolución…

—Ajá, ahorita debe tener 70 años pero ahí está, pues. Si para hacer negocios sirve, entonces sirve también para que pague.

—¿Quién es él?

—José Ramón Lazo Ricardi. Un día en Puerto La Cruz, los trabajadores de una empresa de seguridad estaban protestando y decían que su jefe era él.

—¿Qué opinas de la política de exterminio y desaparición aplicada durante la Cuarta República?

—Bueno, yo creo que era el miedo a que les quitaran de lo que ellos vivían. Es una diferencia de clase: el que tiene el poder no quiere soltarlo. La política de exterminio era meterles miedo, y cuando caía uno lo desaparecían, y eso era buscando meterle miedo a la gente. Sin embargo, el movimiento revolucionario se mantuvo.

LA PATRIA Y TÚ

—¿Qué recuerdas de Rogelio?

—La lealtad, la solidaridad, la parte humana. Con sus 27 años era un consejero. Hay personas que me dicen: “Cuando mi mamá y mi papá tenían problemas, lo llamaban para que nos aconsejara. En todos lados me han llegado compañeros que me narran anécdotas de sus vivencias. Una vez, cuando hacíamos una biblioteca en el 23 de Enero, me dijo un compañero: “Yo recuerdo de él, bajo una lluvia muy fuerte por Catia, que me llegó Tabanuco con un pico y una pala a ayudarme a sacar la tierra que había caído en el rancho”. O sea, era muy espontáneo. No decía que no. La solidaridad para él era lo principal, y también la lealtad.

Los recuerdos se le amontonan, pero no la desequilibran. Aquellos años de los amores iniciales perduran con solidez.

—Se reía, me decía: “No te pongas brava por esto”. Para enamorarme, una de las cosas que expresaba para que yo lo aceptara era: “Yo tengo dos amores: primero la Patria y después tú. Cuando tú entiendas eso, entonces, bueno”. Tardé para entender eso.

—Y lo entendiste…

—Sí, lo entendí. Primero la Patria y después era yo.

Biografía Mínima

Nació en el barrio José Félix Ribas, Petare, el 19 de junio de 1953. Cumpliría 60 años. Estudió en la Escuela Técnica de Campo Rico y egresó como perito en Electrónica. Se dedica a luchar por las reivindicaciones de las diferentes comunidades de los barrios petareños, ligado con las luchas de los trabajadores y por la defensa de los presos políticos. Funda la biblioteca Atanasio Girardot en el mismo barrio, con la colaboración del Banco del Libro y la UCV. Funda el Centro Cultural y Deportivo Atanasio Girardot. Militó en Ruptura y en el Partido de la Revolución Venezolana, PRV (Tomado de la revista Desafíos de hoy. Año 8 N_ 76. Abril-Mayo 2013).

“La fuga era imposible (…) la custodia de los presos era de once petejotas”

CuñadoJulio César Ferrer Morón fue cuñado de Rogelio Castillo Gamarra, pues es cónyuge de Gladys Castillo, hermana de la víctima. En 1982, año de la desaparición del luchador social, ejercía como abogado y su vínculo con la PTJ (cuerpo del que fue funcionario) se reducía simplemente al prefijo ex y al conocimiento del modo de proceder del cuerpo ante determinados casos.

Al conocer del hecho se trasladó a la falconiana ciudad de Coro. Antes de él había arribado una comisión de alto nivel integrada por los comisarios José Ramón Lazo Ricardi, comisionado nacional del presidente Luis Herrera Campins; Eleazar Cuotto Rendón, jefe de Investigaciones Generales; Pablo Simoza Oviedo, jefe de Comisaría, y Jesús Gómez Ávila, jefe de Coordinación General, según datos de la revista Hora 80, publicación a la que ofreció las siguientes declaraciones:

LE ARRANCARON EL CABELLO

—Yo me encontraba el 2 de mayo en Coro y a eso de las 6 ó 7 de la mañana me apersoné en la delegación de la PTJ en compañía de un amigo. Encontramos la puerta cerrada y, cuando ya nos íbamos a retirar, un funcionario abrió la puerta y me preguntó qué quería. Yo le dije que quería hablar con algunos de los altos jefes, y concretamente con el comisario Lazo Ricardi. El funcionario nos hizo entrar y en ese momento vi en una sala a un grupo de detenidos. Uno me llamó particularmente la atención, porque estaba todo golpeado y la parte de atrás del cabello se la habían arrancado como con pinzas. Este preso volteó la cara y ¡cuál no sería mi sorpresa al darme cuenta de que era mi cuñado!

Yo le dije al que andaba conmigo: “Mira, ¡quédate quieto, que ese es mi cuñado!” En ese momento yo le dije al funcionario que me atendía que por favor me dejara ir al baño y cuando venía de regreso aproveché de ver con calma y detalle a mi cuñado; tenía la cara quemada, el pecho lleno de hematomas. Las manos hinchadas y daba la impresión de que estaba reventado. Ese muchacho estaba reventado.

—¿Tú no hablaste con tu cuñado en ese momento?

—No, porque los funcionarios me tenían y lo tenían rodeado y prácticamente no me dejaron que me le acercara. Yo de todas maneras volví a ir al baño e intenté hablar con él, pero Rogelio me dijo: “No puedo”, y se le quebraba la voz (…) Yo me retiré de la PTJ y me fui al hotel Miranda, donde me dijeron que estaban instalados los jefes de la PTJ que habían ido a investigar el caso del asalto al banco de Coro (…) Lazo Ricardi, Cuotto Rendón, Pablo Simoza y Gómez Ávila. O sea, estaba la plana mayor de la PTJ, faltando solamente Lugo Lugo, que era el director. Ninguno me atendió. Todos prácticamente me salieron con evasivas, o simplemente me sacaron el cuerpo, pero ninguno me atendió. Yo volví a la delegación y ahí se repitió la misma historia. Ellos sabían que el muchacho era familia mía, y se acordaban de que yo había trabajado con ellos, pero ninguno me atendió. Todos me decían: “Yo voy a hablar con Lazo”. En uno de esos momentos salió Lazo y yo lo abordé y le dije: “Mira, Lazo, yo quiero hablar con mi cuñado Rogelio Castillo Gamarra”. Respondió: “Sí, Ferrer, sí vas a hablar con él, pero él en este momento no está aquí, él está en un reconocimiento, lo sacaron a la calle, a algo por ahí, pero no te preocupes, vente de cuatro a cinco y yo te aseguro que hablarás con él”. Ahora yo voy a comer y yo te aseguro que de cuatro a cinco hablarás con tu cuñado. “Okey”, le dije, “yo también voy a comer y a esa hora estaré aquí’’, Como a las cuatro y media regresé a la PTJ, pero un funcionario me dijo que Lazo estaba durmiendo. O sea, que continué esperando, como quien dice, el desenlace fatal”.

A LAS CINCO DE LA TARDE

—¿No pudiste hablar con Lazo?

—No –continúa– porque a eso de las cinco salió un alto jefe y me gritó: “Maracucho, hay algo”, y yo le dije: “¿Algo de qué?”, cuando vi que salieron petejotas armados de fusiles, ametralladoras, cañones, patrullas, bueno, salió todo el mundo, Pablo Simoza, Gómez Ávila, Cuotto Rendón, todos los altos jefes. Supuestamente en una misión muy especial. Yo, que estaba sospechando algo raro, me dirigí a los hospitales, a las clínicas. A ver si tenía noticias de algo, y por último recorrí todo el pueblo, a ver si sabía qué había sucedido con mi cuñado. En vista de que todo fue negativo regresé a la PTJ y en ese momento venía un tipo de chiva y cargaba, creo que era una guayabera con unas chancletas abiertas y oí cuando él le preguntó a los funcionarios que estaban de guardia: ¿Qué pasó?, y cuando estos le contestaron: “Nada, que los tipos se fugaron y no ha sido posible dar con ellos”. Yo en ese momento me di cuenta de toda la patraña, que mi cuñado había sido asesinado junto con su amigo y que no había nada que hacer. Llamé entonces a mi esposa y a los familiares que se encontraban en Coro y les conté toda la verdad.

—¿En qué te basas tú para suponer que tu cuñado y su amigo fueron asesinados y no admitir la versión de la PTJ de que simplemente se fugaron?

—Chico, muy sencillo –continúa Ferrer Moros– la fuga era imposible. Primero, la custodia de los presos era de once petejotas fuertemente armados, y cada petejota, de acuerdo con un código muy usual en los pronósticos de operaciones, equivale a cuarenta hombres. Segundo, mi cuñado y su amigo estaban horriblemente torturados en la delegación de la PTJ de Coro, y, por último, el sitio donde supuestamente se efectuó la fuga era un manglar rodeado de alambre de púas y ahí era imposible cualquier fuga.

Rogelio Castillo Gamarra

Cuando vayas a Falcón

Lanza una flor al camino

Y por Coro busca el destino

Del que fuera un soñador.

Si no la tienes a tiempo

Si no hay preparación,

Tira una flor al camino

Cuando vayas a Falcón.

Dile que se encuentra presente,

En pensamiento y acción

Que lo has visto en el camino

De esta Revolución.

Que donde esté sembrado

Florezca una flor.

Por Coro lo encontraremos,

Cerca de la playa o el río,

Al pie de un árbol de sombra,

Al pie de un árbol sombrío.

Florecerán los claveles,

Que regaremos en Falcón

Y seremos activistas

De esta Revolución

Nena Ascanio

24.01.04

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2 Comentarios
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Key Rodriguez 3883489
Key Rodriguez 3883489
5 años atrás

Conocí a el Dr ferrer moros me dijo la misma historia no lo veo desde hace muchos años estaba enfermo le decíamos el Maracucho

Anonymous
Anonymous
8 años atrás

Excelente poema,,,felicitaciones Nena Ascanio me gusta tu estilo.